Sánchez y Rajoy escenifican en el debate de investidura la España de la pedrada, del insulto y de la venganza

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Pedro Sánchez ha escenificado en el debate de investidura de Rajoy la España del siglo XIX, la del insulto, la del palo, la pedrada y la descalificación. En una intervención iracunda y vengativa, Sánchez llamó a Rajoy mentiroso, corrupto y amparador de corruptos, comprador de periodistas vendidos, fracasado, maniqueo, chantajista, irresponsable e incapaz. Nunca hubo en la tribuna del Congreso tantos insultos juntos, de los que no se libró ni la presidenta de la Cámara, la popular Ana Pastor, a la que Sánchez llamó amparadora del chantaje de Rajoy por querer convocar elecciones para el 25 de diciembre. En su respuesta, Rajoy, pretendidamente más calmado que Sánchez en el tono y en la forma, le contestó: “No abuse; con que me diga que ‘no’ es suficiente. No intente atormentarme, señor Sánchez”.

Se esperaba un tono agresivo y duro del líder socialista, Pedro Sánchez, en el debate de investidura de Mariano Rajoy como presidente del Gobierno, pero nadie podía suponer que su forma y su fondo serían tan agrestes y contumaces. Sánchez se ha revalidado como un político que, lejos de tener la altura de estadista que España necesita, es el dueño de un lenguaje frentista e insultón de patio de colegio que respira por la herida de su fracaso cuando intentó su propia investidura el pasado mes de marzo.

“El Partido Socialista votará en contra de su candidatura a la Presidencia del Gobierno”, inició Sánchez su intervención, “y lo vamos a hacer por el bien de nuestro país”. En definitiva, que los socialista votarán que no porque España “necesita un gobierno que no ampare la corrupción” y que recupere los derechos y libertades “cercenados por un mal gobierno” del PP durante los últimos cuatro años. Es decir, que el PSOE votará “en contra de la continuidad de su mal gobierno, señor candidato”.

Hasta ahí entraba en los límites de lo razonable, perlo a partir de ahí, la intervención de Sánchez fue una retahíla de calificativos sin solución de continuidad, empezando por lanzarle a la cara a Rajoy el que se presente a una investidura faltándole seis diputados para la mayoría absoluta. Un comportamiento -el de Rajoy y el del PP en esta caso- “irresponsable” para con la democracia y los ciudadanos, “convirtiendo este debate en la crónica de una derrota anunciada”. Sánchez obvió que el pasado 5 de marzo él mismo, en su fracasado debate de investidura, no obtuvo más que 131 escaños frente a los 170 que va a obtener ahora Rajoy. Y que si a Rajoy le faltan 6 diputados, a Sánchez le faltaron 45.Ahí respiraba Sánchez por la herida de su propio fracaso.

“Usted cae en el maniqueísmo de usted o el caos”, fue una de las ideas claves de Sánchez para justificar sus descalificaciones a un Rajoy “chantajista” que nos hará ir a las urnas el 25 de diciembre por fijar la fecha de una investidura fallida para este 31 de agosto. “Es éste un chantaje en toda regla” que habría contado con la aquiescencia de la presidenta del Congreso, Ana Pastor: “Señora Pastor, usted ha dejado al Congreso por los suelos”, sentenció un Sánchez apocalíptico y desintegrador.

Una segunda clave del discurso de Sánchez fue insistir en la idea de que Rajoy es ‘un perdedor’, es decir, que no solamente fracasó el propio Sánchez en su intento de asalto al poder en marzo, sino que ahora lo hace Rajoy, aunque el PP supere en más de cincuenta escaños al PSOE. La idea básica es dejar claro que Rajoy pierde la investidura, que es un perdedor, como lo fue el propio Sánchez meses atrás.

La tercera clave, y prácticamente la más esencial, de esta durísima intervención fue la corrupción en el PP, que en este caso extendió Sánchez a determinados periodistas que estarían a favor del Gobierno y a quienes el PP está “promoviendo a golpe de talón” para que hablen bien de él. Es decir, que del apocalipsis de Sánchez no si libra ni la prensa que no le es afín.

Como anécdota, este punto sobre la corrupción Sánchez no dejó de contar con un pequeño error, provocado al querer parecer gracioso y ocurrente: “En alemán Correa -el apellido del líder de la trama corrupta- se dice Gürtel -el nombre que le han puesto al caso de corrupción en el que se sumió mucha gente en el PP-”, pero en realidad, gürtel significa “cinturón” en alemán, pero por una mala traducción policial lo identificaron con “correa”. Antonio Hernando, el asesor áulico de Sánchez en estos asuntos, no estuvo ahí muy fino.

En todo caso, la idea quedó muy clara para el PSOE: el partido que está imputado por corrupción -el PP- no puede encabezar un gobierno para la regeneración: “Usted, señor Rajoy, no tiene credibilidad”, y le leería luego todos los epígrafes por los que están imputados determinados personajes del caso Gürtel. Es decir, un resumen de todo el Código Penal.

“Ya he entendido todas las partes del ‘no’: así que, tranquilícese”

Tras el turno de Sánchez llegó la réplica de Rajoy, que intentó desde el primer momento aparecer como un político sensato y calmado, con un tono de mesura sobre matizado por una gran ironía. Un tono que quedó claro desde la primera frase de su intervención: “Me obliga a tratarle con mucha más deferencia con lo que lo hago habitualmente y a cuidar las expresiones”, pero con un aviso también muy claro: “No abuse. Con que me diga que ‘no’ es suficiente, no intente atormentarme” porque “ya he entendido todas las partes del ‘no’: así que, tranquilícese”.

A partir de ahí salió el Rajoy más irónico y corrosivo: “El objetivo de su intervención es claro: usted quiere bloquear al candidato que ha ganado estas elecciones, y lo tiene que hacer con descalificaciones como las que le hemos oído”. Ese, justamente, fue el eje básico del discurso de réplica de Rajoy: utilizar un tono de mesura para que contrastar con la posición agreste mantenida por el líder del PSOE.

Pero no lo consiguió plenamente, porque también Rajoy respiró por la herida y le lanzó a Sánchez que era un mal político, un perdedor y que debería explicaciones a su propio partido por haberle sumido en este desastre electoral: “¿Puede usted explicar a la cámara que opina de su ejecutoria al frente del Partido Socialista?” dado que tiene 52 escaños menos que el PP. “Si yo soy tan malo, ¿Cuánto de malo es usted? ¿Pésimo?”.

En definitiva, el otro eje de la estrategia de Rajoy pasó por recalcar lo que según el PP es obvio: “Usted se empeña en celebrar nuevas elecciones en nuestro país por tercera vez en un año”, es decir, que el único responsable de esta situación irresponsable es Sánchez y la parte del PSOE que le ampara: “El único que va a pasar a la historia tras este debate va a ser usted, porque va a provocar que por tercera vez en un año tengamos que ir a unas elecciones en España”.

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