Cuando se apela a la tradición para defender algo es porque no hay un argumento digno de tal nombre. Con esa férula, en la historia de la humanidad las mujeres han sido siempre esclavas, sin derechos, salvo en los tiempos más cercanos, siglo y medio en los países más avanzados, bastante menos en España. La tradición (y la religión) es lo que hace que las mujeres sigan siendo esclavas en muchas culturas o se les practique la ablación en otras.

Por tradición en España podríamos seguir con el sistema feudal, su derecho de pernada y sus esclavos a cambio de techo y comida, que nos ha gobernado durante siglos frente a unos pocos decenios de democracia.

Por tradición, que vuelvan los dictadores que han llenado nuestra historia de militares botarates en el poder.

Por tradición, que siga la corrupción económica, política y social imperante desde que se acabó la corrupción política de la dictadura hace ya casi 40 años.

Afortunadamente muchas de estas tradiciones se perdieron en el tiempo, algunas tras muchos años de lucha de gente decente, y el Toro de la Vega como otras prácticas de tortura animal, como la corrupción que sigue gobernando hoy nuestras instituciones por la casta política de PP-PSOE-PNV-CDC y otros, que debe acabarse. Y hay que oponerse cada día, siempre que la situación lo permita, porque el silencio es cómplice, es animar a los salvajes y a los corruptos a que sigan en sus prácticas ancestrales sin atender a la evolución de la sociedad y del ser humano.

Hay que tomar posición contra las prácticas de tortura a los animales, contra la corrupción, contra la xenofobia del independentismo, contra la homofobia, contra quienes quieren imponer sus valores religiosos arropándose en banderas que no les pertenecen, porque callarse no es una opción. La humanidad solo avanza cuando la gente decente, tolerante, trabajadora decide levantarse. Ya es tiempo de hacerlo.