Reflexión, pero con cóctel

Ya les he dicho aquí que nada mejor para reflexionar un voto que hacerse, como debe ser, un Martini. Debieran leer mi viejo consejo para darme la razón. Ocurre, empero, que, sorprendentemente, una nueva conjunción astral se ha producido y tenemos que buscar otras recetas ajenas al enjundioso y reflexivo Martini.

Sepan ustedes que, para empezar, la agenda 2030 nos va a dejar sin las decenas de especias que aderezan un buen vermú; si poco les parece resulta que la señora Leire Pajín, tras no encontrar en ningún planeta a Obama y Zapatero juntos, ha regresado, cosa que unida a la señora Mónica García en Sanidad nos pone el asunto del cóctel histórico en riesgo.

Por si poco fuere, ya ni de las empresas del capitalismo puedes fiarte, las coctelerías han decidido anticipar el fin del mundo y han empezado a ofrecer nuevas versiones sin alcohol de nuestros viejos vicios.

Dejar el alcohol implica ser creativo con frutas, hierbas e infusiones. O sea, a cambio de la resaca ustedes se beberán, prácticamente, una ensalada. La riqueza frutal es tan amplia como las candidaturas que a ustedes se les ofrecen.

Si usted está pensando en votar un tipo duro, pero enamorado, un partido que parece de izquierdas, pero a ratos no. Un partido ético, pero a ratos no. O sea, si usted está valorando votar a Begoña, perdón quise decir a Sánchez, lo suyo, sin duda es un negroni. O sea, que lo parezca, pero no lo sea.

Como saben el vermú, para el que nos quedaremos sin hierbas cuando Ribera concluya la transición ecológica, necesitamos multitud de hierbas e ingredientes botánicos. Busquen enebro y notas agridulces parecidas al campari. Tienen una alternativa: pongan un té de base, queda muy “british” y muy de consultor y patrocinador, mientras añaden un poco da naranja amarga, tipo juez de la Audiencia.

Supongamos que es usted de la parte cobarde de la fachosfera y está pensando votar al PP. No es fácil lo suyo, no crea. Tiene que poner cara de ganador, pero que no lo parezca, por si acaso, otra vez… ya me entienden. Pero no desfallezcan; la moderna coctelería le ofrece una clara alternativa.

A usted como elegantísimo o elegantísima persona de orden, le pega un Spritz. Pero, en estos tiempos de prudencia alcohólica y corrección política, lo del Aperol no es aconsejable, y lo italiano es como muy Meloni, cosa de la que no se debe hablar hasta el día después, y menos mezclarlo con cava o agua de Vichy, cosa muy utilizada por catalanes tipo Puigdemont y no estamos para bromas.

Usted debe pagar sus pecados poniendo en la copa un cordial de naranja amarga, dulcificado lo amargo, pónganle agua tónica y pidan las correspondientes hierbas: el hibisco, dicen en las coctelerías, es una buena idea. Pero siendo ustedes en una buena parte conservadores, pueden dejar el hibisco y sustituirlas por romero, tomillo y menta machacados.

En fin, Usted está pensando en votar a Abascal. O sea que usted es una persona dura, inconmovible y no está para bromas de eso de quitarle alcohol a las cosas. Se siente, usted como todos, a buscarse una alternativa a sus íntimos deseos. No; no se preocupe, no hay ningún cóctel que se llame Agenda 2030.

Eso sí, lo que usted necesita para su reflexión es un cóctel agrio, basado en el campo, que es lo que a usted le gusta, desde la caza al tractor. Así que a mezclar su bebida espirituosa favorita, sin alcohol naturalmente, con un solo trago de limón o lima, para su lado amargo. Su lado dulce puede ser la miel que le dará el adecuado toque campesino. Eso sí, siendo usted como es, agítelo, agítelo mucho.

Si usted es radical, pero ama la paz, o sea si está pensando en votar a la más blanca de las palomas, o sea a Sumar, lo suyo, precisamente es buscar una coctelería que le sirvan un mejunje que se llama, precisamente Paloma.

El coctel es como la señora Díaz. Incorpora zumo de pomelo rosado, por supuesto recién exprimido y de color adecuado, zumo de lima para recordarle que hay que ser algo ácido para superar el capitalismo. Se acompaña de sirope de agarve, una hoja verde con algunas espinas, que todo no va a ser izquierda cuqui y ponga hielo. Usted pensará que como bebida es inútil, pero no se queje, es usted un “hispster” que está pensando en votar a Sumar: no toda van a ser quinoa y feta.

Cabe la posibilidad de que esto le parezca demasiado blandito, que sea radical y no ame la paz, sino el jarabe democrático y el escrache, usted me entiende, y piense que es preciso algo más potente, tipo Podemos. Bien, en ese caso, puede tomarse una cerveza. Pero lo suyo, por supuesto, es atentar con un mojito, naturalmente, sin alcohol, como prescriben las buenas costumbres de la época.

El mojito populista de nuevo tipo ha abandonado, naturalmente, el alcohol. Otro mundo es posible y la caña debe ser protegida. En consecuencia, pueden usar jugo de manzana en lugar de ron. Si añaden mango y albahaca, tendrán a Montero, de los Montero de Galapagar, y a Ione Belarra, nadando en una bañera de un tipo de muy ácida y muy anticapitalista y edulcorada sidra. Se lo prometo, hay coctelerías que lo hacen. Ser “pijirojo” es tan duro como ser “hispster”.

Si usted es un “indepe” de los blandos (se llama Ceus) tendrá que hacerse un merengue de frambuesa (ginebra sin alcohol, zumo de limón, sirope de frambuesa y clara de huevo). Pero si es de los “feten”, “fetén”, hiperventilado, comprenderá que ni puede ir con fambruesitas por la vida. Lo suyo es un Manhatan emancipado, por supuesto.

Se reduce un poco de vino tinto sin alcohol con higos, romero, azúcar moreno y pimienta negra, que da la sensación del vermú que se toma en un Manhattan. La base espirituosa sin alcohol es a su gusto, naturalmente es usted un “indepe fetén”, o sea tiene que ser un vino de la tierra.

Hay la remota posibilidad de que usted dude sobre votar a Ciudadanos, Francamente, no creo que haya coctel para tal duda, baje al Mercadona y cómprese un mosto.

Naturalmente, si usted tiene el voto decidido igual puede prescindir, como el cronista, de tan modernas recetas: tómese un par de martinis (Shaken not stirred, agitado no removido, por supuesto). Con dos vale, tres es recomendable para unas generales. Un caballero o señora dignos nunca se tomarían un cuarto.

Que ustedes lo voten bien. Aunque ustedes y yo sabemos que, al día siguiente, nos arrepentiremos. Pensaremos en la papeleta y diremos, fue el cóctel quien te hizo bella.

 

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