De súbito: llega la política bailarín

Hay instituciones o cargos púbicos que la mayoría de la sociedad desconoce. Por un poner, ¿qué es un secretario de Estado? Su utilidad es francamente desconocida, suelen ser señores o señoras con amarillenta cara funcionarial, cuya función es quitarle marrones al ministro, suele recomendarse discreción y, por ello, el anonimato los hace, para la mayoría, desconocido.

Pero, de súbito, y así sin avisar, nace un político o política bailarín en expresión del escritor Milan Kundera, y el anonimato desaparece.

En su libro La lentitud, el escritor checo Milan Kundera describe un tipo particular de político o política: “El bailarín se distingue del político corriente en que no desea el poder, sino la gloria; no desea imponer al mundo una u otra organización social (eso no le quita el sueño en absoluto), sino ocupar el escenario desde donde poder irradiar su yo”.

En fin, señoras y señores, del mismo productor de la tonta del bote, llega ahora la secretaria de estado Rodríguez Pam.

Empezó haciendo unas risas sobre el hecho de que la ley de su ministerio estaba provocando rebajas de penas a violadores y castigando a las víctimas más que a los penados, graciosa la muchacha. Siguió pronunciándose sobre las cantidades de géneros existentes que ustedes desconocen, para continuar afirmando lo que deben hacer ustedes en su cama.

Como uno es, al parecer, heterosexual binario básico, en la universidad solo iba a los baños de caballeros.

Aquellas puertas, como sabrán ustedes, eran pozos de sabiduría. En una de ellas leyó el cronista una sabia máxima: “masturbarse esta bien, pero follando se conoce gente”. Sabio principio: la técnica propuesta anima la conversación, el intercambio de opiniones y algunas habilidades sociales,

Principio que la secretaria de Estado, la Señora Rodriguez Pam, no comparte, estimadas señoras. Si ustedes creían que pueden hacerlo como quieran están muy equivocadas. Ustedes no saben hacerlo. Miren ustedes por donde, la señora Rodriguez Pam es como aquellos curas de antaño, empeñados en meterse en nuestras camas y bajo las faldas de las señoras.

Ya la ministra, que se ha quedado sin leyes que hacer de aquí a diciembre, ha dicho que hay que empezar a hablar de lo que ustedes hacen en la cama. La secretaria de Estado ha completado el trabajo bordando el delito: ha publicado una foto de un juguete sexual, afirmando, que “mata fascistas”.

Esto ya no es gracioso. En un país democrático y que tiene en su Constitución prohibida la pena de muerte un político o una política no debería sugerir que “matar” es algo natural, salvo dimisión ética necesaria.

Para acabar con su baile en el centro del escenario ha acabado publicando en las redes sociales una foto acompañando a unas muchachas que cantan una canción de letra llena de finura, gracia y elegancia: “Es una pena que la madre de Abascal no pudiera abortar”.

Como el presidente del gobierno no la va a cesar, como nadie va a pedir perdón, permítanme que sea este cronista el que recuerde que ninguna mujer aborta por gracia o diversión, que es uno de los derechos cuyo ejercicio es más estresante, y, de paso, comente que alguien del movimiento feminista debiera disculparse con la señora madre de Abascal. Los insultos personales es lo que tienen delatan: la maldad del activista.

Si Kundera hubiera conocido a Rodríguez Pam hubiera añadido que, de súbito, el político o la política bailarín, inflados o infladas de egolatría, se convierten en un peligro público o quizá en un o una imbécil, que ambas cosas pueden ser.

Ignoren a los políticos bailarines, busquen su habitual taberna, disfruten de su mundo sin permitir que nadie les diga cómo deben hacerlo.

Afortunadamente, la libertad, lo dijo Miguel Hernández, “es algo que sólo en tus entrañas bate como el relámpago”. No le regalen sus entrañas a nadie y menos a una política bailarina. Con permiso, ustedes disfruten y a la señora que le den.

 

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