Antiguos dirigentes socialistas y nuevos barones del PSOE han iniciado una campaña para intentar salvar al partido de “la ineptitud de Pedro Sánchez”, según confiesan a El Satiricón medios socialistas implicados en la campaña. Dicen que “Sánchez es un perdedor y está llevando al partido a la mayor crisis interna y externa de la historia reciente”. Estos medios abogan porque los barones no afines a Sánchez y su ‘núcleo de hierro’ levanten la voz en un Comité Federal y digan que ‘hasta aquí hemos llegado’.
“Estoy perfectamente legitimado para decirle [a Pedro Sánchez] que se vaya. A mí me preocupa mucho más el partido que los que dicen defenderlo”. Así se expresaba hace unos días frente a las cámaras de 13TV el exministro del Interior José Luis Corcuera, una de las voces que más fuerte se ha alzado contra el aún secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y su ‘núcleo de hierro’. Corcuera, aunque de forma aparentemente personal, forma parte de un movimiento que se ha vuelto cada vez más contestatario a la ‘camarilla’ que rodea a Sánchez, del que dicen que está llevando al Partido Socialista hacia posiciones residuales; es decir, hacia su liquidación.
Estos antiguos dirigentes socialistas, algunos de los cuales comparten táctica, estrategia y micrófono en determinados medios de comunicación junto a Corcuera -como Eligio Hernández o Joaquín Leguina, entre otros antiguos cargos del felipismo, como Rodríguez Ibarra– analizan que Sánchez está llevando al partido a la destrucción, que no es un líder ni un estadista y muchos el dirigente que necesita el PSOE en estos momentos. Le achacan, además, el haberse rodeado de una camarilla de inútiles -incluso citan nombres, como la proclive al referendum de independencia Meritxell Batet, el secretario de Organización César Luena, los pseudodirigentes Óscar López y Antonio Hernando, o diputados como Pedro Saura y Rafael Simancas– que estarían llevando al partido a la práctica extinción electoral.
En esas tesis rupturistas contra ‘Sánchez y su camarilla’ podrían estar no sólo los citados excargos felipistas y otros similares, sino también zapateristas y actuales barones del PSOE. Dicen que el propio Felipe González estaría muy contrariado con las políticas de Sánchez, al que igual que Rodríguez Zapatero, que seguiría muy molesto con esa ‘camarilla’ que tanto le critica por haber firmado con el PP en septiembre de 2011 la reforma del artículo 135 de la Constitución.
En esa vertiente anti-Sánchez podrían incluirse los barones y baronesas de Andalucía, Susana Díaz -que podría constituirse en la cabeza de todo el movimiento si finalmente apostara por dar ese salto final-, el extremeño Guillermo Fernández Vara y el manchego Emiliano García-Page. Otros, como el asturiano Javier Fernández, se mantienen en una posición equidistante, pero de Fernández dicen algunos que podría ser el recambio de Sánchez mucho mejor que Susana Díaz. En todo caso, estos medios dan a Sánchez por periclitado, sobre todo si se confirman los malos resultados que el CIS y otras encuestas otorgan a los socialistas en Euskadi y Galicia. “Sánchez nos lleva al desastre -dicen estos medios en privado- y todo para salvar su trasero y el de su camarilla. ¿Cómo se van a poner ahora a trabajar los Hernando, etc., si no lo han hecho nunca fuera de la política?”.
Siendo ciertas o falsas esas consideraciones, lo real es que Sánchez se ha buscado un ‘escudo humano’ que pasa por los ya citados miembros de su ejecutiva más Idoia Mendia -en Euskadi, que apuesta directamente por gobernar con los herederos de Batasuna y con Podemos-; los presidentes de la Comunidad Valenciana, Ximo Puig, y de Baleares, Francina Armengol, que llenan su olla de garbanzos gracias al podemismo en sus respectivas comunidades autónomas, y otros como la secretaria general del PSM, Sara Hernández, ‘colocada’ prácticamente a dedazo después de que Sánchez diera un golpe de estado en la organización madrileño contra Tomás Gómez, que había ganado siempre en primarias.
Se advierten, por tanto, grandes movimientos internos contra el ‘sanchezterato’, pero no se harán más visible hasta el 26 de septiembre, un día después de las elecciones vascas y gallegas.