Fascistas, grupúsculos y gorrones: la caza del bono

España se llena de griterío. Pero usted es progresista: entenderá que si gritan los transportistas es que, según la ministra de la cosa, son fascistas. Sostiene Unai Sordo, con notable sensibilidad sindical, que, en estas circunstancias, hay “grupúsculos” que tratan de sacar tajada. Discurso oficial magnífico de la muerte, ofender al que te tiene que votar es lo moderno.

O sea, entre los agrícolas, además de antitaurinos, cazadores y fascistas, solo hay autónomos o pymes que no son clase obrera ni funcionarios, que sí merecen atención sindical y gubernativa.

Mientras esto no ocurra, España se llena de gorrones que solo buscan el bono, la subvención que corresponda.

El Gobierno está a lo que tiene que estar. Ustedes creían que, habiéndose ido el tal Iván, no habría batalla por el relato. Tenían razón: ya no necesitamos ni relato. Disuelta, de hecho, la coalición de gobierno, Pedro Sánchez opera como presidente de República, sin consulta parlamentaria ni nada.

En dos días nos lanzamos al militarismo, traicionamos a los saharauis. Con solemnidad la ministra de Energía anuncia hace cuatro días un precio máximo de energía. Cuatro días, después, con la misma solemnidad, afirma que ya no, que Europa no quiere tal cosa.

Los precios tanto de los combustibles como de la energía han detonado una bomba de precios que se suman a la ruptura de las cadenas de suministros. Debe decirse que esas subidas no se deben, aún, a Putin, aunque sin duda lo acelerarán. A esas razones, deben sumarse prácticas oligopólicas y que la globalización nos lanzó a un mundo de múltiples dependencias.

Por eso no solo es la luz, son la cadena alimentaria. Y, ahora, los fertilizantes vinculados al petróleo y a la urea que no fabricamos. Y, también, la siderurgia, carente de acería y gran consumidora de energía, como los automóviles presos, además, de ausencia de tecnología. Claro que aquí hay obreros y obreras sindicados, o sea, que no serán fascistas ni grupúsculos.

El gobierno ha retrasado, sin demasiada explicación, su respuesta en precios al día 29 de marzo. La primera razón, probablemente, era que necesita este tiempo para que Sánchez hiciera su fallida ronda europea para lograr un precio máximo de energía, cosa en la que parece haberse fracasado.

Sin embargo, algunas decisiones han sido tomadas ya en países de la Unión Europea, de diverso tipo.

Debe indicarse que existe una notable tendencia a dos instrumentos: el bono, destinado sectorialmente a los sectores afectados, y ayudas a las empresas altamente consumidoras o que están padeciendo la crisis.

En nuestro caso, el gobierno no ha dado indicaciones de por dónde tirar. Su propuesta de precio máximo evitaba el gran problema español: la ausencia de margen fiscal para facilitar recursos.

La otra alternativa para evitar el problema es pasarles la factura a las empresas energéticas y petroleras y aplazar el pago en el tiempo. Retornaría, en este caso, el afamado déficit de tarifa que habríamos abandonado.

La primera tentación es, casi siempre, recurrir a la reducción de impuestos. Hay que decir que, a pesar de ser una extendida leyenda urbana, España no es de los países europeos con mayores impuestos sobre la energía o el combustible.

También debe decirse que, si se trata de proteger a quien lo necesita, debe cuidarse lo de los impuestos. En el caso de la energía eléctrica la reducción del IVA favorece a los que más consumen, que son las rentas altas. En el caso del combustible, éste es más usado por rentas medias y bajas y serían más beneficiados.

En el caso de los combustibles hay que recordar que el impuesto especial es un tanto por litro, es independiente del precio. El impuesto que sí responde al precio es el IVA.

Francia e Italia desean reducir el precio del combustible en 15 céntimos. En Francia lo adelantarán los distribuidores y en Italia lo pagará el Estado con el aumento provocado en la recaudación. Ambos países concederán ayudas a las empresas: en Francia a las que pierdan más de un 3%, en Italia 800 millones a repartir.

En Alemania, la subvención se incluye en el IRPF, según renta. Cosa que en España no beneficiaría a las rentas más bajas, porque no declaran. En Portugal, pretenden una reducción menor en el precio del litro y reducen los impuestos especiales.

Bélgica y Polonia tocan el IVA, levemente. Holanda y Bélgica han organizado cheques de doscientos euros en el primer caso y ochocientos en el segundo. Los combustibles más caros de Europa son los de Bélgica y Holanda.

Cómo administrar el bono para que llegue efectiva y eficazmente es un reto. Lo que en general están haciendo los que financian el IVA no es tanto reducir el tipo como hacer que el vendedor contabilice el descuento.

¿Tiene España margen para estas medidas? Lo que se oye, hasta ahora es que se insistirá en los bonos eléctricos que ya existen y que se presionará los beneficios de las empresas. El problema es que al consumo se han añadido los grandes consumidores de energía y el transporte y autónomos: dos subvenciones que en el Gobierno no gustan. No hay problema: son grupúsculos fascistas.

 

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