La Transición española supuso en gran ejercicio de desmemoria histórica. Pareciera como si el Big Bang hubiera estallado sólo a partir de junio de 1977, con las elecciones constituyentes que cambiarían las Leyes Fundamentales del Movimiento por una Constitución democrática. Pero no; la historia había comenzado mucho antes y, frente a ese ejercicio de desmemoria colectiva, el periodista y escritor Manuel Ángel Menéndez rescata en el libro “Los archivos secretos del PSOE en el exilio” esa parte de memoria convenientemente olvidada de los crímenes del franquismo, de los que lucharon contra él y de los aciertos y miserias de los que luego serían dirigentes en la España democrática. Este libro, publicado por la editorial El Ángel, resulta un compuesto químico muy eficaz contra los desmemoriados de uno o de otro signo.
Dice la editorial en su nota explicativa que todo aquel que quiera bucear en la historia reciente del Partido Socialista Obrero Español debe leer este libro, elaborado con los archivos personales de Rodolfo Llopis, secretario general del PSOE entre 1944 y 1974 y, luego, del PSOE histórico. Aquella fue una época muy dura, unas décadas de dictadura y de socialistas perseguidos, condenados y torturados: “España era un gran campo de concentración”, dice el autor de este magnífico documento histórico. Fueron 30 años que discurrieron entre el final de la II Guerra Mundial, al otro lado de los Pirineos, y el hambre, con un régimen dictatorial que sostendría después alianzas políticas con los norteamericanos…
Los archivos personales de Rodolfo Llopis, a los que Manuel Ángel Menéndez tuvo acceso, constituyen unos documentos de gran magnitud para conocer qué ocurrió en el exilio interior y exterior socialista entre 1939 y 1974, fecha en la que unos jóvenes sevillanos a las órdenes de Felipe González dieron un golpe de mano para hacerse con el control del histórico PSOE.
Dice el autor en la introducción de “Los archivos secretos del PSOE en el exilio”, que a lo largo de la dictadura franquista, la información política publicada por los periódicos de la época -la radio y la TV eran prácticamente los “voceros” del régimen- pasó por la obligatoriedad de difundir íntegra la reseña del Consejo de Ministros, por las fotografías de las audiencias del Generalísimo y otros actos socio-militares por el estilo. Todo lo demás, incluidos los profesionales de la política, brillaba por su ausencia.
Mientras los catedráticos y los tecnócratas accedían a los puestos de poder -siempre a la sombra del todopoderoso dictador-, mantenidos gracias a la falta de todo debate político que no se encuadrara dentro de los escuetos márgenes del Movimiento, a la represión policial y al creciente desarrollo económico que sustituyó los plazos para acceder a la libertad por los plazos del “Seiscientos”, los viejos políticos perdedores se iban extinguiendo en el exilio. Especialmente los socialistas nucleados en torno a Rodolfo Llopis y a Indalecio Prieto, éste último hasta su fallecimiento.
La generación de Miguel Boyer, de Gómez Llorente, de la ASU
En el interior de España, grupos de jóvenes trabajadores se iniciaban en la actividad política a través de células comunistas y algunos universitarios se agrupaban en torno a la ASU (Agrupación Socialista Universitaria), donde surgían nombres como los de Miguel Boyer y Luis Gómez Llorente, que se arriesgaban a un compromiso con la sociedad que en ocasiones dio con sus huesos en la cárcel.
Desde aquel I Congreso del PSOE en el exilio, el 24 de septiembre de 1944 en Toulouse y en el que se eligió a Llopis como secretario general, pasaron muchas cosas y muchos otros congresos, hasta que los socialistas españoles celebraron su XII Congreso en agosto de 1972, también en Toulouse, donde se llevó a cabo la escisión entre los históricos y los renovadores y se inició el auge del “sevillanismo”, que se haría plenamente con el poder en el XIII Congreso, en octubre de 1974 en Suresnes (París).
Pero desde el I Congreso del PSOE en el exilio, celebrado en las circunstancias excepcionales antes relatadas, con el trasfondo de la II Guerra Mundial y la actitud colaboracionista del gobierno de Vichy, hasta el XIII Congreso de Suresnes habían transcurrido treinta años. Treinta años de la otra historia de España que se nos hurtó a la mayoría de los ciudadanos en el interior, obligados a conocer únicamente la vida y los milagros de los ganadores de una guerra que vencieron por las armas, pero que, como profetizó en 1936 Miguel de Unamuno en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, ni convencieron ni unieron a todos los españoles.
Treinta años de la historia de España que no podrían entenderse sin el conocimiento de los archivos personales de Rodolfo Llopis, un largocaballerista de los pocos dirigentes socialistas que no llegó a sufrir la cárcel y que fue elegido secretario general del PSOE en el exilio, durante ese I Congreso celebrado en Toulouse, al que no asistieron ni Indalecio Prieto ni la delegación de los republicanos exiliados en México, donde había prietistas y negrinistas -seguidores de Juan Negrín, último presidente del Consejo de ministros republicano que sería expulsado del PSOE en 1946 a instancias de Indalecio Prieto-.
Treinta años de historia del socialismo en el exilio y en el interior de España que se hallaban en los documentos que Llopis conservaba en su domicilio en Albi, próximo a Toulouse; documentos con los que no pudieron hacerse quienes fracturaron el PSOE en 1974 porque eran parte del legado personal de Llopis y no se encontraban, por tanto, en la sede oficial socialista en el exilio, en la rue du Taur, en Toulouse, desde donde Llopis ejerció como secretario general desde 1944 hasta 1974. Quien firma este libro, pudo rescatar en 1988 para la hoy desaparecida revista Interviú una buena parte de esos documentos que ahora se ofrecen ampliados por primera vez al gran público.
El germen y crecimiento de la oposición en el exilio, las disputas internas socialistas con los prietistas en México, la dimisión de Prieto con el fracaso del pacto con los monárquicos, las expulsiones del partido de Negrín y de Enrique Tierno Galván, el polémico Congreso de la UGT de 1970, la escisión socialista de 1972.:., todo se encuentra perfectamente detallado en los documentos, las cartas, las notas -a veces manuscritas, a veces mecanografiadas- de lo que fue la correspondencia y los archivos secretos de Rodolfo Llopis, que se encontraban en la localidad francesa de Albi y que volvieron a España a mediados de los 80 bajo la custodia de Julián Lara, un comandante republicano de Carabineros y que entonces presidía el Partido de Acción Socialista (PASOC), a cuyo partido, del que Llopis fue presidente de honor hasta su muerte en 1983, fueron entregados los documentos por su familia.
Los archivos de Llopis pasaron a pertenecer a la Fundación Indalecio Prieto, hasta que muchos años después se llegó a un acuerdo con el PSOE. Pero constituyen unos archivos fundamentales para conocer lo que ocurrió de verdad en las relaciones entre socialistas en el interior y en el exilio.
Llopis, un hombre metódico donde los hubiera, recibía en Toulouse numerosa correspondencia de militantes socialistas en el interior y en el exterior de España. Llopis todo lo leía, y todo lo contestaba, pero de sus respuestas a máquina realizaba copia con papel carbón, la cual grapaba al original. De esa forma se ha mantenido un inmejorable legado para la historia: la visión completa de lo que ocurrió en el exilio socialista durante todo el régimen franquista. Este libro, basado en lo que el mismo autor que lo firma publicó en 1988 en fascículos en la revista Interviú, pero ahora ampliado, es sólo un ejemplo de ello.