La penúltima traición: la patada a Putin en el culo saharaui

Nos trajimos en avión argelino, de tapadillo y con nocturnidad, a Ghali, ex líder saharaui, algo impresentable, dicho sea de paso, y se desató la tormenta. De aquellos polvos, el lodo de los asaltos a la valla, las amenazas a Ceuta y Melilla, la crisis total con Marruecos.

Como corolario, siempre aprovechando, la intervención americana, para garantizar el flanco Sur de la OTAN con el fiel aliado marroquí: con venta de armas y presiones a España incluidas, con el reconocimiento de Trump a los derechos de Marruecos sobre el Sahara en la cartera.

Y entonces llegó la guerra de Putin, la seguridad se desplaza al este y a Sánchez le entraron irremediables ganas de abandonar la izquierda de salón. Cosa sensata, siempre y cuando se cumplan las formas y algunos mínimos compromisos éticos de nuestro país.

Nada de conflicto; lo importante es pacificar el Sur, garantizar el gas argelino. Démosle una patada a Putin en el culo de los saharauis; a Argelia ya le compensaremos multiplicando la compra de gas.

La propuesta de Marruecos sobre el Sahara es, dice Pedro Sánchez, en carta al rey marroquí “como la base más seria, realista y creíble para la resolución del contencioso”.

Los tres adjetivos que más le gusta usar en esta materia a la diplomacia marroquí para cautivar a la media centena de países que, junto a ellos, han decidido abandonar las resoluciones de la ONU.

El cambio estratégico de postura española se sostiene en una carta y un comunicado del gobierno, del que también hemos sido informados alevosamente y, por la parte española, sin debate parlamentario, ni diálogo con las fuerzas políticas, rompiendo los consensos en política exterior. Porque él, Sánchez, el gran conductor, lo vale, y todo lo demás es facherío, como todo el mundo sabe.

Todo el izquierdismo socialista, por Zapatero encabezado, apoyará al gobierno; los socios parlamentarios gritaran alarmados por la penúltima traición, aunque es probable que el ruido de las bombas en Ucrania tape el enfado de Podemos y el resto de la peña.

Siempre quedarán Feijóo y Arrimadas, piensan en la Moncloa, animando el giro al militarismo de Sánchez, dispuesto a llegar a la reunión de la OTAN como nuevo mejor amigo de Biden.

Bien es cierto que el Sahara era un conflicto enquistado sin aparente solución; cierto que el salaz comportamiento de los sátrapas marroquíes ponía en cuestión, un día sí y otro también, la seguridad de nuestras fronteras. Pero mejor que hacer política es rendirse y hacer una rueda de prensa un día de estos.

Cierto que la diplomacia alauita ha mostrado históricamente ser extremadamente hábil y que Argelia no compite en igualdad en el liderazgo de la zona.

Dejamos, hace décadas, tirados a los saharauis dándole a Marruecos y Mauritania el dominio. Los volvemos a dejar tirados ahora. Tiene narices: Francia será la última valedora europea del Frente Polisario.

No; no es romanticismo de izquierda. Es la estrategia: las fronteras no se defienden regalando la política a Marruecos. La frontera sur de la OTAN no reclama la venta de los y las saharauis. 47 años trayendo a los niños y niñas de los campamentos a las colonias de verano, poniendo cara de universales donadores y, mientras salen las criaturas en la tele, vendemos la soberanía de su tierra.

¡Ah, perdón! Queremos que, como España, Marruecos debe ser Federal y Saguía el Harna y Rio de Oro son de Marruecos, deben ser una autonomía, bajo la soberanía alauita.

Oigan, en menos de un mes, somos militaristas (2% de PIB para defensa, otanistas y traicionamos a los saharauis). Con lo fachas que éramos los que decíamos que algunas cosas de izquierda debían repensarse y nunca se nos ocurrió traicionar a los saharauis. Nunca estaremos a la altura estratégica de Sánchez, ni a la altura de su maniobrerismo.

Tenemos a Putin y Feijóo, para qué preocuparse de la izquierda y el populismo radical o los nacionalistas progres, antaño amigos. Más allá del centro, si hace falta, está Sánchez. Alevoso.

Los Ayuntamientos socialistas y las izquierdas relevantes, junto a asociaciones subvencionadas, traerán a los niños y niñas saharauis de vacaciones, eso sí, con pasaporte marroquí. Mientras Sánchez oposita a ser el nuevo mejor amigo de Biden. Nada como la izquierda moderna para mostrar que la mano derecha no sabe qué hace la izquierda.

Es cierto; si uno se cartea con un rey marroquí, no necesita contarnos al pueblo llano las cosas importantes.

 

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