Sin ganas de trabajar

No voy a presumir de que tener ganas de trabajar sea bueno. En cualquier caso, nosotros no las tenemos. Ahí está, si no, el proyecto de ley de 37 horas y media de jornada laboral en vez de las 40 hasta ahora. Se podrán dar muchas y variadas razones para justificar la medida, pero no la del aumento de la productividad. En Francia, cuando se pasó a la jornada de 35 horas semanales, el perjuicio para la actividad económica fue notable.

Lo cierto es que cada vez se trabaja menos, por muy justificables que sean las razones, como la de la conciliación familiar, En esa misma línea va el plan de Yolanda Díaz de aumentar los permisos retribuidos por fallecimiento de familiares de hasta segundo grado a 10 días. Y no sólo eso, sino que para cuidados paliativos será de 15 días, incluso fraccionables. Y para completar el círculo tendría un día de permiso la persona que ayude a otra en la eutanasia sea o no pariente del moribundo.

Como se ve, todo son facilidades para dejar se trabajar y todo ello planeado a espaldas de los empresarios, paganos de esta panoplia de medidas. Además, todas  estas acciones se producen mientras crece el absentismo laboral, que se ha duplicado en la última década. Sus razones habrá también para este aumento, como las de falta de seguridad en el trabajo y otras. Pero también existe trampa en este apartado porque, según los expertos, un diez por ciento de dichas bajas son fraudulentas.

Así que, por un motivo o por otro, la tendencia es la de trabajar menos horas mientras nos quejamos de la precariedad del empleo y de lo insuficiente de nuestros sueldos.

 

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