El lío aquel de la cena de amigotes

El cronista sostiene, reconoce que con escasa o ninguna base teológica, que si la Última Cena hubiera sido en Madrid, Jesús se hubiera reunido con su padre con menos lío. Quiero decir que los amigotes hubieran encontrado un bar abierto tras su lifara, en lugar de irse a un huerto, o un afterhours de esos que le molestan a Yolanda y le encantan a Isabel.

El amigo del ministro del Sanedrín, del que aquí les he hablado, se hubiera llevado a Judas a un puticlub, antes de darle las monedillas, costumbre habitual en ciertas zonas del progresos global; los municipales hubieran tenido tiempo de detener al levantisco Cristo, con menos ruido y, enterado, Marlaska le habría pedido a Ábalos un Air Europa para que Jesús se reuniera con su padre. Un par de tuits de Oscar Puente echándole la culpa a Ayuso para que no habláramos mucho del puticlub y hecho.

Pero en Judea, como se sabe, funciona todo más a lo bestia, especialmente cuando lo deciden los ministros del Sanedrín que allí, como en todas partes, el pueblo no tiene mucha culpa de los habituales desmanes.

En fin, ha llegado la hora nona. Se acabó la cuaresma y empieza la Pasión. Y todo se va a poner muy shakesperiano, como ustedes saben.

Y el caso es que la cena de los trece amigotes no empezó mal. Jesús fue un excelente anfitrión y siguiendo la costumbre judía, propia de los pueblos que andan en sandalia, lavo los pies a sus amigos.

Habitualmente, eso lo hacían los sirvientes, pero como los Lázaro, de los Lázaro resucitados, estaban en su fiesta y Magdalena en la cocina, pues Jesús se encargó del asunto, eso sí en plan mandón (Mandatum novum do vobis: ‘Os doy un nuevo mandamiento’, haced esto en mi memoria). Y, nada, desde entonces, los papas y sacerdotes lavan los pies a los vulnerables, una vez al año, eso sí.

El caso, estimados y estimadas, es que se pusieron a comer (ni potaje ni tonterías de Ésas): cordero; era la fiesta de pesaj, que se celebra en la primera luna llena de primavera, ésa es la razón por la que la Semana Santa no tiene fecha fija, es cosa de la luna, no del Vaticano ni del Gobierno.

Así que siendo la sangre de Dios vino, excelente hallazgo, es su cuerpo de carne de corderico, cosa que los aragoneses siempre hemos ponderado mucho.

Yo se lo tengo dicho. Una cena de trece amigotes, con vino abundante, el anfitrión era especialista en sacarlo del agua, y no demasiado cordero, sin chicas que aplacaran las cosas, no era una buena idea.

Se acabó el condumio y como Judea no es Madrid no había ni terrazas, ni bares abiertos ni afterhours, la muchachada se nos fue al huerto. Como seguramente estaban distraídos con la recién aprendida eucaristía y hablando de las reglas por el líder puestas, no notaron que Judas no estaba,

Así que, entre mucho vino y poco cordero, Jesús se puso a hablar con su celestial padre, mientras se montaba el follón. Que si Judas delató al redentor, que si Pedro cambió de opinión tres veces, que si la policía del Sanedrín se llevó al hijo de Dios. Y del huerto de los Olivos salió un carajal de la leche.

El arresto no debió ser muy fino, pero el imperio romano no estaba para sutilezas y los mercaderes y el Sanedrín se la tenían jurada al hombre. Es lo que hay: le tenían preparada una hora nona del carajo que acabó fatal, como les contaré mañana.

La última cena no aparece denominada así en las Escrituras, pero así quedo para la historia y ha sido elegantemente pintada en numerosas ocasiones. Por si tienen dudas, el peor encarado, que siempre anda por las esquinas, es Judas, el traidor.

Como en estas circunstancias nadie conoce a nadie, los amigotes no fueron especialmente sinceros y el único que concurrió a juicio fue el jefe. El romano se lavó las manos y los ministros del Sanedrin se pusieron en Plan Netanyahu, que la cosa viene de antiguo, y arrasaron con todo lo que tenían a mano, excepto con Barrabás.

No quisiera hablar mal del señor Barrabás, pero Mateo y Lucas afirman su procesamiento por sedicioso, por encabezar un motín con terrorismo. ¡Ains, la amnistía para castigar a otros nos persigue desde el pasado!

Nada pues queda sino esperar que el ciclo se cumpla. Mañana, casi todos, menos Barrabas, miraran el lado brillante de la vida y empezará el desdiós, como diría Ángel Urraiztieta. También, el potaje.

 

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