Raül Romeva, Oriol Junqueras y Artur Mas en un acto secesionista. Foto: Junts pel Sí.
Ni de la corrupción en la Generalitat de Cataluña (el famoso 3%), ni de la de su partido (Convergència Democrática de Catalunya, CDC), ni de la de su padre, Artur Mas Barnet, con cuentas opacas en Suiza. El muy molt honorable president de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, ha necesitado de la ayuda de otros ‘siete magníficos’ como él para responder por escrito a la carta del expresidente del Gobierno, Felipe González, que pedía sensatez en Cataluña. Ahora, estos ocho espontáneos de la relación epistolar han confirmado lo que todos sabíamos: que ellos se pasan las leyes por el arco del triunfo y que diga lo que diga la Constitución harán lo que les venga en gana.
Se trata de un libelo incendiario dirigido «A los españoles» y en respuesta a la carta de Felipe González «A los catalanes» que ha publicado este domingo el diario El País. La primera diferencia entre ambas cartas es que González escribió y firmó el solo; Artur Mas ha necesitado de 7 comparsas, algo así como, sin acritud, ‘los siete niños de Écija’ (Raül Romeva, Carme Forcadell, Muriel Casals, Oriol Junqueras, Lluís Llach, Germá Bel y Josep Maria Forné) para escribir una soflama en la que actúan como lo hacen los maltratadores: primero vapulean al resto de España y al resto de los españoles y luego les dicen que ‘os queremos mucho’.
En su libelo afirman que «Catalunya ha amado España y la sigue amando», pero confirma que se saltarán las leyes, algo así como hacía El Pernales: «Que nadie se lleve a engaño. No hay vuelta atrás, ni Tribunal Constitucional que coarte la democracia, ni Gobiernos que soslayen la voluntad de los catalanes«.
En su libelo incendiario recuerdan estos uno más siete que anteriormente otros como ellos quisieron saltarse las leyes y llevaron a toda España a un baño de sangre (sí, sic): «Cataluña ha amado la libertad por encima de todo, con pasión; tanto la ha amado que en varias fases de nuestra historia hemos pagado un precio muy alto en su defensa«. Es obvia la referencia. Y comparan luego muy sibilinamente la actual situación con otra dictadura más, afirmando que Cataluña «ha resistido tenazmente dictaduras de todo tipo, dictaduras que no sólo han intentado sepultar la cultura, la lengua o el conjunto de las instituciones del país». Es obvio que a estos ocho susodichos les dolió que Felipe González les llamara nazi-fascistas.
Alegan también que Cataluña hace siglos que busca un encaje con el resto de España, y que «casi se puede decir que esta búsqueda forma parte de nuestra naturaleza política», pero aluden a que «cuando un tribunal puso una sentencia por delante de las urnas. Cuando durante cuatro años se ofendió la dignidad de nuestras instituciones. Cuando se cerraron todas las puertas, una tras otra, con la misma y tozuda negativa, la mayoría de catalanes creyó que hacía falta encontrar una solución». Referencia más que explícita al Tribunal Constitucional y la sentencia que tumbó una parte del Estatut de Cataluña que había propiciado otro insigne de la política que nos ha tocado padecer en esta España contemporánea: José Luis Rodríguez Zapatero.
En definitiva, Mas y los siete junteros avisan: «No hay vuelta atrás, ni Tribunal Constitucional que coarte la democracia, ni Gobiernos que soslayen la voluntad de los catalanes. Ellos van a decidir sin ningún género de dudas. Y tan democrático es volver a las andadas como recorrer un nuevo camino». Dicen, finalmente, que «el problema no es España, es el estado español que nos trata como súbditos» (sic). Con un par.
