Debacle del PSOE en Galicia: la amnistía a Puigdemont hunde al sanchismo y revalida la mayoría absoluta del PP

Off the record u On the record, los socialistas se desgañitaron durante la campaña electoral para el 18-F señalando las trampas de Alberto Núñez Feijóo, que habría adelantado los comicios autonómicos en Galicia para hacerlos coincidir con la aprobación de la Ley de Amnistía a los golpistas catalanes y revalidar así la mayoría absoluta del PP en la Xunta gallega. Verdadera o falsa la premisa del PSOE, lo ocurrido en estas elecciones autonómicas no ha dejado lugar a dudas: el PP ha revalidado su mayoría absoluta en Galicia, el sanchismo como tal se ha hundido junto a sus socios Sumar y Podemos, y el nacionalismo abertzale, radical y excluyente del BNG ha fracasado en su plan de asalto al Pazo de Raxoi e incorporar a Galicia a la ruta del independentismo.

La sola denuncia de que Feijóo habría obligado a su sucesor en la Xunta, Alfonso Rueda, a adelantar los comicios gallegos para hacerlos coincidir con los debates para aprobar la ley de amnistía al fugado Carles Puigdemont ya conllevaba mala fe por parte del PSdeG-PSOE, pero, sobre todo, denotaba mala conciencia en el conjunto del sanchismo, con el reconocimiento implícito de que, además de rozar la inconstitucionalidad, la amnistía a supuestos corruptos y golpistas sería rechazada por la mayoría del tejido social.

Podrá ser ésa la razón, o no, pero el PP ha revalidado su mayoría absoluta con 40 escaños sobre 75 (dos menos que en los comicios de 2020, pero con más de 60.000 votos por encima que en aquella ocasión), lo que le permitirá a Rueda gobernar nuevamente en solitario pese a llevar los populares tantos años en el gobierno regional –el desgaste político ha sido mínimo- y pese a haber procedido el PP a un cambio radical de candidato en sus filas.

Desde el PSOE federal se habían curado en salud y por eso habrían venido afirmando que quien se la jugaba en estos comicios no era el PSdeG-PSOE, ni mucho menos el sanchismo, sino directamente el PP a nivel nacional, y más directamente el propio Feijóo. Pero el hecho cierto es que los estrategas sanchistas obligaron a su propio candidato, José Ramón Gómez-Bestiero, a realizar una campaña tan dependiente -o aparentemente subrogada- al BNG, que sólo le faltó pedir el voto para la candidata abertzale gallega, Ana Pontón.

Quizá esa circunstancia explique por qué, literalmente, el PSdeG_PSOE se ha estrellado en Galicia este 18-F, con pérdida de 5 escaños y casi 54.000 votos menos con respecto a los comicios de 2020 y se haya quedado en 9 parlamentarios de 75. Es decir, una residual tercera fuerza política… de cuatro.

Más a la izquierda del PSOE, en el ámbito más estalinista del espectro, para los analistas políticos era obvio -como así ha ocurrido finalmente- que ni Sumar ni Podemos lograrían entrar en el mercado electoral gallego. Los gallegos han demostrado que no están para tracas de quítate tú que me pongo yo, y que las peleas y codazos entre Yolanda Díaz y el tándem Irene MonteroIone Belarra retratan muy claramente a estos personajes políticos.

En realidad, ni Marta Lois, por Sumar –los de Yoli Díaz, para entendernos-, ni Isabel Faralde, por Podemos –los de Montero-Belarra-, tenían posibilidad real de entrar en un Parlamento autonómico en el que habitualmente han conseguido escaño tan sólo tres partidos políticos, aunque ahora haya conseguido entrar con un escaño Democracia Ourensana, el de Armando Ojea. Pero, analizando los resultados, se observa que lo de Podemos ha sido la gran hecatombe, con tan sólo 3.700 votos, mientras que sus antagonistas de Sumar han obtenido 27.000 votos. Como dato curioso, ambas formaciones se han quedado lejos de otro partido residual en Galicia, Vox, que ha obtenido casi 32.000 votos, que tan poco le han dado opción a un escaño.

El candidato de Vox, el radical –por la derecha- Álvaro Díaz-Mella, presidente de Vox en Pontevedra, ha corrido la misma suerte radical que los también radicales –por la izquierda- Sumar y Podemos: parece hacerse realidad esa máxima de que los experimentos en Galicia se hacen en casa y con gaseosa.

Finalmente, el Bloque Nacionalista Galego: lo que los correligionarios de Ana Pontón parecen no haber tenido en cuenta en su campaña electoral es un detalle de la máxima importancia política: que ya Manuel Fraga constituyó en 1989 un partido regionalista-galeguista con una implicación muy familiar, muy introducida en el tejido social gallego, que es lo que explica que, salvo breves periodos de tiempo, como en 2005-2009, el PP –y antes AP- haya gobernado siempre en la Xunta.

Todo parece indicar que los gallegos podrían haber valorado en negativo los devaneos político-amorosos de los dirigentes del BNG con Bildu –los herederos de ETA- y la posibilidad de que en Galicia se abriera un periodo de gran inestabilidad política por las pretensiones independentistas de unos políticos que parecen estar fuera de la idiosincrasia gallega.

Así se explicaría que, a pesar de haber existido un gran trasvase de votos del PSdeG al BNG (los socialistas han perdido 54.000 votos respecto a 2020) y de haberse situado como segunda fuerza política, los nacionalistas no han conseguido pasar de los 25 escaños, lo que a los indepes les ha colocado demasiado lejos de la mayoría absoluta: ni siquiera pueden sumar con los restos del naufragio del PSOE.

Puede que el aumento de la participación en Lugo y Orense, más bien feudos del PP -y en esta última provincia también de Democracia Ourensana, de Armando Ojea-, haya influido en los resultados finales: no a los experimentos del BNG con ERC, Junts, Bildu. O lo que sea.

Pese a todo, los resultados definitivos no se conocerán hasta el próximo viernes, 23 de febrero, momento en el que se sume el voto CERA. De los 476.544 gallegos que residen en el exterior ha votado el 6,1 % (un 5% más que en 2020), es decir, más de 29.000 votos que podrían cambiar la titularidad de algún que otro escaño. Pero no parece que a estas alturas eso sea ya algo determinante.

Como anécdota, habría que referirnos al nuevo éxito rotundo del CIS que preside el sanchista José Félix Tezanos. En su último sondeo preelectoral, el del 12 de febrero, el CIS estipulaba 34/38 escaños al PP; 24/31 al BNG; 9/14 al PSdeG-PSOE; 0/2 a Sumar, y 0/1 a Vox. Por supuesto, en ese sondeo no entraban en el Parlamento gallego ni Podemos –los antagonistas del Sumar de Yoli Díaz- ni Democracia Ourensana, que en última instancia podría facilitar el Gobierno el popular Alfonso Rueda. Otro éxito sin precedentes para Tezanos.

 

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