Tendría que comentarles que “la primavera la sangre altera”. Pero como no hay primavera sino seco verano adelantado, no tenemos a quien echarle la culpa: son solo ganas de tocar las narices.
Observen a nuestros niños y niñas que, gracias al excelente horario español, no quieren dormir pues no es de noche a la hora que debiera, juegan no descansan y convierten las mañanas de media España en duelos, lloros y abundante griterío.
No es cosa sólo de niños, hay personal que lleva lo de tocar las narices de serie, incluso lo de tocar “los collons”, que no es lo mismo, pero se entiende. De esta forma, habrán observado que bromear con la virgen del Rocío es libertad de expresión, pero poner notable película de un presidente del Barça paseando bandera española o entregando a Franco insignia de brillantes es afrenta perversa.
No será menos transcendente que, cosas de la primavera, Pedro se haya ido a la esquinita, es decir a Doñana, dejando solo a los suyos, convertidos en derecha antifeminista en un pispas.
Cosa dolorosa, de la que tiene la culpa el otro toca narices del reino, Sr. Tezanos que afirma que Pedro está perdiendo votos y que Sumar podrá con Podemos. Asunto que yo creía posible hasta que Tezanos, Don Félix el de los aciertos, lo ha afirmado rotundamente.
En cuanto ha sabido lo de la encuesta, la líder de la izquierda Chanel ha ido a enjugar las lágrimas del día más doloroso e incómodo desde que Montero, de los Montero de Igualdad, está de ministra. No se sabe si para apuñalar a Pedro o a Irene, pero la señora no ha querido perderse la foto.
Éramos pocos y parió la historia otro tocapelotas de lujo. El señor Biden ha invitado a poner el primer cartel electoral de Mayo a Pedro Sánchez en la casa Blanca. El señor Biden que nunca ha puesto un cartel quiere ver cómo se hace.
Pedro le tenía algo nervioso, pero se ha portado bien. No sólo le ha regalado poner unos destructores de nada en Rota sino, lo que es más importante, cambiar la ministra de exteriores a petición marroquí.
La señora Laya, que es de las que la lía donde vaya, no sólo ha filtrado que su cese es petición marroquí, sino que anda susurrando algunas cosillas incomodas. Deja de tocar las narices, traidora, han gritado en La Moncloa, que esto de Marruecos les pone muy nerviosos, no sea que un día se sepa lo que no debe saberse.
Pero entre todas las tocadas de narices, Señoras y Señores, debo darles una gran alegría: “el Bribón goza de buena salud”. Me refiero al yate, naturalmente, que ustedes son de pensamiento malvado. El histórico navío ha sido supervisado, ni más ni menos, por el propio emérito que no ha regresado a Sanjenjo, dicen los expertos en náutica, para navegar, dadas sus condiciones puede ser peligroso.
Pero no se lo crean ustedes. No hay charco o charca en el que el Emérito no pueda sumergirse, especialmente si toca las narices a su hijo. Navegación que, por otra parte, conduce necesariamente a apañar unas herencias que sus borbónicos nietos, toca narices oficiales del reino, parecen desear para seguir haciendo con la elegancia que les caracteriza su trabajo, o lo que sea que hagan.
Pues sí, que la sangre se altera, pero como es verano más que primavera. Relájense: toda España será inmediatamente un gran chiringuito en el que se venderán toda clase de cosas, desde pisos o hermosas leyes, notables subsidios buenos, bonitos y baratos. Y cosas así.
En consecuencia, ustedes tranquilos. Nada mejor para evitar que le toquen las narices que irse a una terracita, pedir un vino y esperar a que llegue el invierno y todos estos vuelvan a sus casas. Pases un buen fin de semana, el domingo es el Día del Libro. Recuerden que ya lo dijo Don quijote. “No huye, el que se retira”. Disfruten mientras otros tocan las narices.