La Suma que no sumó

Yolanda Díaz está reprochando a Sánchez su lentitud. En realidad, su temor es que las muy discretas negociaciones emprendidas por los socialistas a cargo del ruido, mientras el prócer hace merecidísimas vacaciones, le dejen un estrecho margen para intervenir.

Circunstancia que deriva de dos cuestiones evidentes para todo el mundo, excepto para ella: que el pacto con Sánchez ya fue anunciado antes de la campaña, y se da por hecho, y que los resultados de Yolanda Díaz no son para tirar cohetes. El discurso de que hemos tenido poco tiempo, apenas se sostiene y algún día alguien le recordará que algo de autocrítica hay que hacer (su principesco y altivo modelo de negociación por un poner).

Ya les escribí, desde mis vacaciones, que a la vuelta les haría unos numéricos para matizar las afirmaciones políticas que se vienen haciendo. “Les debo una explicación y esa explicación que les debo se la voy a pagar”. Sólo poniéndose “berlanguiano” se acaba entendiendo este lío, créanme.

La cosa es que la Suma no sumó. Yolanda Díaz ha perdido 714.235 votos. Si se considera el aumento de participación, Sumar debiera haber crecido en voto absoluto; por lo tanto su pérdida ha sido de 759.558 votos: es decir, la pérdida de votos es mayor de lo que parece.

Valencia (116.478 votos perdidos, Madrid (107.813 ), Catalunya (97.451), Andalucía (95.247) y País Vasco (64.485) reúnen el 67% del voto perdido por Yolanda Díaz.

Pero, en términos políticos hay algunos desastres notables, aunque con menos peso absoluto, por ejemplo en Baleares o Navarra. Por no citar la irrelevancia ya conocida en las dos Castillas.

Esto supone cuatro lecturas que deben, necesariamente, hacerse: el resquebrajamiento hacia el voto útil del electorado del populismo de izquierda, su deterioro en los grandes centros urbanos, cuna de la formación, la falta de estructura territorial y, desde luego, y no menos importante, el comportamiento del electorado de Podemos.

Simple y llanamente, Podemos no ha votado a Yolanda Díaz. Todo el electorado de Podemos sin remisión parece haber acabado en el PSOE. Yolanda se infringió, parece, un elevado autocastigo, penalizando a este partido. No cerró las corrientes de voto útil, sino que las acrecentó.

Puede observarse el caso de Madrid, dónde ha perdido el 7,6% del peso político obtenido en autonómicas. Sumar ha perdido: 70.242 del voto autonómico de Más Madrid, todo el voto de Podemos (161.032) y lo que le correspondería por aumento de participación.

Madrid resume bien las dos heridas de Yolanda Díaz: El 30% del voto de Más Madrid y Podemos en las autonómicas se ha ido al PSOE. Y la pérdida en el Ayuntamiento de Madrid ha sido levemente menor que en el resto de la Comunidad, lo que plantea el problema de estructura territorial: el evidente y clamoroso apoyo de la estructura comarcal de CCOO en la Comunidad no ha sido suficiente.

Uno de los dirigentes de Izquierda Unida afirmaba que el voto de las generales anunciaba un cambio de ciclo político en Andalucía. Probablemente el dirigente de IU pretende sacar pecho, a la hora de las negociaciones de la coalición, de que sus referentes hayan sido elegidos en el Sur.

Pero los números empañan la perspectiva de que la izquierda recupere fuelle en Andalucía. Sumar ha perdido 95.247 votos en Andalucía (2,47% de peso electoral respecto a las elecciones anteriores).

Esos votos se corresponden, prácticamente, con la totalidad del voto a Errejón en 2019 (56.445) y unos 30 mil de Podemos. Teniendo en cuenta que, con un aumento de participación de 80 mil votantes, el PSOE solo ha obtenido 34 mil votos más y mantenido su peso electoral (es decir el voto útil ha sido menor que en otras comunidades), no se atisban cambios políticos: esa mayor movilización andaluza parece proceder más del ámbito de la derecha.

Una consecuencia de los resultados que Sumar disemina por toda España es que la formación de Errejón no ha aportado votos respecto a los que tenía del 2019 o en las autonómicas madrileñas.

El efecto Podemos o el mantenimiento de IU en Andalucía (voto antes de Podemos) ha sido superior a la ventaja Errejón y, se diga lo que se diga, coloca a éste en una mala posición negociadora, aunque cuente con el favor de Yolanda Díaz.

Yolanda Díaz no depende tanto de sus propias fuerzas como de las fuerzas nacionalistas. No es casualidad su renacida vocación confederal.

La reconstrucción territorial, sin Podemos y sin IU, con la única y relativa excepción andaluza, no parece posible –el apoyo de las estructuras de Comisiones no han sido suficientes-, el cabreo del electorado podemita parece poco recuperable, por mucho que Pablo Iglesias mantenga a golpe de canal de TVE la antorcha.

Yolanda Díaz es una suma que solo le suma a Pedro Sánchez que, por otra parte, sostiene la amenaza de voto útil como elemento disciplinador. Tranquila, Yolanda, tranquila, le dicen los responsables del ruido de La Moncloa.

 

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