Así es la vida en la cárcel de Soto del Real donde pasan sus días, entre otros, Ignacio González y Jordi Pujol Ferrusola

Desde el pasado mes de abril, Madrid V, la prisión madrileña de Soto del Real, alberga a los dos presos más famosos de España: Ignacio González, ex presidente de la Comunidad de Madrid, que ingresó el día 21 por orden del juez Eloy Velasco, y Jordi Pujol Ferrusola, hijo primogénito del que fue poderoso presidente de la Generalitat de Cataluña, que lo hizo el día 25 por orden del magistrado José de la Mata. Extraconfidencial.com ha publicado detalles minuciosos de las estancias de ambos en estos dos meses largos transcurridos en prisión.

Madrid V fue construida en 1995. Sus 1008 celdas, y 174 complementarias, ocupan una edificación de casi 79.000 m2 en una parcela de 633.000 m2 sita a 40 kilómetros de Madrid, en la localidad de Soto del Real, en las estribaciones de la sierra madrileña. Destinada a albergar a la numerosa población penitenciaria flotante pendiente de causas en los Juzgados de Madrid que habitaba la siniestra cárcel de Carabanchel -a la que sólo le quedaban tres años de actividad, fue clausurada en 1998-, y como aquella fue la prisión de referencia del Tribunal de Orden Público, la de Soto del Real lo es de los casos de la Audiencia Nacional.

El penal madrileño suma 14 módulos ordinarios, además del de ingresos, uno de aislamiento y un edificio exento de enfermería, con sus camas e incluso celdas. Cada módulo cuenta con 72 celdas -salvo el de ingresos, con una treintena-, y un patio específico, como es norma en las nuevas cárceles, así como el comedor, una sala de estar común con televisor -aunque los presos pueden comprarlos para sus celdas-, y un pequeño gimnasio. Espacios comunes son el polideportivo, el salón de actos, la Capilla y los diferentes talleres.

La cárcel de Soto del Real, un centro «cómodo»

Por sus celdas pasan lo más granado y conocido de los casos de corrupción que, entre otros, instruye la Audiencia Nacional y, aunque cabe la opción de solicitar traslado, no se atienden mientras los sumarios están “vivos” y los encausados en prisión preventiva tienen que ir a Madrid a las diferentes gestiones judiciales. Por citar algunos ejemplos, han sido inquilinos de Soto del Real Miguel Blesa, Gerardo Díaz Ferrán -que cumple condena firme-, y, por ejemplo, Luis Bárcenas.

Otros, como Francisco Granados, que recientemente ha alcanzado la libertad provisional, han lamentado el traslado obligatorio de cárcel que se les ha impuesto. Francisco Correa, se quejaba de haber acabado en la cárcel de Valdemoro porque allí no tienen ducha dentro de las celdas. Las de Soto del Real, sí.

Y es que, dentro de lo que cabe, Madrid V es una prisión cómoda y moderna. Las celdas son de diez metros cuadrados, con una litera para dos internos, retrete y ducha, mesa y silla y estantes abiertos para los bienes de los presos. En el rubro negativo, la alta conflictividad de Soto del Real, que, debido a su numerosa población penitenciaria, en varios años ha ostentado el récord de agresiones a funcionarios; por ejemplo, en 2013, último con datos disponibles, cuando de un total de 329 agresiones a funcionarios, más de un centenar se registraron en Soto.

González y Pujol Ferrusola al módulo «de respeto»

La rutina carcelaria comienza a las 8 de la mañana, hora de despertar; a las ocho y media se abren las puertas de las celdas y los internos acuden a desayunar, tras la limpieza personal y de las celdas; el resto de la mañana se dedica a las actividades a las que cada preso se ha apuntado o a vegetar en el patio. La una y media de la tarde es la hora del almuerzo. Después, se vuelve a las celdas, excepto quienes tienen asignados servicios. A las cuatro y media se abren de nuevo las celdas y se dispone de la tarde libre. A las ocho, hora de cenar y tras la cena, de nuevo a las celdas, que a las se cierran a las nueve y media hasta el día siguiente.

Esta rutina es la que ahora viven Ignacio González y Pujol Ferrusola los dos últimos meses. Ambos han sido clasificados en un módulo de baja conflictividad y, dentro de unos meses, si no consiguen la libertad provisional y observan una conducta intachable, podrían ser trasladados a un módulo que los funcionarios apodan “de respeto”, en el que no se cierran las puertas de las celdas y los internos gozan de mayor libertad de movimientos, siempre dentro de lo que cabe en un penal como Madrid V, la cárcel de Soto del Real.

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