El PSOE en la encrucijada

cartel_garzon_13062016

El PSOE ha explosionado. Desde hace años viene habiendo tensiones internas entre quienes quieren un partido centrado, de Gobierno, que en muchas áreas de gestión no se diferencia del PP, y quienes, muy minoritarios al principio pero que no han dejado de crecer hasta ahora, demandan una política nítidamente socialdemócrata, de la que solo se han visto algunas pinceladas en 22 años de gobierno nacional y en 38 de gobierno en Andalucía.

En el PSOE hay dos bandos, dos grupos, dos formas de entender la política socialista. Uno lo representan Felipe González, José Luís Corcuera, Susana Díaz, García-Page, Fernández Vara… y otro lo representa Pedro Sánchez, que según mi opinión tiene el apoyo mayoritario de la militancia socialista. Sería un error contar solo “barones” o “baronesa” porque, por ejemplo en Andalucía, Susana Díaz no votará por los miles de militantes andaluces que no están de acuerdo con las continuas zancadillas y obstáculos que han colocado en la trayectoria de Pedro Sánchez, y prueba de ello es que hasta alcaldes como los de Jun o Dos Hermanas ya han manifestado su apoyo al secretario general, que es lo mismo que oigo de militantes socialistas con los que intercambio opinión.

Los de un bando ya sabemos lo que hacen: aceptan salarios de 11.000€/mes (Magdalena Álvarez), sin que se les haya pasado por la cabeza ceder una parte de ese salario para labores de fortalecimiento de la izquierda, o para políticas sociales de ayuda a los millones de pobres que siguen viviendo en España y en su comunidad, la andaluza; los del otro bando está por ver con qué sensibilidad aceptarían esos salarios del capitalismo salvaje que, por coherencia, nadie que sea socialista de corazón debería aceptar sin dedicar una parte importante a fines solidarios.

Unos habitan en el PSOE de las puertas giratorias de Felipe González, Borrell, Trinidad Jiménez… o de cargos como los de Bibiana Aído, Leyre Pajín, Blas Ballesteros… que dicen trabajar en defensa de las clases más desfavorecidas pero cuya diferencia en hechos con lo que hacen los del PP, que trabajan para los más poderosos, no existe, se comportan igual. En el discurso se diferencian; en los hechos concretos, en predicar con el ejemplo, ambos representan la misma cosa porque se comportan de la misma manera.

Los otros, con Pedro Sánchez a la cabeza, se han rebelado con el “No es no” contra el sistema bipartidista corrupto y están manteniendo un pulso contra los de las prácticas de siempre en el PSOE, la oligarquía que sigue viviendo bien, como siempre ha vivido de la política, y que en esta rebelión interna están siendo apoyados por el PP, los medios de comunicación (la inmensa mayoría salvo una mínima excepción), las grandes empresas y empresarios, en definitiva, por el capitalismo más puro y duro que quiere más gobierno del PP y menos derechos para los trabajadores.

PP y PSOE, sin diferencia en interior

En Interior, el área de actividad que mejor conozco, es muy evidente esto que digo de la escasa o nula diferencia en las políticas que aplican en la práctica PP y PSOE, más allá de los discursos que pronuncian cuando están en la oposición. La democracia, los derechos, se pararon ante los cuarteles de la Guardia Civil y hoy sus generales siguen actuando como los señores feudales de hace un siglo con el aplauso de los políticos de todos los partidos, porque todos en la oposición dicen una cosa, hablan de más derechos y modernización, y en el Gobierno reniegan de la palabra dada.

Hoy una guardia civil corre riesgo de ingresar en prisión por no usar un chaleco masculino sino uno de mujer, que se había comprado ella (con el masculino se convierte en un maniquí, una guardia-expositor porque no puede acceder a las herramientas reglamentarias si lo precisara, ni arma ni defensa ni grilletes), y cuatro guardias civiles han sido condenados al destierro (dos ya han salido destinados desde Cádiz a plantillas de Cataluña) por declarar como testigos en un juicio civil contando la verdad de los abusos de dos mandos.

Eso pasa con el PP y antes, con el PSOE de Corcuera y Narcís Serra: decenas de guardias civiles fueron encarcelados en prisiones militares y psiquiátricos (de donde muchos salían con un espasmo en el cuello que les hacía mover la cabeza sin control), usando los servicios contraterroristas para combatir a guardias civiles demócratas que querían una locura, un sindicato democrático en su seno, el SUGC, aberración tal que existe desde hace décadas en otros cuerpos militarizados de seguridad en otros países y hasta en algunos ejércitos de la Unión Europea.

