Los poderes fácticos de la dictadura siguen gobernando con partidos políticos corruptos

Maridos o mujeres, hermanos o primos, tíos y sobrinos… la endogamia política funciona a todo tren. Foto: Moncloa

Maridos o mujeres, hermanos o primos, tíos y sobrinos… la endogamia política funciona a todo tren. Foto: Moncloa

En España hay hoy muchas personas, cientos de miles, de más de 50 años que en su juventud se creyeron esa leyenda del rey bueno que cambió la dictadura por la democracia, acompañado por políticos honestos y con el voto del pueblo, para hacer una transición modélica y crear un Estado que era garantía de libertad, derechos y justicia. Hoy, la inmensa mayoría de esas personas cree que todo fue un trágala, un engaño.

Los poderes fácticos corruptos de la dictadura se impusieron y siguen gobernando hoy, aunque se apoyen en partidos políticos corruptos y no en la estructura militar y policial del dictador, aunque esta estructura, con la ley Mordaza y la militarización de la Guardia Civil, puede ser utilizada en cualquier momento masivamente contra el pueblo, como lo es ahora contra ciudadanos individuales.

Esa visión virtual que nos trasladaron ha desaparecido al comprobar que la dictadura ha degenerado en un Estado corrupto, difícilmente sostenible, con un escandaloso fraude fiscal, nepotismo y beneficios para una casta privilegiada, los políticos, que se han lucrado y colocado a familiares y amigos en instituciones necesarias y en empresas creadas expresamente para eso con el dinero de todos.

Un país con ínfulas de imperio a juzgar por los coches oficiales, escoltas, despilfarro, aeropuertos, palacios deportivos, residencias de alcaldes y presidente del Gobierno, ministerios y otras estructuras multiplicadas con los muchos enchufados por amistad, mientras la gente pasa hambre y es expulsada de sus casas con una ley que no existe en el mundo y declarada injusta por el tribunal de justicia europeo.

Muchos de esos que nos creímos lo de la democracia y la sociedad más justa, viendo el engaño, luchamos ahora para expulsar a los corruptos y cambiar el sistema podrido que se impuso en España con la Constitución de 1978. Esto de ahora es más ilusionante que lo de antes, porque entonces las estructuras franquistas, los poderosos y las leyes estaban de nuestra parte y hoy no. Hay que cambiar a los políticos que hacen las leyes con el voto, después las leyes injustas y conseguir que España sea lo que debió ser, aunque con 40 años de retraso.

 

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