Milei, Sánchez y la parábola de las clarisas
Todo empezó, en realidad, con Oscar Puente. La prístina belleza del ministro –cosa que debo ponderar para que las brigadas públicas perseguidoras del feísmo, por Puente anunciadas, no cierren este blog- es solo comparable con su inteligencia. El ministro acusó a Milei, en plan “máquina del fango” (información no contrastada para hundir reputaciones) de drogadicto.