¿Qué tipo de democracia es esa en la que se permiten estos ataques criminales contra funcionarios públicos demócratas que visten uniforme? El riesgo de que estas cosas cambien es lo que tiene al PSOE en la situación actual, tratando de impedir que se acabe derribando el entramado corrupto que permite esas salvajadas.

En materia de derechos civiles, el camino iniciado por Corcuera con su ley de “patada en la puerta” 1/92 de seguridad ciudadana, ha sido ampliada por el PP con la ley “Mordaza”, pero ya hace años que las identificaciones indiscriminadas y masivas con desprecio a los derechos civiles de la ciudadanía se vienen produciendo, concretamente desde 1992, y el crecimiento hasta el último gobierno socialista se ha mantenido imperturbable porque se ha aplicado la misma política operativa de “control intensivo” de la ciudadanía con desprecio a la ley con los gobiernos de Felipe González, José María Aznar, Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy.

La encrucijada: abordar el futuro en una nueva situación política

El PSOE se ha roto. Está en medio de una guerra fratricida entre dos bandos enfrentados y lo mejor es que se elija al líder mediante primarias y después, que un congreso ratifique la línea de futuro, decidiendo si sigue con los comportamientos de sostenimiento de prácticas del pasado (GAL, Fondos Reservados, corrupción, militarización de la Guardia Civil, ausencia de derechos civiles de la ciudadanía ante las fuerzas de seguridad, 38 años de gobierno en Andalucía que sigue con 10 puntos de paro sobre la media de España y la última en pobreza, desigualdad, etc.), o empieza a hacer una política socialdemócrata que merezca tal nombre, que reduzca la desigualdad, el número de personas en situación de pobreza y precariedad en la sociedad.

Algunas preguntas sin respuesta como ¿las políticas socialistas sirven para reducir la desigualdad y combatir la pobreza?; si sirven, ¿cuál es la razón por la que en Andalucía, tras 38 años de gobiernos del PSOE, seguimos con la mayor tasa de paro y pobreza del país, como hace 38 años cuando se alcanzó el poder?; ¿cuántos siglos necesitan las políticas socialistas para surtir efecto? ¿O es que no se han aplicado políticas contra la pobreza y la desigualdad eficaces en esos 38 años? Esta es la realidad, los hechos, alejados de discursos triunfalistas, de “cambios” y avances que millones de andaluces y españoles nunca han visto.

Pedro Sánchez ha cometido muchos errores, ha obtenido malos resultados electorales y eso no se puede negar. Pero que ha afrontado una etapa en un contexto desconocido para los anteriores, con el nacimiento de Cs y Podemos, y con un partido en caída libre no parece que lo introduzcan en la ecuación los barones que, habiendo obtenido el peor resultado en sus territorios, gobiernan comunidades autónomas y ayuntamientos con una escasa representación y apoyados en Podemos y otros partidos nacionalistas defensores de referéndums.

La razón por la que Fernández Vara, García-Page, Ximo Puig y otros, que gobiernan por el apoyo de Podemos, prefieran que gobierne el PP antes que un pacto de gobierno de PSOE con Podemos es un arcano de la ciencia política que el común de los mortales, los que no estamos en los entresijos del poder para mantener el sistema bipartidista al precio que sea, no alcanzamos a entender. Y menos entendible es cuando ese sistema bipartidista ha derivado en cuarenta años de corrupción, que galopa desbocada por todas las instituciones y organismos del país.

Estos “barones” del PSOE que se niegan a pactar con el PP en sus territorios y prefieren a UPodemos, para el gobierno central rechazan a UPodemos y quieren ceder el gobierno al PP sin que les haya temblado el pulso ni para romper el partido con tal de conseguir su objetivo. ¿O romper el partido es por una cuestión de ambiciones personales y nada tiene que ver con el interés de España?

El PSOE debe clarificar en los próximos meses qué es y qué quiere ser en el futuro, si es y quiere ser un partido socialista y demócrata al servicio de la gente o si quiere diluirse como UCD. Si quiere sobrevivir a la encrucijada en la que se encuentra, como actor principal o secundario en la izquierda, tendrá que pactar, como ya hace en ayuntamientos y comunidades, con la nueva izquierda de España que hoy por hoy es Unidos Podemos. Si ignora la nueva realidad política de la sociedad española y a una izquierda que suma varios millones de votos nacida por su izquierda, su desplazamiento le llevaría a ocupar el espacio y disputar el voto al nicho de votantes de la rancia derecha española, lo que conduciría a su suicidio político como partido de izquierda, socialista y obrero.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.