Un agosto sin corbata (4): El fin del hielo (incluye receta)

El hielo siempre ha sido relevante en la historia. Así como el agua da la vida, el hielo comenzó siendo su versión luciferina, según moderna expresión, por el diario del progresismo global afamada, indomable a cualquier cauce. El hielo clausuró eras geológicas, derrotó indestructibles ejércitos o maravillas tecnológicas en forma de navíos tremendísimos.

El ser humano aprendió a usar el hielo, aunque era caro, de acceso difícil y cortesano. De los neveros naturales, que conservaban la nieve del invierno, a los neveros artificiales, concedidos en monopolio por la Corte.

O sea, cosa de pijerío, hasta que el capitalismo inventó la nevera y universalizó el derecho al hielo. Ya lo dijo Marx, la burguesía tuvo su ratito revolucionario.

Un nuevo y dramático giro se avecina: Mercadona y algún otro supermercado no venden hielo. Un palé de hielo se ha triplicado de precio, ha ascendido el coste del almacenamiento y ustedes están consumiendo un montón. O sea, que su precio crece muy por encima de la inflación y cerca de triplicar la inflación subyacente. En consecuencia, una nueva era se aproxima.

La inflación va de esto. Tiene efectos concretos que dañan la vida de la gente. Por eso molestan tanto los que alardean de que la inflación no tiene que ver con los precios, sino con la cantidad de dinero que hay en los bolsillos. Tesis de economistas austriacos, liberales extremos o defensores de monedas virtuales. La inflación es que los precios suben y nos empobrece. Y lo que es, es.

El gin tonic, los combinados, el enfriado del gazpacho, entre muchos otros avances de la humanidad, corren serio peligro. La causa, naturalmente, es Putin y la subsiguiente crisis energética y los chinos y las cadenas de todo tipo de suministros.

Mientras ustedes se preocupan por el invierno del descontento que nos acecha; por el frío que, al parecer, pasaremos; por la negritud que empapará nuestras calles; por el retorno de la bufanda; mientras reza por un invierno tropical, los aparadores del hielo de los supermercados se vacían, a cuenta de los precios, del acaparamiento y, también, de algunas estrategias comerciales: retirar hoy, para encarecer mañana.

Ustedes deben sustituir la sandía por la manzana; el helado (no el fálico calipo, por supuesto) por un caramelo (sin azúcar, Señor Garzón, naturalmente) y deberán buscar una alternativa al hielo.

La secretaria de Estado de igualdad, en lo que es una de las frases del año, afirma que tiene diarrea legislativa, pero puesto a intervenir en los mercados, en lugar de arreglar el precio del helado nos prohíben el “calipo”, por fálico. En lugar de facilitarnos el cubata, nos lo encarecen.

Yo ya sé que el populismo en el gobierno es más de botellín, pero un poquito de solidaridad, por favor.

Señoras y señores, hemos llegado al punto en el que Marx da por cancelada a la burguesía y a los agentes de la burguesía, los gobiernos. La inflación les ha derrotado: el hielo para el que se lo trabaja.

Aquí, en mi patio, hielo no falta: en favor universal, que ustedes no me agradecerán, les propondré enseguida la receta.

Si ustedes se hacen con una bandejita de cubitos que aún venden los chinos, la encontrará baratita, o puede robársela a la abuela de usted que seguro la conserva, unos 32 cubitos, si era de las grandes, estará helando unos dos litros de agua: 0,28 céntimos. Consumirá 44 minutos de energía de nevera, a fecha de hoy, cerca de un céntimo, lo que es una barbaridad, pero no es lo que más le cuesta.

O sea, hay un sustituto al Gobierno, a Mercadona y la inflación. Le ofrezco fabricarse por 0,29 céntimos, los cubitos necesarios para el agua, tres cubatas y enfriar el gazpacho (con ocho basta).

Si quiere usted congelar agua, bien. Ya puestos, me permito sugerirle que congele cubitos de vino blanco, lo que le permitirá adornar su vinito de forma glamurosa y ni le cuento si congela uvas blanquitas, recién llegadas al moro de la esquina, vaya usted a saber de dónde, que encantarán a sus invitados.

La receta para hacer hielo es sencilla. Necesita agua y un recipiente, según el tipo de forma de hielo que usted desee. Como explicó, en su momento, Camillieri, la forma del agua, como la del hielo, es la de su recipiente. Pone el agua sobre el recipiente, lo pone en la nevera 44 minutos y tendrá usted hielo. No hace falta irse a comprar y aumentar denodadamente la demanda.

Naturalmente, hay una receta alternativa, propia del Chef Sando (ClickradioTV, Cocina con Sabor). Para hacer hielo, según su técnica, usted necesitaría: agua de un iceberg del mar Báltico; nitrógeno líquido, el Santo Grial, unas hojas de árbol de Palo Santo, para darle un toque a sus cubatas, un poco de trufa si es para enfriar el gazpacho. Si es para elaboraciones culinarias, deberá usted hacerse con migas de pan del que hacía Chema en Barrio Sésamo.

No se quejen: el cronista les ha salvado la vida. Que le den a Mercadona. Ahora, si creen que las cosas mejorarán la semana que viene es que no han estado prestando atención.

 

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