Sánchez encuentra su toga facha

A Él, le ha pasado a Él. Como si fuera una Inés cualquiera, se ha encontrado con las togas fachas. Tratar a la marca España, que no es otra que el mismísimo Pedro, cualquier otra no existe, como si fuera una podemita. ¡Cómo se le ocurre al Supremo y a Marchena!

¿Se acuerdan cuando el gobierno descubrió que éramos fascistones? Éramos abundantes fascistas los que decíamos que cambiar la sedición y la malversación, sin acuerdo político sobre el compromiso futuro, no era razonable, ni estaba claro, a más de que muchos los socialistas, al borde del fascismo, afirmaban que, electoralmente, eso tendrá costes. Pues bien, ha ocurrido lo impensable: el Supremo lo ha confirmado.

Lo tenéis claro, muchachada de las togas, lo tenéis claro: no os quepa duda, habrá venganza: a Pedro, esto no se le hace.

Pedro nos lo había dejado claro, para que no nos liáramos en inútiles debates: Puigdemont organizó un gran botellón. Yo ya lo decía: no hicisteis una república, estúpidos, sólo un gran follón. Por si acaso hay dudas, el referéndum ilegal fue una gran algarabía. O un excesivo desorden. Quizá una notable algarada.

No sé a quién molestará más tal definición: a quienes querían hacerse una independencia o a quienes querían defender una Constitución. Pandilla de indocumentados todos.

Pedro nos dijo que asumía un riesgo para que todo fuera bien en Catalunya. Estupendo: riesgo corrido, resultado inútil: el juez Marchena y compañía han dicho que sólo la algarada, es algarada, y que lo de Catalunya es malversación, es gran follón penal y que la inhabilitación es sueño imposible. Se acabó la fiesta sociata en las Ramblas: ahora todo el mundo está cabreado.

Polvos que producen lodos legales tenemos abundantes en esta legislatura. Menos mal que hemos puesto en el Constitucional a los amiguetes para que nos lo legalicen todo un día de estos, amparo por medio. Haber hecho a Marchena del Constitucional y así os quedaba más fino. Pues nada, recurso de amparo y que Conde-Pumpido haga el penúltimo trabajo sucio que le queda por hacer.

Ahora nos podemos preparar para unas risas: lo de la malversación no lo van a aprovechar los “indepes” sino los de los múltiples chalaneos. Va a ser como lo del “solo si, es sí”, pero en materia de dineros y corredores de influencias, lo que, visto lo visto, si no fuera por quienes son las víctimas de las agresiones de género, sería más insultante.

Creía Pedro que la economía le llevaría al cielo y será la agenda jurídica la que le llevará al infierno. Es lo que tiene el exceso de regulación, la voluntad de hacer norma para todo: el error se paga el doble.

¿Crisis de Gobierno, dice usted? No; crisis institucional, de nuevo la mitad de los díscolos catalanes cabreados y los fugados atrincherados y la otra mitad a carcajada limpia; de nuevo, judicatura en el ojo del huracán, de nuevo fiscales y jueces amigos a arreglar desaguisados y, de nuevo, chapucera inseguridad jurídica, pagada innecesariamente por alcaldes y virreyes de la izquierda que ya creían pasado este viacrucis que, ahora, retorna en forma de chapuza.

Los socios de los socios de Gobierno irritados; los socios del PSOE irritados, los “indepes” socios de ellos mismos irritados. Aquí solo queda sin enfadarse Pedro Sánchez; todos y todas las demás, descontentos. El equipo de redacción legal de La Moncloa y Justicia bate récord de risas y bromitas chungas.

Nuestro Código Penal pasa a ser colección de tontadicas con coste electoral, dirán ustedes y tendrán razón. Pero, sobre todo, queda como esperpento de regulaciones a la carta política, cuyo fiasco celebran de forma notable abogados y juristas cuya nómina crece de forma notable.

Marchena y el resto de la sala del Supremo se une al malvado Llarena. En lo que respecta a la malversación, el tribunal sigue la doctrina de Pablo Llarena y descarta rebajar la pena del delito. Los magistrados argumentan que no se puede aplicar la nueva redacción del Gobierno porque no se devolvió el dinero público destinado al 1-O.

El Supremo, Llarena, el Tribunal europeo. Sospecho que la normalización catalana por la que Pedro suspira no se basará en legislaciones pactadas a cambios de presupuestos y cosas parecidas, sino por un cambio de una generación política a la que se le fue la mano y que, cuando se le acabe la inhabilitación, ya no podrá ejercer.

Los magistrados sostienen, vaya por dios, que entre el viejo y el nuevo delito queda una laguna que puede alojar conductas que atenten contra la Constitución. Mire usted por dónde, lo que decían la mayor parte de los analistas. Dos expresiones que es probable que les parezcan fascistas se añaden: “la deslealtad constitucional y el menosprecio a las bases de la convivencia…”. Así no vamos a ninguna parte, los jueces deben ser del régimen del 79. Pedro… Pedro…

El Supremo se ha puesto estupendo y critica el “simplismo” del Ejecutivo y recuerda que los países vecinos también castigan el “intento de secesión”. Oh, cielos, Sánchez encuentra su toga facha. No se preocupen, no pasarán de dos o tres sentencias, ustedes me entienden. A Sánchez esto no podía ocurrirle. Hay meses que uno no está para nada.

 

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