La desafección europea y los salvadores de patrias

Petros Markaris –el último de los grandes escritores de novela negra mediterránea (junto a Vázquez Montalbán y Camilleri)- escribió novelas con la crisis financiera en Grecia como telón de fondo (Markaris, P. Trilogía de la crisis- Con el agua al cuello. 2011, Liquidación final, 2012 Pan, educación, libertad, 2013. Tusquets editores).

Una de ellas comienza con dos manifestaciones enfrentándose. Por una parte, unos jubilados reprochan a la manifestación de jóvenes que la salida del euro les dejaría sin pensión; éstos, por su parte, sostienen que la austeridad letal de la época les dejará sin futuro.

Visto en perspectiva, es probable que ambos tuvieran razón. Fuera del euro no había rentas públicas ni deuda sostenible y, como se ha demostrado a la larga, el patrimonio de los jóvenes hijos de la clase media no se ha recuperado de la obsesión alemana de la época por la ortodoxia.

Draghi (Whatever it takes, haremos lo que haga falta) salvó el euro, pero la Unión europea no ha sabido impedir que los vástagos de la pequeña burguesía europea, sus jóvenes, conserven patrimonio y rentas, cosa que históricamente siempre ha sido un peligro, como avisó Dimitrov en los años treinta.

Ejemplo que sirve para recordarnos no solo el campo de las políticas insuficientes sino que el problema determinante en estas elecciones, como en otras que se han desarrollado en Europa o España, es una división generacional que empieza a ser determinante.

Por encima de 45 años los partidos tradicionales (conservadores y socialdemocracia) acaban teniendo presencia, mientras los jóvenes alientan populismos y radicalidades de toda naturaleza, por cierto no siempre de izquierdas, que por cierto empieza a perder peso, debido a la desafección política entre los más jóvenes.

La Unión Europea acumula la ira agraria no resuelta, las amenazas de crecimiento de la derecha euroescéptica, la debilidad de sus economías centrales (Francia y Alemania singularmente), el debilitamiento del eje franco–alemán, como consecuencia, las presiones de la OTAN, las situaciones bélicas, un muy débil liderazgo político y, muy especialmente, la desafección al proyecto de la Unión por las generaciones más jóvenes.

Durante décadas, Europa ha vivido ensimismada en su llamado modelo de bienestar, mientras ocurrían cosas que debilitaban sus vínculos sociales.

Un exorbitado capitalismo de casino, la desatención a los perjudicados por la globalización, la estruendosa derrota en la carrera tecnológica, una austeridad letal tras la crisis financiera de 2008 y la incapacidad de superar la incertidumbre del Brexit y de impedir los desarrollos populistas de todo tipo, las agresiones rusas o la genocida respuesta israelí a los atentados de Hamas atentan contra el modelo social europeo.

Es este modelo el que, en realidad, se debate en estas elecciones europeas a las que, de momento se presta poca atención. Y aquí el personal no coincide con los discursos políticos necesariamente.

La amenaza del populismo de extrema derecha es el argumentario de los abundantes salvadores de las patrias europeas. Habrá que decir que la Comisión Europea la eligen los jefes de estado y Gobierno, que no son de mayoría de extrema derecha, y se somete a investidura del Parlamento Europeo que no tendrá mayoría de extrema derecha. O sea, amenaza electoralera baldía.

Que el crecimiento de las llamadas extremas derechas es previsible lo dicen las encuestas. Por cierto, en España ninguna encuesta da por encima del diez por ciento. Se espera el ascenso en ocho países, siendo cuatro los relevantes, Francia o Alemania, entre ellos, especialmente Francia. Nadie teme a Italia, por cierto.

No es tanto un problema de reaccionarismo, que también, sino de creciente euroescepticismo. La derecha europea se siente capaz de articular alianzas con alguna de estas derechas extremas, singularmente con Meloni, que ha sido domada por Bruselas con cierta eficacia.

Por cierto, mientras Sánchez insulta día a día a la Meloni, portavoz de todo mal, el ministro de economía español le da las gracias porque la italiana ha invitado a España a la cumbre de los países económicamente relevantes en los que, a pesar del cohete de Sánchez, no estamos: ya lo decía Felipe González, lo de la Champions de la economía de Zapatero no era verdad y su herencia penosa.

No creo que los votantes europeos se dejen llevar por salvadores de las patrias y defensores de la honorabilidad de Begoña: eso no está en la agenda ciudadana, aunque le duela al príncipe enamorado. Lo que se debate es la recuperación de un modelo social.

Tenemos un problema: ¿podemos hacer una pausa para las agendas modernísimas de la muerte y hacerlas compatibles con la calidad de vida?

Ésa es la cuestión a debate: no tendremos renovables si no es más cara la luz; no tendremos independencia alimentaria si no corregimos la PAC; no tendremos movilidad sostenible si la movilidad es solo para ricos… y así sucesivamente. Hay que volver a pensar. No necesitamos salvadores de patrias, necesitamos liderazgo.

https://peregrinomundo1.webnode.es/l/la-desafeccion-europea-y-los-salvadores-de-patrias/

 

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