Tanto asesor para acabar en Zorrilla

“¡Cuán gritan esos malditos! Pero mal rayo me parta, si en concluyendo esta carta, no pagan caros sus gritos” Eso se dijo Don Juan Tenorio (Zorrilla, J. 1844) mientras escribía carta a su amada, Doña Inés del alma suya. Ayer se hizo el ruido cuando se supo que la ya imputada Begoña Gómez había sido citada a tribunal, para deponer información sobre sus actividades.

Demasiado ruido se dijo el enamorado y, ya que estaba, se puso a escribirnos a los demás una carta, que le ha cogido gusto al asunto, advirtiéndonos de que era la extrema derecha, PP y VOX, la culpable de tamaño bulo y responsables de la máquina de fango que, insólitamente, según él, citaban en campaña electoral.

Quiere decirse que la condición personal de la investigada no ha cambiado lo más mínimo, sigue siendo la misma de ayer y antes de ayer. O sea que lo que ha molestado al Gobierno es la cuestión electoral.

Habrá que recordar que Mónica Oltra, por poner un ejemplo, fue imputada en precampaña electoral que, como consecuencia, Ximo Puig la invitó a la dimisión y rompió un acuerdo político que dio paso a la derecha. Igual Ximo es de la fachosfera y no se entera.

También, los ávidos lectores estamos a la espera de recibir comunicación en la que se nos indique que la señora Gómez ha sido suspendida de militancia, porque lo requiere un partido tan ético como el PSOE y, así, “puede dedicar tiempo a su defensa”, cosas que solían decirse en estos casos.

La misiva del presidente, que se ha colado entre sus facturas del teléfono o avisos bancarios y de Hacienda, ubica a la judicatura al mando de la máquina del fango y como parte de la extrema derecha.

Ya no respetamos a la justicia, como se decía antes, y los ministros y ministras, con la excepción del ministro de justicia, cuya expresión de respeto ha sido acompañada de cínica sonrisa, se han lanzado al descrédito del juez correspondiente.

Probablemente, en la decisión rápida del juez tiene que ver con la estrategia de presión (del fiscal) y defensas (retrasos) que se ha puesto en marcha para alejar la cuestión de la memoria social.

En realidad, la misiva no añade nada a lo que ya se nos había dicho. Es, simplemente, un instrumento de comunicación electoral, para que hablemos más de la victimización del presidente de Gobierno que de la atmósfera ética y estética que le rodea (menos ejemplar a medida que se va colando información en los medios, por cierto no desmentida en ningún caso).

Lo primero que se enseña a los muñidores de comunicación política es que la primera premisa es de la que no se habla. Es decir, debe ocultarse la razón que desata un acontecimiento y, en su lugar, construir un cuento (“storytelling”).

La carta del presidente construye el cuento de la persecución, ha descubierto el “lawfare” que, tantas veces reclamaron sus socios, y tantas veces negó el PSOE, por cierto, en sede parlamentaria la semana pasada, votando junto al PP.

Probablemente, ésta es la razón por la que, con la excepción del socio de coalición, cada vez menos socio y cada vez menos coalición, el resto de los aliados de Gobierno hayan mirado para otro lado, empezando por las formaciones independentistas catalanas, a las que viene de maravilla tener a un Sánchez debilitado, mientras trajinan en Catalunya alguna operación para hacerle la trampita correspondiente a Salvador Illa.

No es bueno para nuestra democracia, por cierto, que Sánchez construya un argumentario muy parecido al de Trump que, habiendo sido condenado, ha acusado a la institución judicial de perseguir intereses políticos. Incluso, algún ministro, como el hermoso y desbocarrado señor Puente, directamente, ha acusado al juez de “intereses electoralistas” en claro respeto, como pueden ver, a la división de poderes.

Hay indicios, dice la Audiencia, sobre dos delitos. Pero la señora Gómez no ha sido juzgada ni condenada. Enrocarse en una numantina defensa que puede ser hasta innecesaria sólo hace que recordarnos que, a lo peor, algo podrido hay en el entorno de la Moncloa o en la Universidad Complutense o en el Consejo Superior de Deportes o en algunas contrataciones.

El denodado intento de reiterar la estrategia que venció en las generales, el miedo a la derecha extrema, ha llevado a la escritura de misivas que sólo sirven para poner de los nervios a la militancia, irritar a la oposición, y cabrear a buena parte de los medios.

En fin, lo que en la carta viene a decir Pedro Sánchez es más o menos lo del Tenorio: “Clamé al cielo y no me oyó. Más, si sus puertas me cierra, de mis pasos en la tierra, responda el cielo, no yo”. Miles de asesores, para acabar en Zorrilla.

 

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