El diputado Segura… y la ‘Lozana’ y no andaluza

El diputado socialista José Segura que deja el escaño por la puerta grande. Otras, como Irene Lozano, practican el transfuguismo. Foto: PSOE.

El diputado socialista José Segura, que deja el escaño por la puerta grande. Otros, como Irene Lozano, practican el transfuguismo. Foto: PSOE.

La profunda convulsión sufrida en España en los últimos años no solo ha afectado a los ciudadanos más vulnerables, a los que ha sumido en la situación más precaria, injusta y desigual de nuestra reciente democracia. También ha conmovido a buena parte de la clase política, a la que esa misma ciudadanía rechaza al considerarla culpable o incapaz de revertir la crisis con medidas indignas, además de por las execrables prácticas corruptas aunque no generalizadas.

Ambos cataclismos han originado una obsesión en los partidos de viejo cuño -PP y PSOE especialmente- por el rejuvenecimiento de sus cuadros y sus representantes en la vida política, esto es, el Parlamento, en un mimetismo frenético con las formaciones emergentes -Ciudadanos y Podemos- cuyos líderes apenas superan los 35 años y su militancia es más joven y fresca.

Mientras que el partido del Gobierno espera absorto y preocupado el mazazo de las urnas en las elecciones navideñas, en las que podría perder más de 50 escaños, razón por la que aun no ha abierto el melón de las listas a diputados y senadores, los socialistas, por su parte, han acelerado de manera frenética la carrera de la regeneración iniciada por un líder, de momento ágil, con poco mas de 40 años.

Este bálsamo de fierabrás y la voluntad de otros, se llevara por delante a más del 60% de los parlamentarios actuales, entre ellos muchos veteranos con amplísimo bagaje político y sobre todo experiencia profesional cuyo conocimiento y especialización de las materias objeto de debate y transacción se dejara notar en el bagaje legislativo del país.

El catedrático Segura

Entre este tipo de diputados que dejan el escaño se encuentra el canario José Segura, una de las mentes más preclaras y activas del parlamento español, no siempre aprovechado por su partido y enemigo de conciliábulos, alabanzas y traiciones en las que tanto se prodigan los ilustres y denostados protagonistas de nuestra clase política desde tiempos inmemoriales.

Catedrático de termodinámica y profesor de física aplicada, este riguroso orador, irónico contendiente y persona bromista, ha sido protagonista de las últimas ocho legislaturas entre Congreso y Senado. En ellas aportó miles de iniciativas sobre materias sensibles de la economía, la industria o la energía. Solo en el último periodo fue ponente nada menos que de ocho proyectos estratégicos como la ley Hidrocarburos, Seguridad Nacional, Metrológica, Navegación Marítima o del mismo sector Eléctrico, en cuya norma alternativa a la del Gobierno tuvo un ‘discípulo’ aventajado conocido por el nombre de Pedro Sánchez.

El diputado Segura, como cordial y guasonamente se hace llamar este parlamentario antitético de la mera practica de apretar el botón para votar, ha querido dar un paso atrás y no perpetuarse de candidato (como le proponía su formación) tras sentirse agradecido y recompensado por los dilatados años de servicio a la vida pública que inició en el cabildo de Tenerife allá por 1979.

Su vitalidad y energía, a buen seguro que seguirán siendo directamente proporcionales a la entropía expansiva del universo que predica el segundo principio de la Termodinámica y que tantas veces enseñó a sus alumnos y correligionarios aunque muchos de ellos no le entendieran ni llegaran a comprender.

Guerra y los otros damnificados

El efecto del paso atrás en las filas socialistas se lo aplicó ya hace meses el carismático y todopoderoso ex vicepresidente del gobierno con Felipe González, Alfonso Guerra, cuya labor para restaurar las libertades y la democracia y llevar a buen puerto la Constitución fue más que esencial. Este martillo de herejes rivales y también de su propia formación, se despidió con el genio y figura de siempre, esto es advirtiendo lapidariamente que ‘si el Partido Socialista llegara a aliarse con el PP, se acabará el PSOE, pero si nos aliamos con Podemos, puede que se acabe España’.

El exministro Jesús Caldera y otros parlamentarios avezados de experiencia dilatada, como el toledano Alejandro Alonso, tampoco estarán en el nuevo y atomizado parlamento, donde se echara de menos a la discreta y más que laboriosa diputada manchega Magdalena Valerio, víctima de la intriga y la lucha cainita por las listas provinciales.

Despedidas colaterales: Macías, Olabarría, Llamazares

Otros muchos diputados, que también han pasado por el Parlamento para trabajar, en lugar de medrar, dejaran igualmente el palacio de la Carrera de San Jerónimo. Los hay de todas las ideologías y formaciones cuyo riguroso trabajo ha servido para controlar la prepotencia y los excesos de los gobiernos en las últimas tres décadas y contribuir a mejorar las leyes con su aportación.

El convergente Pere Macías, el vasco Emilio Olabarría y el izquierdista Gaspar Llamazares –hoy en el parlamento asturiano- son ejemplo de ello. El primero, con apenas tres legislaturas, se gano el respeto de la cámara y se ‘jubila’ como portavoz de la formación independentista catalana sin la estridencia y exabruptos de sus mentores de la Generalitat. El peneuvista Olabarría ha logrado convertirse en todo un referente histórico tras 28 años en el parlamento de Madrid. Polivalente, versátil, riguroso en el debate y combativo cuando la ocasión lo requería, igual que Llamazares, ambos tuvieron que debatir hasta cuatro materias diferentes en una misma jornada para representar a sus grupos minoritarios.

El nacionalista moderado Duran i Lleida, uno de los últimos referentes de la Transición, hará un último intento por abanderar su formación -Unió Democrática- con la que siempre defendió el dialogo, el europeísmo y una mejor vertebración de España. Por su parte, la lideresa de UPyD, Rosa Diez, dejara la vida política victima de la arrogancia y el desprecio a quienes la auparon.

La ‘Lozana’ y no andaluza

Mención aparte merece una debutante y hábil luchadora del circo político llamada Irene Lozano, a la que el partido Socialista ha rescatado del abismo gracias a su fichaje de última hora como referente de la nueva regeneración. Conocida como la ‘Lozana’ -y no precisamente andaluza- por el rechazo generado en los socialistas de esta comunidad a los que critico y vituperó por ‘corruptos´, es todo un ejemplo de meritos y de subsistencia sin que parezca transfuguismo, filibusterismo o el ya rancio cambio de chaqueta aunque sottovoce se ofreciera a Ciudadanos (y fuera rechazada).

Si sobrevivirá la eficaz y combativa ex militante de la formación de Rosa Diez es toda una incógnita. Todo dependerá de si sabe morderse la lengua para no repetir los exabruptos que propino a su antigua jefa –‘ha enloquecido’, dijo de ella– y a su ex compañero de filas en el Europarlamento, Francisco Sosa Wagner, al que espetó por sugerir el acercamiento de UPyD al partido de Rivera: ‘Será difícil que alguien te iguale en mezquindad’, además de preguntarle en una carta abierta: ‘¿Cuándo encarnabas el espíritu libre y valiente, antes de las elecciones, o ahora que tienes tu plan quinquenal?’, (por su sueldo generoso).

Con todo, las lindezas de Lozano fueron pecata minuta comparadas con las que también dedicó a quienes hoy son sus nuevos compañeros de pupitre: ‘El ideal de PP y PSOE es una mezcla de Suiza y Sicilia’, o esta otra, ‘Andalucía está cerca de parecerse al PRI, la dictadura perfecta’, sentenció.

Por la boca muere el pez… y los políticos más.

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