Han sido abundantes las recomendaciones al Gobierno en un sentido: no adopten medidas generales, no mejoran la situación de las personas vulnerables. Se le dijo de una forma u otra cuando financió el combustible y, con más razón, cuando se manipuló el IVA de los alimentos con aparentes fines benéficos.
El cronista, advertidos les tenía. Ya hace cuatro años les señalé que el capitalismo se empeña en desaparecer. Desde la penúltima crisis, portavoces británico, norteamericanos y europeos no dejan de afirmar que se aprestan a realizar los rescates más importantes en tiempos de paz.
El boniato goza de cierta fama culinaria y en casi todas las familias una receta ancestral se ha transmitido desde las abuelas de las que se tiene memoria. El producto en sí no tiene especiales cualidades; su momento de gloria hispana deviene, precisamente, de un intento de control de precios.
Los que vivimos, aunque adolescentes, la crisis petrolífera de los setenta sabemos lo que es la estanflación. Ésa, probablemente, no volverá: si me preguntan las diferencias, les daré dos: el cambio tecnológico y los sindicatos.
Los precios mantienen su subida por encima de los dos dígitos: 10,4% anual. La media supera el 8,9 y lo mismo con la revalorización de las pensiones que andaría por el 8,7%, lo que supondrá unos trece mil millones de esos que no tenemos. La ministra, aprovechando las cuatro décimas de recorte respecto al mes pasado…
Vale, el Gobierno sostiene cosas imposibles, desde la segunda ronda de inflación a golpe salarial, la regulación del frío en las casas, los gaseoductos para Italia y Sánchez afirma: tú eres Petro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia. Porque Sánchez ya no es Pedro, es como Dios, bendiciendo izquierdas latinas.
El hielo siempre ha sido relevante en la historia. Así como el agua da la vida, el hielo comenzó siendo su versión luciferina, según moderna expresión, por el diario del progresismo global afamada, indomable a cualquier cauce. El hielo clausuró eras geológicas, derrotó indestructibles ejércitos o maravillas tecnológicas en forma de navíos tremendísimos.