USA, entre Guatemala y ‘guatepeor’

Trump_Homer_Simpson

Hillary Clinton ganará probablemente las próximas elecciones presidenciales no porque inspire ningún entusiasmo a los norteamericanos, sino 1) porque es mujer (y ya toca) y 2) porque tiene enfrente a un energúmeno llamado Donald Trump.

Ésos serán, por consiguiente, unos comicios en los que muchos electores votarán por la candidata demócrata tapándose la nariz. Lo mismo pasó en Francia en 2002 cuando ciudadanos de izquierda dieron su voto al grimoso representante de la derecha, Jacques Chirac, para evitar así que ganase el ultra Jean-Marie Le Pen.

A falta de otras opciones más convincentes, a los estadounidenses se les ofrece el dilema de elegir entre Guatemala (Hillary) y guatepeor (el perturbador y alienado millonario de Queens).

La biografía política de la exsenadora demócrata resulta, al menos, equívoca: perteneció al Partido Republicano en su juventud; presumió de conservar su apellido de soltera (Rodham) durante los primeros años de su matrimonio, hasta acabar ocultándolo bajo el de su marido (Clinton) en beneficio de su propia carrera personal; su labor como secretaria de Estado con Obama ha sido ampliamente mejorable, con episodios como la trágica actuación de EEUU en Libia y, finalmente, su uso del correo electrónico personal en aquella época sustrajo todos sus mensajes al conocimiento del Gobierno y pudo poner en riesgo la seguridad nacional.

Nada de esto es comparable, por supuesto, al batiburrillo ideológico de Trump, auténtica amenaza a la paz mundial.

Ya ven qué suerte la de los norteamericanos ahora que acaba la inane presidencia de un afroamericano que no ha sido capaz ni de frenar los enfrentamientos raciales en su país. El éxito mediático de Obama ha sido fruto de su enorme capacidad oratoria y de la empatía de su persona, pero no de acciones políticas eficaces, renovadoras o, simplemente, que permanezcan en el recuerdo de nadie.

Ahora, el último legado de su mandato ha sido abocar a los ciudadanos a que elijan entre una oportunista sin ideas políticas conocidas y un psicópata ignorante y peligroso, experto manipulador de la opinión pública. Claro que, por desgracia, los norteamericanos ya están demasiado acostumbrados a tener que optar entre dos incompetentes.

 

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