Campaña (11): La coctelera, herramienta para la reflexión

Estimados y estimadas, ha llegado el momento que más temíamos: la reflexión. La peor campaña de la historia, la campaña del “y tú más” y las mentiras eficaces, concluye en medio de una ola de calor; gracias, Pedro. Todo se acaba y ahora sólo nos queda, si no lo hemos hecho, decidir.

Nuestros políticos y políticas no nos lo han puesto fácil. Media España tiene miedo a que se repita la jugada; la otra media a que vengan los malos. O sea que, ante este panorama, usted no sabe si repasar los debates, mirar los números económicos o contratar un canguro politólogo que le cuide los niños el día de reflexión y así usted aprovecha.

No se preocupen estimados y estimadas, este blog hace años que cumple una función de servicio público cuando afrontamos situaciones graves. Hoy, les traigo la herramienta perfecta para la reflexión: la coctelera, que además de ayudarle a pensar, le permitirá hidratarse.

Bien, imaginemos por un momento que usted es de los muy enfadados y ha decidido votar a VOX. No haré ningún comentario para no perturbar su reflexión; además, usted imagina lo que pienso.

Usted debe buscar un coctel que sume las viejas esencias de la patria con el sabor de las trumpistas barbacoas americanas. Que no le tiemble el pulso, coja vino y cocacola y a beber calimocho. Le parecerá tan elemental como Abascal, qué quiere que le diga.

Puede ocurrir que sea usted un poco cayetano y dude entre Abascal y los pijitos del PP.

En este caso no hay duda: lo suyo es un spritz, que además de elegante, lleva mucho hielo, para pasar el trago, agua gasificada, Aperol, que es del gusto de la señora Meloni, señora que a usted le cae bien. Tiene un problema: se sirve con cava catalán. Ésa es la clave: si usted cambia el cava por champan es que está más cerca de los del calimocho, si mantiene el cava es que es de los suaves, tipo Feijóo. Duda resuelta, no diga que el cronista no ayuda.

Si usted es del PP. Necesita algo que parezca ligero, poco amenazante, pero que sea contundente. Lo suyo, sin duda, es un French 75. El French 75 era un cañón francés liviano aparentemente, pero que lanzaba unos obuses de la leche en la primera guerra mundial. Muy tipo Feijóo. Es, también, un coctel para compañías sofisticadas, tipo candidato del PP, que mezcla ginebra, zumo de limón, sirope de azúcar, para endulzar el cava catalán, Advertidos quedan.

Como en el mundo hay de todo, cabe la posibilidad de que usted está dudando entre PP y PSOE. Bien, su caso lo resolverá el cronista con más rapidez que su psiquiatra. Lo suyo es un negroni. ¿Por qué, se pregunta usted? Pues vera: es que, una vez puesta la ginebra sobre el hielo, tenemos que usar las dos manos: y verter al mismo tiempo en el vaso con una mano el campari y con otra el vermú rojo. Yo desecharía la mano que le tiemble más, usted me entiende.

Es hora de hablar de los guardianes del todo, donde según Zapatero, se lee y se ama. Quizá del universo o de un grano de arena, francamente como no fumo de esas cosas no me he enterado muy bien.

Amigas y amigos míos, después de haberse pasado una semana anunciando una bomba atómica, si usted está pensando votar a Pedro Sánchez no le queda más remedio que hacerse un B-52.

Un coctel muy llamativo que se sirve en capas, que son como los cambios de opinión, usted me entiende. Necesita Kahlúa, Baylei´s y Gran Marnier. Tras depositar el Gran Marnier usted debe quemarlo. Y hacer fuego es algo que gusta mucho a los de los países donde se queman contenedores, siempre dispuestos a apoyar a cambio de cualquier bagatela.

Puede parecerles que esta izquierda caviar es muy blandita y duda sobre desplazarse a la Yoli.

Entonces, hay que quemar más, usted necesita un Enola Gay, nombre del avión que lanzó las bombas nucleares en Japón. El Enola Gay supone pasarse a las oscuras maniobras orquestales, pero es su duda, a mí no me puede culpar. Es un coctel para la guerra contra fascistas que le pegará si su duda es ésa. Básicamente es un ron matador, que se acompaña, para disimular, con amareto, zumo de naranja y licor de melón.

Si usted es de la izquierda Chanel, debe hacerse un coctel fashion y políticamente correcto. O sea, nada de alcohol. Por ejemplo; un San Francisco, hágalo color barbie y lo borda. Pero usted y yo sabemos que, en el fondo, todavía algo de la izquierda caníbal se mueve en sus entrañas. Vamos, no se acobarde: saque la petaca del bolsillo y contamine el coctel con un chorro de un buen vodka ruso.

Ah, que está pensando en votar al PSOE por aquello del voto útil. Simplemente, échele un trago a la petaca.

En fin, pero qué haremos los huérfanos políticos, los que dudan entre salir a votar o quedarse en la taberna hidratándose. No hay más remedio: un Martini (shaken, not stirred, naturalmente). Sí; sabemos que un caballero o una dama no debieran beber más de dos. Pero no les importe beber cuatro. Así, mañana cuando depositen la papeleta finalmente elegida, quizá al azar, podrán decir: fue el alcohol quien te hizo bella.

En fin, hidrátense mucho. Mañana vamos a pasar unos calores de la leche. Y no hablo sólo del tiempo. Para el domingo, el cronista les desea buenas noches y buena suerte sea cual sea su cóctel.

 

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