Pedro: la sociología le confunde (2): Buscando a Trump desesperadamente

Ayer les conté que no estimo que los datos sociológicos avalen el miedo al fascismo, del mismo modo que las elecciones lo han ido demostrando en lugares tan relevantes como Andalucía y Madrid. En dos ocasiones, por cierto. La voluntad expresada por Sánchez no era sólo alentar el miedo al acecho fascista, equiparando PP y VOX, sino, también, comparar a Feijóo con Trump, cosa que podría tener más relevancia en los temores sociales.

¿Convierte “la gran derogación” que perece defender a Feijóo en un Trump ibérico? Habremos de hablar de la “derogación” como discurso electoral, pero, francamente, no veo a Feijóo asaltando el Congreso, ni tampoco parece haberse comportando como un negacionista en su gestión de la pandemia, por poner dos ejemplos.

Por cierto, que “la gran derogación” la ha producido esta mañana el Tribunal Supremo, claro que estos no son trumpistas sino fachas con toga. He echado de menos algún comentario de la responsable política, que imagino inhabilitada para cualquier candidatura.

Solo un breve tuit señalando la “mala noticia”, supongo que para ella. También por tuit, la presidenta de los socialistas andaluces ha calificado a Bendodo de “Judío nazi”, brillante expresión que suma a la xenofobia la banalización del exterminio.

Naturalmente, el análisis de estos tuits no depende de la sociología, sino que remiten a la buena educación y la política de la ira. Así que iré a lo que he venido: ¿es Feijóo un “trumpista”?

El recurso tiene que ver con la identificación no ya con VOX sino con el conjunto de la derecha europea que ha copiado algunas frases y lemas. Por cierto, no en Italia donde han ganado las elecciones, en lo que más que un éxito de la extrema derecha ha sido una derrota de la izquierda.

En general, hay aquí una confusión comprensible. Una parte relevante de la política de la coalición de Gobierno ha consistido en cambiar la cultura política de la mayoría social mediante decisiones administrativas. La producción y la propuesta regulatoria ha sido abundante, una ley para cada comportamiento social, económico o político.

Sin embargo, la experiencia demuestra que, necesariamente, los partidos terminan pareciéndose a sus votantes. ¿Han girado los votantes del PP hacia el trumpismo? ¿Es trumpismo contracultural la cultura cheli de Ayuso?

No cabe duda de que la polarización en España ha aumentado, como en el resto de las sociedades democráticas, amparadas tanto en formaciones liberales como socialdemócratas.

Ahora bien, la pregunta que no nos hemos hecho en profundidad es si esa polarización depende de una evolución de ideas sociales o de la aparición de formaciones políticas cuya existencia depende de la radicalización política.

Existen estudios, por ejemplo, que demuestran que las diferencias de confianza entre madrileños y catalanes son menores comparadas con las diferencias entre partidos. Otros trabajos realizados en Andalucía, en materia de inmigración, indican que las diferencias entre hijos e hijas de nacionales y de inmigrantes son muy menores comparadas con las diferencias entre partidos.

Entre las preguntas que realiza el CIS, antes y después del “Tezanismo”, se encuentran ideas que pueden indicarnos si la opinión de los españoles y españolas ha cambiado sobre cuestiones relevantes.

¿Diría usted que lo que los españoles pagamos en impuestos es mucho, regular o poco? La cosa es que la mitad de los españoles piensan que pagamos mucho. En el PP un 60% lo piensa, y no ha cambiado mucho en el tiempo. Como la cifra se mantiene desde hace veinte años, viene a ser que estos del PP eran trumpistas antes de Trump, si me permiten la ironía.

Aquí viene la gran cuestión: En el PSOE eran un poco menos, es verdad, un 50%, en el año 2000. Pero ahora son solamente un 20%. En Podemos se parecen mucho al PSOE.

O sea, que parece que la contaminación populista ha afectado más a los antes socialdemócratas que a los conservadores. No debe olvidarse que la gran crisis de la socialdemocracia europea se produje cuando en la “Gran Recesión”, las clases medias y, especialmente, sus hijos ubicaron a los socialistas en el área de las élites. El derrumbe de Zapatero en España tenía esa lectura.

Los antes socialdemócratas decidieron radicalizar, como señalan las encuestas, su posición política.

Una de las preguntas más interesantes de los sondeos, que se reitera mes a mes, es la que se refiere al autoposicionamiento ideológico de la ciudadanía.

Se califica uno o una a sí mismo de 1 a 10, donde 1 es lo más a la izquierda y 10 lo más a la derecha. Hace 23 años, en el dos mil, había un 8% de personas en las posiciones extremas (1 y 2, 9 y 10). Ahora estamos en más del 20%.

El aumento de la polarización ideológica se refleja en las decisiones del electorado. Pero la pregunta es si las ideas han evolucionado en nosotros y nosotras o es que hay partidos que, ahora, nos empujan, para sobrevivir, a los extremos del posicionamiento ideológico. Esto es propio de las culturas populistas que se han extendido por todo el mundo, Europa incluida.

Lo que dice la sociología es que el votante socialista, y por lo tanto, su partido, han abandonado el centro, debilitando su posibilidad de generar mayorías, como se ha visto en las últimas elecciones. Puede culparse a los asociados de debilidad, pero el PSOE ha perdido, respecto al PP, 763 mil votos, cuando en las anteriores lo superó en más de un millón. La fuga de Ciudadanos al trumpismo, si me permiten otra vez la ironía, ha sido determinante.

En la próxima entrega habremos de hablar aquí del sentido sociológico de la pérdida del carácter centrista del PSOE, pero lo que convendría advertirle a los antes socialdemócratas, hoy bastante radicalizados, que al igual que puede ocurrir con el asunto del fascismo, puede ocurrir con la “trumpización” del PP que, en términos sociales, no parece haberse producido.

Es evidente que lo que los laboratorios de ideícas pretenden es cerrar las paredes de su electorado para evitar filtraciones entre socialistas y conservadores.

Lo que es relevante en esta materia, y acabo como ayer, es que el porcentaje de población que se considera clase media es del 47%, haber perdido esta referencia es lo que está alejando a la izquierda de las mayorías y acercando al PP. Atentos estimados y estimadas gurús.

 

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