No hay duda de que un político que cuenta con el apoyo casi unánime en el interior de su país y con el respeto del conjunto de la comunidad internacional es el ucraniano Volodímir Zelenski.
Ahora, gracias, entre otros, a la plataforma televisiva Netflix, tenemos la oportunidad de conocer al Zelenski de antes, al actor y director de comedias y obras no tan de evasión. El espectador español dispone del medio centenar de capítulos de la obra que protagoniza, Servidor del pueblo, en la que interpreta a un ciudadano común devenido por casualidad en presidente del país.
Esa serie es la que le catapultó precisamente a la Presidencia, convirtiendo la ficción en realidad. Durante tres años, los ucranianos vieron de forma sistemática y reiterada en sus pantallas una alegoría sarcástica sobre la profunda corrupción del país, oligarcas y clase política incluida. La comedia era tan parecida a lo que padecían los ciudadanos todos los días que enfrentarse a esa corrupción desde la fábula televisiva a la vida real sólo había un paso que Zelenski se atrevió a dar.
El caos previo a la presidencia del dramaturgo continuó en los primeros tiempos de su mandato, reforzando la idea de que Ucrania era un país sin solución y que ésta difícilmente podía venir en manos de un cómico metido a político y que en la serie había ironizado con temas tan delicados como las relaciones de los idiomas ucraniano y ruso (Zelenski es de idioma materno ruso) o la tendencia cantonalista del país, incluidas algunas ironías no demasiado maliciosas sobre Vladimir Putin.
Éste era el personaje de ficción que el Kremlin pensó que podía derrocar en unos días y quedarse con la mitad del país. Para su sorpresa, Zelenski ha demostrado una fortaleza de carácter y una determinación que ha arrastrado tras él a una nación aún por hacer y cuyo programa optimista, pragmático y con visión de futuro lo expone en el esperanzador último capítulo de la serie. Zelenski, pues, ha acabado pareciéndose a su personaje televisivo y ya no se sabe cuál es el de antes y cuál el de después,