Un día de Puigdemont en la “fachosfera”

Habrá que decir que algo de responsabilidad debemos tener los cronistas, periodistas y analistas en la cosa del dominio del relato sobre la información y la verdad. ¿Por qué, se preguntarán? Simplemente, porque la verdad acaba con el relato. Mientras nos dediquemos a denunciar o desentrañar el relato, no nos dedicamos a los datos que construyen la verdad, y los muñidores de la “neolengua” se apoderan de la comunicación.

El sueño de todo gobernante es la “neolengua”, simplemente porque mientras nos fijamos en desentrañar el relato, ignoramos la gestión.

El relato, técnica de comunicación organizada, no inventada, el “storytelling” (cuéntame un cuento, mamá) lo crearon los primeros seres humanos y la neolengua, creada para evitar que los ciudadanos sean capaces de pensar, la leímos en 1984 (Orwell, 1949). Fue el tal Iván el que la convirtió en el idioma de la Moncloa, sin olvidar que ha habido importantes precursores, en tiempos de pandemia y, desde entonces, no nos ha abandonado.

Es peligroso tener razón cuando el gobierno está equivocado. Éste es el peligro de la “neolengua”: nos conduce, necesariamente, al odio, la persecución o el castigo. Lo que viene siendo el muro. La reducción del pensamiento a una etiqueta, es útil para quien gobierna: facilita el señalamiento.

El último hallazgo de la neolengua monclovita es lo de la “fachoesfera”. Es decir, existe, según los hacedores del relato y progresistas realmente existentes, una organización de todas aquellas personas, sean de derechas o izquierdas, medios de comunicación, poderes económicos o instituciones de cualquier naturaleza que ignoran las grandes bondades que nuestro Gobierno hace por nuestro bien.

El progresismo realmente existente sostiene que ríos de leche y miel correrán por nuestras calles en cuanto les permitamos, sea cual sea el precio a pagar, hacer sus políticas que se construyen por una necesidad evidente: la de siete votos que faltan.

La esencia del relato es que la verdad no son los datos, sino la realidad percibida. La verdad, en consecuencia, no son las barbaridades de las decisiones adoptadas: son que nos faltan siete votos que han pedido una amnistía, un perdón general, un olvido de las faltas cometidas.

Y en esas estábamos, advirtiendo al Gobierno de la insaciabilidad del independentismo, siendo ubicados, unos en el extrarradio y otros en la “fachoesfera”, cuando al fugado de Waterloo le ha entrado la caguerilla judicial al ver que algunos señores togados persisten en culparle de delitos que la ley pactada y en secreto muñida, no protege, sea el terrorismo callejero o la traición.

Henchidos de justas causas, ante el foro y otros independentistas no fugados, las huestes de Puigdemont han decidido votar no a la ley de amnistía que ha sido rechazada y deberá volver a negociarse en la correspondiente comisión. Nuevos eventos nos esperan,

Vaya por Dios, el supremacismo nacionalista se ha apuntado a la “fachoesfera”, espacio donde, ya puestos, debieran ocupar destacado lugar porque, para qué engañarse, estos de Junts tienen de progresismo lo mismo que todos los reaccionarios de tipo carlista que han ido alumbrando los correspondientes nacionalismos independentistas.

Pero no se preocupen, la culpa seguirá siendo nuestra, de la “fachoesfera”, la del lado del muro, da igual que usted se considere de izquierda: lo que importa es que su ideología sea homologada por el progresismo realmente existente y sus terminales mediáticos, paraísos de libertad, de donde se despide desde fundadores a librepensadores.

Hoy nos hemos reído mucho: el Gobierno ha sido nuevamente humillado, a sabiendas de que, si quiere salvar la legislatura, tendrá que avenirse a nuevas e hirientes negociaciones y ulteriores humillaciones. O sea, que al final volveremos a ser humillados nosotros y nosotras, los de la “fachosfera”.

Pocas veces hemos visto una deslealtad política de tamaño alcance: el gasto político de los socialistas ha quedado en nada, a la espera de nuevos costes. Quien manda, manda, y quien manda vive en Waterloo. No es por nada, pero que se preparen los jueces: la venganza de Bolaños será terrible.

La intención de la neolengua no es únicamente facilitar hábitos mentales para devotos, sino reducir la visión política a un pensamiento único. Los pensamientos que divergen, recluidos en el extrarradio o la “fachosfera”, acaban siendo impensables o, por lo menos, merecedores de castigo.

La libertad política e intelectual no forma parte de los nuevos contextos políticos. Si discrepas del progresismo realmente existente concluyes al otro lado del muro; la neolengua nace para reducir el pensamiento. Es lo que hay. Pero al menos hoy no deberían preocuparse: Puigdemont se ha pasado por la “fachsofera”, durante una semana, usted está amnistiado o amnistiada.

 

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