Lo acaba de decir Ángela Rodríguez Pam, Secretaria de Estado de Igualdad. No sólo ha afirmado que “todos los hombres son violadores” sino que, contradiciendo a las estadísticas y hasta la lógica, ha añadido que los españoles lo son más que el resto.

No es la primera salvajada que ha dicho la segunda en el Ministerio de Irene Montero, ni será la última. Lo mismo ironizó sobre los violadores excarcelados por la ley de “sólo sí es sí” que se dejó filmar con las activistas que gritaba que era una pena que “la madre de Abascal no pudiera abortar”.

A Pam, como se la conoce por todos los bochinches que ha armado, entre otras lindezas también le “escandaliza” que, según una encuesta, el 75 por ciento de las mujeres “prefieran la penetración a la auto estimulación”.

No estamos hablando de una agitadora social cualquiera, sino de la número dos de un Ministerio. Por eso, quiéralo o no, cuando ella habla lo hace el Gobierno y sus opiniones pasan de ser las de una activista callejera cualquiera a una referencia institucional.

Eso es lo más significativo de todo el discurso de Pam: que se apoya en las instituciones públicas sufragadas con el dinero de todos los españoles. Y supone no sólo la denigración del varón, sino una hipersexualización del discurso público. Si todo el día nos lo pasamos hablando de las diferentes formas de sexualidad, de la perversión del varón, del derecho a usar su cuerpo de las y los adolescentes, no nos extrañemos luego que en ese contexto haya más delitos sexuales que antes.

Lo cierto es que desde que existe el Ministerio de Igualdad y por él pululan a mogollón personajes como Pam, el número de agresiones sexuales aumenta y la edad de las víctimas y los victimarios es más baja. Un auténtico despropósito que no tiene visos de acabar.