De los mismos productores de “La marioneta de El Furor” ha llegado a sus pantallas “La flotilla de la hora” (denominación tan brillante que no puede ser mía: se la he tomado prestada a la periodista Esther Ruiz). Existen otras producciones no menos importantes de las que voy dándoles cuenta en estas crónicas de tiempos algo desesperados.
Como la propia Esther Ruiz ha recomendado hoy, en su comparecencia radiofónica semanal, que no debemos resignarnos, sino analizar y aceptar lo que nos pasa, persisto mi obstinado combate contra la estupidez natural. Aunque reconozco que me pasa como a Paul Valery: “La estupidez no es mi fuerte”. Prometo que la estudiaré a fondo.
En estos tiempos de populismo, lo que impera es el caos y la estupefacción. Por eso las cosas que pasan superan, con creces, a la literatura. Lo que vivimos es, en realidad, como un premio Planeta, si prestamos atención: no es muy allá el contenido, pero se recauda mucho. Nada para mejorarlo como inventar realidades alternativas.
Por ejemplo, desde que una madrastra rompiera el espejito mágico no hay nada parecido a bloquear a un asistente de inteligencia artificial, porque te molesta su respuesta. Es difícil superar ese nivel Dios de estupidez natural, pero habrán de saber que estamos en “la temporada espeluznante” y todo puede suceder.
La “temporada espeluznante” (la “spooky season”) son esos días de octubre que preceden a la fiesta de Halloween: en dos días llevamos dos maniobras políticas absurdas (Sánchez cae en la cuenta de que desea un nuevo meridiano y los socios de la coalición de gobierno piden la dimisión de un miembro de la otra parte –la ministra de vivienda-). Uno y otra saben que ninguna de las dos cosas tiene transcendencia fáctica alguna, pero ¿y si logran distraernos?
Como ustedes saben, acumulo, día a día, saberes inútiles, como corresponde a cualquier cronista. Andaba yo buscando la inteligencia política en la nueva era y me topé, así sin esperarlo, con un nuevo síndrome: el de la “adulación de la IA” también llamada “adulación de los chatbots”.
Se trata de buscar en la alabanza del asistente digital y de los “bots” de X un refuerzo emocional, alguien que apoye la opinión correspondiente para que el portavoz oportuno se enfrente a sus propias debilidades sicológicas.
Esta es la razón por la que Puente canceló su asistente de IA: no le alabó su hipotética brillantez y belleza, aquí siempre ponderada, como se sabe. Esto no es solo cosa de la IA o las redes. Estar rodeado de aduladores humanos es lo que se practica en la política actual: para eso se pagan los cabezas de huevo de los líderes que ofrecen sus ideas geniales al gran conductor de turno.
Tenemos unos liderazgos ávidos de adulación, generadores de relatos a la búsqueda de votos. Es conocido el ego del presidente, pero no le van a la zaga la de su vicepresidenta segunda y sus demás ministros.
El discurso de vivienda de este gobierno es como su política: no existe. Pero Díaz sabe que ella no tiene nada mejor que proponer, salvo la escasez y el aumento de precio de los alquileres.
Es el ego de Iglesias, que ya hundió a Podemos, el que ahora desea llevarlo al fango, sembrando el oportuno odio contra las derechas. Es el ego del fugado, fantasma en Waterloo, el que le lleva a imaginar improbables escenarios. Es el ego de Abascal el que le lleva a ser compañero de viaje del Gobierno.
Es el ego de dos ministras explicando la “Ley Maravillosa” que subirá la cuota de los autónomos, en plan Barrio Sésamo, y que dos días después la ponen en un cajón por petición de La Moncloa, porque además del ruido de los autónomos no tienen mayoría parlamentaria.
Otro ejemplo muy reciente de la desconexión política con la realidad es que nos enteramos de la posición europea ante Zelensky y Trump por la prensa, mientras Albares trabaja por el catalán o la “flotilla de la hora”. Cuando un ministro dice: “Nadie duda sobre el origen del dinero”, todo el mundo empieza a dudar.
Las burbujas de adulación y la maquinaria de estupefacción son tan notables en la política española que conducen al delirio y a negarse a la realidad. Cualquier cosa que desafíe el autoengaño de la realidad alternativa debe ser cancelada: puede ser la IA, una ministra, una propuesta política, un juez o un corresponsal español, por supuesto antipatriota, que le hace preguntas a Trump que anuncian respuestas incómodas.
Quizá les parecerá poco, pero en esta semana han ocurrido un montón de cosas. Y eso que no les he contado nada de las patochadas de Trump, rey de la realidad alternativa, líder que ahoga a su pueblo en mierda, genial.
¡Ánimo! Nos quedan apenas diez días de “temporada espeluznante”, pero nos sobran delirios para llenar páginas que oculten la verdad: desde la ausencia de mayorías parlamentarias o cualquier otra cosa hasta la agenda jurídica o las comparecencias ante jueces o cámaras parlamentarias.
¡Qué la verdad no nos estropee la realidad alternativa! Esa fontanera del PSOE, tratando de trincar con chantajes, amenazando jueces, mamporreando los delirios de Cerdán es otra espeluznante realidad alternativa.
Prepárense para dosis extremas de estupefacción, distracciones y ruido. Se nos viene encima una interminable marea de distracción. Bienvenidos y bienvenidas a la “temporada espeluznante”, preámbulo del esperado Halloween en el Senado.



