Dice la oposición política que el nuevo ministro de de Economía, Industria y Competitividad, Román Escolano, que ha sustituido a Luis de Guindos, es un tecnócrata próximo al Opus Dei, como aquella generación de finales de los 60 que pilotó el cambio económico en una España cerrada y sólo movida al toque de órganos y cornetas. Lo dicen porque este auténtico cerebro económico se formó en IESE Business School, la escuela de negocios de la Universidad de Navarra e iniciativa del Opus Dei. Pero la intrahistoria política de este nombramiento va mucho más allá y tiene que ver con los planes de Rajoy para apurar la actual legislatura y no convocar elecciones hasta 2020.
Román Escolano era uno de los favoritos para ocupar el sillón de Luis de Guindos como ministro de Economía, Industria y Competitividad. De hecho, se asegura que fue el propio De Guindos quien lo propuso a Rajoy y éste lo aceptó por dos razones: primera, como línea continuista con las políticas económicas desarrolladas durante su gobierno, y, segunda, porque así se atraía también -o ese cree él- al díscolo expresidente del Gobierno y del PP y actual presidente de FAES, José María Aznar.
En realidad, el nombramiento de Escolano es más complicado que todo eso y contiene unas claves que tienen mucho que ver con la finalización de la legislatura en 2020. Primero, porque el nombramiento de Escolano como sucesor De Guindos ha sido muy bien acogido por el sector financiero, una parte del cual está próxima al Opus. Y se dice que se Escolano o es la Obra o está próximo a la misma, a pesar o precisamente por su liberalismo económico. Ése sería ya un punto a favor de Rajoy, algo así como un guiño a una Iglesia algo dolida por algunas decisiones gubernamentales liberalizantes en lo social y porque no se siente suficientemente defendida por el poder político.
Pero ésa es una lectura un tanto menor. En realidad, según cuentan a Off The Record fuentes financieras solventes, Escolano no es sólo un hombre de De Guindos o de José María Aznar -ahí queda su excelente currículo y su trabajo en FAES durante algunos años-, sino que está muy bien considerado por el sector financiero español, y precisamente uno de sus mayores retos en este periodo van a ser las fusiones bancarias.
Es verdad que, según dicen sus detractores, su nombramiento puede generar tensión con Luis María Linde, gobernador del Banco de España, que ya cargó contra la gestión de Escolano al frente del ICO. Pero, precisamente, el nuevo ministro es quien deberá decidir el nombre de los sustitutos del gobernador y del subgobernador del Banco de España, Linde y Javier Alonso, que dejan el cargo en junio de 2018. Así, pues, camino expedito para tomar unas decisiones financieras de alto calado.
Entre esos asuntos financieros que deberá afrontar como ministro se encuentran la nueva ley de crédito hipotecario y la reforma de los organismos reguladores; la quiebra del Banco Popular, una fuente de demandas nacionales e internacionales de los accionistas que perdieron su dinero y que apuntan al Gobierno, o la privatización del 60% del capital de Bankia, una operación en la que los españoles nos jugamos recuperar algo de los 22.424 millones colocados en ese banco. Además, es la última oportunidad para rebajar la factura del rescate bancario después de unos 45.000 millones de euros perdidos.
Escolano va a tener, pues, una gran presión social, pero Mariano Rajoy ya cuenta con ello y sabe que su nuevo ministro mantiene una excelente relación con Jaime Ponce, presidente del FROB, la Autoridad de Resolución Ejecutiva, que fue consejero del ICO (en representación del Tesoro) y que pilotará la venta de Bankia. Además, Escolano tiene en su haber que conoce bien a José Ignacio Goirigolzarri, presidente de Bankia, con quien trabajó (2006-2009) en el BBVA. Y por si fuera poco, Escolano mantiene una buena relación con Francisco González, presidente del BBVA, que le fichó después de haber trabajado en el Gobierno de José María Aznar como director del Departamento de Economía del Gabinete del Presidente.
Así las cosas, desde el PP confían en que Rajoy podrá afrontar con relativa tranquilidad el final de legislatura, programado para 2020: privatizaciones y fusiones bancarias controladas; excelentes relaciones personales de Escolano con los responsables financieros, como Isidre Fainé , presidente de Gas Natural Fenosa, Criteria Caixa y de la Fundación Bancaria La Caixa, y otros; continuidad de la política económica seguida por De Guindos; un cierto amansamiento de Aznar… todo parece controlado para Rajoy.
Ahora bien, también se comenta en el PP otro aspecto de las relaciones personales en el nuevo gabinete, y ahí es donde la entrada de Escolano puede dar un vuelco en el capítulo de las influencias personales. Dicen fuentes populares a este periódico que es más que probable que se dé una pérdida de influencia de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, tan enfrentado en esta última etapa con De Guindos que augura nuevos enfrentamientos con su sucesor.
Pero, en todo caso, eso será política ‘de alcoba’ que se irá viendo en los próximos meses. De momento, Rajoy puede que lo tenga todo bastante más atado de lo que se cree por fuera.
Respecto al propio Escolano, sólo queda decir sólo que es economista de cabecera de FAES y defensor de la austeridad a ultranza. Es un europeísta convencido, defensor de la unión bancaria, energética y del mercado de capitales, y es también partidario del libre mercado y del comercio global.