Reino Unido afirma estar dispuesto a penalizar el dinero de los oligarcas. Pero el resto del personal europeo se pregunta cómo van a desengancharse, tras haberse drogado con ganas previamente. “Londongrado”, la colonia de los oligarcas rusos en Londres, es la segunda ciudad de Rusia. La próxima vez que viajen a Londres pueden visitar sus barrios: sentirán el tipo de miedo que la riqueza quiere mantener a raya.
A medida que el gobierno británico, y otros, hablan de su determinación para tomar medidas enérgicas contra los oligarcas rusos, es posible que se estén gestando cambios económicos relevantes, más allá de los analizados a simple vista como la inflación, cambios energéticos, cadena de suministros…
El Financial Times ha advertido de una caída del mercado inmobiliario londinense, cosa que guarda extraordinaria relación con el comportamiento de la banca. Un periódico tan atento al mercado avisó justo antes de que hoy la Cámara de los Comunes haya debatido una ley de delitos económicos, paralizada desde hace cuatro años, y que Putin ha logrado revivir.
Los ministros dicen que quieren abordar la maraña de secretos y engaños que ha rodeado durante mucho tiempo el dinero despojado a las economías extranjeras y vertido en propiedades, activos y bancos británicos y, así, allanar el camino para acciones aún más duras contra las personas vinculadas al gobierno ruso.
Cosa que hasta los suizos han empezado a hacer, con efectos tipo bomba nuclear, en todos los capitales escondidos, no solo los rusos. Si esto hará algo para detener la matanza en Ucrania, quizá sea dudoso, pero amenazante sí que suena, si eres rico.
Entre otras medidas, la nueva legislación creará un registro público de los propietarios con intereses en el extranjero que compran y venden propiedades en el Reino Unido, para levantar el velo proporcionado por las empresas ficticias.
Hoy mismo, el tercer hombre más rico de Rusia (minería y cadenas turísticas) ha transferido activos a un paraíso fiscal. Una parte procede de Israel, por si ustedes se preguntaban por el interés de ese Gobierno en hacer de negociador.
Habrá reformas al sistema de órdenes de compraventa que, supuestamente, permitirán a las autoridades del Reino Unido incautar activos criminales, sin la necesidad de probar actividad criminal. Incluso van a crear una sección policial especial para seguir las sanciones.
La legión de lobbies y abogados de “Londongrado” impulsan al gobierno británico a señalar que las restricciones judiciales serias pueden ser lentas incluso cuando Francia, Alemania e Italia confiscan yates a los asociados de Putin.
La intersección de criminalidad y poder en todo el mundo requiere más acciones contra el dinero sucio y el secreto bancario. Hay una larga historia de complacencia de oligarcas y aliados al poder político y económico. Se ha asentado en un profundo pensamiento grupal.
Los rusos eligieron Londres, ya lo hicieron los no comunistas tras la Segunda Guerra Mundial. Bajo todo el bombo publicitario, el negocio y la complicidad es la razón básica por la que Gran Bretaña se ha convertido en un paraíso para tanto dinero sucio.
Para entender eso en un instante puede verse el sistema de “pasaportes de oro” (por ejemplo usadas en Portugal para atraer a ricos españoles) que el Reino Unido usa desde hace más de 25 años, permitiendo a las personas vivir en el país a cambio de invertir en empresas registradas en el Reino Unido.
En 2014, el nivel de efectivo requerido se duplicó de un millón a dos millones de libras. Pero entre 2008 y principios de 2015, los controles que se llevaron a cabo sobre los solicitantes eran responsabilidad exclusiva de los bufetes de abogados y los administradores de patrimonio que los representaban. Esto se conoció como el período de la “fe ciega”.
El veintitrés por ciento de las solicitudes durante ese tiempo provinieron de Rusia; el año pasado, se supo que en los 11 años hasta 2019, solo el 9% de las solicitudes de pasaportes de oro fueron rechazadas, en comparación con el 42% de las solicitudes de asilo. No me digan que no es esclarecedor.
En 2006, el mismo año en que el crítico de Putin, Alexander Litvinenko, fue asesinado en Londres, el entonces alcalde de la ciudad, Ken Livingstone, dijo que quería que “las empresas rusas consideraran a Londres como su base natural en Europa” y su oficina estableció un pequeño departamento destinado a atraer dinero ruso a Londres.
Cinco años después, David Cameron fue a Moscú y afirmó que el Reino Unido estaba abierto abierta a su dinero como una cuestión de diseño económico. A fines del año pasado, hay una marca Londres: y desde hace un cuarto de siglo el efectivo es una parte indeleble.
En términos de la experiencia cotidiana de los londinenses, la captación de miles de millones ha tenido consecuencias muy visibles. Demasiadas calles están ahora llenas de casas y pisos comprados por individuos ausentes, aumento de precios y alquileres a niveles completamente imposibles.
Rusia no es el único país cuyos ciudadanos ricos están en el centro de estos cambios, pero al echar raíces en Londres, los oligarcas postsoviéticos han representado una especie de desigualdad duplicada. Los 500 rusos con un patrimonio neto de más de 100 millones de dólares controlan el 40% de la riqueza familiar de su país. Y una vez que grandes porciones de ese dinero fueron inyectadas en Londres, las propias desigualdades de la capital inevitablemente empeoraron.
Si ustedes se quejan de Airbnb en Madrid o Barcelona, no se hace una idea.
Allí donde esté el dinero ruso ha traído oscuridad y silencio. España tiene sus “barriadas” en la costa. Ahora Londres quiere desengancharse, pero está muy dopado: un día les contaré lo del aumento de las donaciones a parlamentarios que dicen, ahora, que la fiesta se ha terminado
El dinero ruso ha drogado Londres. ¿Solo allí deben preocuparse?
