Cambalache de Pedro y Milei

Expulsad a los embajadores de sus palacios; saturad las memorias de los móviles con tuits de Óscar “el hermoso”; parad los trenes si falta hiciere; capturad a los argentinos y vendedlos como esclavos; encarcelad a los derechosos o a “los zurdos” en edad de voto; dad un facón plateado a vuestros ministros y ministras, quemad las vacas argentinas en barbacoas de gas, haced esto y más, pero no toquéis a Begoña y a su esposo.

Llegó Milei y rugió exabruptos. Él se llama león, pero no hay rugidos en Argentina, sino mugido de res. Olvidó su condición de presidente, no hay visitas privadas cuando uno viene desde las alfombras de amaranto.

Nos presentó el argentino la más cruda visión de su ideario. Preocupados por la señora del príncipe amoroso, hemos pasado por encima de los exabruptos sobre la justicia social y lo que es el modelo europeo de convivencia y de una política, tomen note, que nos sacaría de Europa. No será uno quien apoye estas cosas ni un ideario que, no nos engañemos, no es liberal, sino parafascista.

El cambalache de Pedro con Milei oculta que la realidad argentina ofrece un conflicto social permanente, que los Kitchner que, ahora, resulta eran de izquierdas, dejaron servido a golpe de corrupción y desastre económico y le dieron el triunfo a Milei.

Desde luego, convendría reconocerse que no sólo Milei ganó con porcentajes extraordinarios las elecciones, sino que la bronca con Sánchez mejora su popularidad en un contexto argentino sumamente dramático.

Más de tres millones de argentinos se sumaron a la pobreza el primer trimestre del año, según instituciones internacionales y argentinas. Las pensiones han perdido casi una tercera parte de su poder de compra. La inflación ha pasado al 8% actual desde diciembre (un 25%), pero nadie lo nota. Las calles están llenas de protesta, la brecha social se agranda notablemente.

En consecuencia, el arrebato amoroso de Pedro, por cierto no recuerdo que, a pesar de lo escuchado al ministro de Exteriores, la señora del presidente de Gobierno sea una institución española a proteger con nuestra diplomacia.

Pero que uno no esté dispuesto a reírle gracias políticas o ideológicas a Milei, lo político es que insultar a quien visitas no solo es mala educación sino sectarismo político, no me lleva a ignorar que, como ya he dicho aquí, ´Óscar Puente lo empezó todo, acusando de drogadicto a Milei.

Óscar “el hermoso” se ha convertido en el especialista en fango del Gobierno. La misma acusación ha hecho sobre un asesor de Ayuso, sin tener la valentía de citarlo por su nombre. No he leído tuits sobre trenes, pero no le deben pagar por ese asunto, que los trenes lleguen a tiempo no es competencia del Gobierno, aunque alguien les votó para eso.

Pero no creamos que el presidente español enamorado, más desabrido y cabreado desde que reflexionó y nos hizo reflexionar, porque nosotros y nosotras éramos los culpables, se ha enfadado con Milei por desacreditar a su amada.

Es, también, un ruido electoralero que sirve para empezar las elecciones europeas con el mismo discurso con el que empezó las elecciones catalanas, así podemos obviar las crisis de la coalición, la ausencia de presupuestos, de leyes y proyectos, pequeños asuntos jurídicos que le agobian y, desde luego, le permite, según el acrisolado gusto de los socialistas, sumar al PP y a VOX en alianza extremista amenazante al electorado democrático.

Siempre nos ha parecido que VOX es una alimentación electoral del PSOE y, al revés, el PSOE le ha hecho un favor a un acto de VOX que, si no fuera por la bronca Milei, no hubiera aportado discursos relevantes ni de Italia, ni de Francia.

Pedro y Milei nos han regalado un conflicto imbécil que, sin duda, les aprovecha a sus respectivos conventos, pero nos perjudica a los demás. Tomar posición en esta farsa es algo en lo que no deberíamos perder tiempo.

Hay quien tiene que preocuparse. Desde los pescadores vigueses a los bancos, desde las petroleras a las cadenas de supermercados. España “sólo” es el segundo inversor del mundo en Argentina, así que Milei buscará algún cántico de los que corren en Caminito para rendirse sin que se note. Pedro, pasará a otra, cuando pasen las elecciones.

No les quepa duda de que el cambalache concluirá en cuanto dejen de tener función electoral o política y el ministro de exteriores volverá a hacer el ridículo como lo harán los portavoces de Milei.

En pocas o ninguna ocasión (México en el franquismo o Guatemala, tras ataque terrorista) hemos retirado un embajador en Hispanoamérica. Ni cuando nos insultó Obrador, ni cuando estábamos enfadados con Cuba, ni ante la dictadura venezolana u otros antiespañoles que por ahí danzan en moderno discurso. Por supuesto, tampoco de la invasora Rusia o del impresentable Israel. Es lo que hay: el amor es más poderoso que la razón, ya es sabido.

Es lo que tiene el ardor enamorado: no le importa ni las relaciones diplomáticas ni sus consecuencias. Aquellos tiempos en que cuando había comercio había formas suaves no corresponden con los tiempos de las batallas culturales. O sea, que derechas e izquierdas nos atrapan en sus relatos y, por supuesto, nos mienten.

Este cambalache suena a tango total. Una calle y un farol… Pedro y Begoña y llegando sigilosa la sombra de Milei y, en la noche, el relumbrón de un facón que dio un tajo maldito. El problema es si el tajo se lo llevan ellos o nosotros. Cambalache.

 

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