‘El dinosaurio’ es un cuento del escritor Augusto Monterroso que se considera el más corto de la literatura con sus siete palabras. Cambiando dinosaurio por corrupción valdría como explicación para la sociedad española, que 45 años después de lo que se suponía una transición modélica de la dictadura a la democracia tiene graves enfermedades de difícil cura y una de las más graves, el dinosaurio, es la corrupción.
Recuerdo un periodo en el que llegaron al sindicato del que yo era secretario general numerosas denuncias que trasladé al director general; pasado un tiempo sin resultados me dijo el político y su mano derecha policial que eran demasiadas, que no podíamos estar todos los meses durante mucho tiempo siendo noticia por prácticas corruptas de policías porque eso afectaba negativamente a la imagen corporativa. Había que discriminar e ir despacio.
Alguna denuncia sobre presuntas irregularidades en obras y adquisición de material durmieron el sueño de los justos en un juzgado de Madrid durante seis años, tras lo cual, sin haber hecho ni una sola diligencia, la juez decretó el archivo. Aunque en un libro que tengo escrito sobre 42 años en la Policía comento algún caso, estoy escribiendo sobre prácticas corruptas que he conocido sin dar detalles que identifiquen a los presuntos corruptos (no quiero engordar mi medallero de 66 querellas y denuncias por denunciar ésas y otras prácticas), pero que si alguna vez alguien quiere utilizar para limpiar de mugre las instituciones que nos gobiernan (y roban), tenga algún hilo del que tirar.
Corrupción en las instituciones de la que no se salva ningún partido político salvo los que no hayan tenido responsabilidades públicas, y a veces, ni ésos. Creo que el Estado, las instituciones españolas y la sociedad están en tal nivel de pudrimiento que no hay solución, que el dinosaurio corrompió la democracia hasta convertirla en partidocracia y así seguirá a mayor beneficio de los políticos feudales y sus acólitos.
No creo que exista cura para la enfermedad que nos aqueja como sociedad, Estado y nación por mi propia experiencia en la Policía, que no es más corrupta que cualquier otra institución, policial o no; he conocido y denunciado numerosos casos de policías corruptos, narcotraficantes, de mandos que se lucraban adquiriendo material, en obras, colocando a sus amigos, concediéndoles 300 felicitaciones en un mes para potenciar su baremo y el ascenso a comisario y la mayoría de denuncias, internas y en los tribunales, no han servido para nada.
No hace falta decir que he conseguido muchos y poderosos “amigos” con este proceder. En cargos similares al mío hay quienes han recibido medalla roja pensionada, embajada, ascensos propios y de familiares y otras canonjías que, aunque me ofrecieron, rechacé.
No existe cultura contra la corrupción en esta sociedad, al revés; los poderosos que tienen dinero en paraísos fiscales presumen de su nivel de vida sin que nadie se pregunte cómo obtuvieron tanta riqueza. Tenemos a políticos con empresas offshore y doble nacionalidad que han sido políticos desde muy jóvenes y es imposible que hayan podido hacer legalmente las fortunas que ostentan, y otros que, sin esas empresas ni doble nacionalidad, tampoco. Nadie pregunta cómo consiguieron sus bienes y sus desahogadas posiciones económicas. Entre la gente corriente, quien engaña a Hacienda lo cuenta en el bar e invita a sus amigos y vecinos. Es la tradicional picaresca española del Lazarillo de Tormes o Rinconete y Cortadillo que ha evolucionado degenerando en corrupción.
Se siguen investigando y señalando juicios de las tramas Gürtel, ERE y otras, se han conocido condenas en el País Vasco, investigaciones en Cantabria y la trama “Mediador” o “Tito Berni” empieza su recorrido con generales y altos oficiales de la Guardia Civil implicados, con una sociedad resignada ante tanto ladrón camuflado de político, general o cualquier carguillo de medio pelo para afanar lo que puedan.
La dimisión o cese de la directora general de la Guardia Civil, María Gámez, de la que se ha sabido que adquirió un ático de un millón y un piso de 300.000 euros en Málaga coincidiendo con las tareas de su marido, jefe de Gabinete de un consejero en la cárcel por los ERE, no hizo saltar ningún resorte del Estado, las instituciones ni sus compañeros de partido. Como no ocurrió con los ERE, la Gürtel ni ningún otro de los múltiples casos de corrupción arrastrados desde la llegada de la democracia.
Considero que una dictadura en sí misma es corrupta por definición, pero es innegable que donde antes había uno o cien corruptos hoy hay cientos de miles robando a manos llenas con luz y taquígrafos.
General de la Guardia Civil con dos viviendas oficiales con todos los gastos pagados, planes millonarios en el extranjero comisionado por una fundación dirigida por tres ministros, otro que encargaba obras a capricho sin demandarlas los cuarteles… y ninguno levantó sospechas en los de su rango, sus subordinados oficiales (algunos investigados) salvo en los guardias y alguna asociación que lo denunció, recibiendo la misma respuesta que tan bien conozco: silencio de los responsables políticos, cadena de mando y amenazas y expedientes a los denunciantes.
El Estado, su Administración en todos los niveles, está putrefacta. Asistimos en 2014 al asesinato de Isabel Carrasco, presidenta de la Diputación de León (PP) y supimos que, si esa señora no quería que alguien trabajara en León, al menos en determinados ámbitos de responsabilidad, esa persona se tenía que ir de la ciudad.
Cuando escribo esto se conocen declaraciones del alcalde de Mérida (PSOE), amenazando a un ciudadano que le pedía trabajo diciendo que si alguien denuncia por alguna irregularidad al ayuntamiento no será contratado nunca más. El feudalismo, el nepotismo, la arbitrariedad de la casta política está a la orden del día y todos la conocemos. Que la directora general de la Guardia Civil anuncie su dimisión por investigaciones de corrupción sobre su marido y la acompañen de uniforme cuatro de los cinco tenientes generales del cuerpo ahorra toda explicación.
El sistema está podrido desde las más altas instancias hasta la concejala que, por méritos desconocidos, fue ascendida a directora general de la Guardia Civil y despedida con honores por cuatro tenientes generales. En una democracia digna de tal nombre todos estarían en la reserva desde un minuto después.
España hoy es una familia de La Palma cuya casa quedó sepultada por la lava del volcán, que creyó al presidente del Gobierno cuando prometió ayudas inmediatas en los ocho viajes que realizó a hacer propaganda política y que hoy sigue viviendo en un contenedor sin haber recibido ni un euro, mientras los recibos de la luz de su casa enterrada le siguen llegando puntualmente. Cuando recurre a las instituciones canarias le dicen que ya han entregado 100 casas, que paciencia, que los políticos son muy eficaces y bondadosos. A ese ritmo, cuando les llegue la ayuda a los 900 que faltan es posible que puedan habitarlas sus nietos.