La multiplicación de los panes y los cargos

Durante la pasada legislatura, el PSOE creó un gobierno Frankenstein, formado con retazos de su propio partido y sus socios de coalición. Tuvo que ser un Gabinete amplio, para dar cabida a tanto paniguado, incluidos los cargos intermedios y otros creados al efecto, para dar de comer a tanto recién llegado.

Ahora estamos en las mismas, si no en peores. Los socialistas prevén crear un gobierno Frankenstein 2.0, que tiene que satisfacer a sus coligados, que gracias al invento de Sumar son una veintena de partidos.

Claro que lo mismo que se reparte el botín en caso de triunfo electoral hay que estar a las duras cuando se produce el batacazo. Es lo que les ha sucedido a Unidas Podemos, con sus magros resultados, que les ha llevado al cierre de nueve agrupaciones electorales y al ERE de la mayoría de sus empleados.

No se trata de lo mismo, sin embargo, en un caso y otro. El primero responde a la voluntad de los vencedores en las urnas —o perdedores, pero con capacidad de alianzas— y el segundo a la matemática electoral que premia a cada partido según los escaños obtenidos.

Volvamos, pues, al reparto de cargos, con esa administración elefantiásica a que nos quiere someter el PSOE caso de formar Gobierno. Sería menos frondosa, claro, si quien lograra articular un Ejecutivo fuese el Partido Popular, pero eso no obsta a que hiciese tabla rasa de todos los enchufados de antes para meter los propios, con lo que cambiaría el Gobierno, pero no el sistema de ocupar cada resquicio de la administración.

Ésa es la perversión de una doctrina que estipula que todo para el vencedor y ni las migajas para el perdedor electoral. En esto, como se ve, los intereses de los administrados no cuentan a diferencia de otros países, como la Gran Bretaña, en la que de Director General para abajo, son puestos fijos en el Gabinete y no dependen del ganador de turno, sino que se mantienen sea quien sea el presidente del Gobierno.

Ese mismo sistema de estabilidad democrática podría establecerse en España si los dos partidos mayoritarios quisieran, pero si no aspiran a hacerlo en temas más fáciles como la reforma del Consejo General del Poder Judicial o la ley electoral, resultaría imposible hacerlo en temas de mayor calado. Así que seguiremos multiplicando los panes según los cargos políticos creados al efecto.

 

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