Había una derecha de héroes que domaría a todo cobarde y acabaría con la tiranía progre, por supuesto. Ha bastado que unos señores cuarentones que viven en Telegram rompieran con Abascal, confirmando una tendencia al retroceso, especialmente donde estaban en el gobierno, con la excepción de Extremadura, para que “Flechas y Pelayos” entraran en pánico y se pasaran directamente del gobierno al antisistema.
Lo primero era romper con Meloni, con lo que la muchacha había invertido en ellos, qué poco agradecidos, pero que parecía con ganas de pasarse a la zona oscura y está cerca de ser la nueva mejor amiga de Úrsula von der Leyen.
Mejor con Orban, el “patriota ruso”, y con Le Pen, la musa del discurso anti islamista, la seguridad y, también, prorrusa. Si uno quiere ser antisistema mejor con los originales que con los de la lista de Telegram.
Pero tal audacia no era suficiente. La cosa antieuropea y prorrusa no funciona del todo en España. Así que había que desembarazarse de la derechita cobarde, que eso sí podría dar votos de los de Telegram en dónde se estaban perdiendo, producir unas elecciones que, adelantadas, dejaran a Alvise sin personal. El tema pretexto era del gusto de los “Flechas y Pelayos” de siempre: los menores migrantes.
El traslado de unos cuatrocientos menores desde Canarias crea, según ellos, una tensión exasperante. Cosa que, por otra parte, también opinan los supremacistas independentistas catalanes. Claro que estos últimos consideran inmigración “tensionante” a todo nacido más abajo del Ebro.
Así que han dejado al PSOE condenado a negociar la necesaria Ley de extranjería con el PP, con la voluntad de embarrar a Feijóo en cuanto se acerque a arreglar el problema canario y a ambos en nueva agenda electoral en potencia
Oculta Abascal que las Comunidades en las que gobernaba estaban gestionando menores migrantes en cantidad superior, 1.800, a los 104 que les llegarían ahora. 104 menores migrantes en esas cinco Comunidades salen a menos de 6 por provincia. Una España despoblada no puede ubicar a seis menores por provincia, huidos del hambre, la guerra y las mafias. Patriotismo total.
Desde luego, el problema de Canarias no se resuelve con 400 traslados. Necesitan no menos de 4.000. El Gobierno exige discrecionalidad absoluta, lo que garantiza colocárselos a quien quieran, exonerar a Cataluña y no financiar la tutela. Si son competencias propias se financian con recursos propios, mantra que funciona en todas partes excepto en las Comunidades Forales y el futuro panorama catalán.
No será fácil para el PP aceptar un menú completo, a pesar de los gritos de auxilio que vienen del PP canario. La inmigración canaria es absolutamente insostenible. El PSOE, si quiere resolver el problema, carece de votos para aprobar su ley y deberá dar algún paso: el tema Frontex, siempre mal resuelto, la ayuda europea y recursos económicos deberán ponerse encima de la mesa.
Naturalmente, el PSOE sueña con unas elecciones anticipadas en las Comunidades que el PP pretende Gobernar en minoría, les ha dado tiempo a aprobar presupuestos. Pero la exasperación puede ser alta. En ese contexto hemos descubierto que ni en Castilla y León quieren los socialistas a Óscar Puente.
No cree el cronista que el aquelarre patriótico de Abascal cree mucha exasperación política. Más aún cuando, prácticamente, ha destruido su partido. Para más ironía ha abandonado la formación el vicepresidente de la única Comunidad donde se mantenía el voto desde las autonómicas a las europeas, mientras caía en las demás.
En un mes, se han apañado los de Vox para pasar de la influencia al antisistema. Cierto, Abascal puede haber acudido en ayuda de Pedro Sánchez; al fin y al cabo su enemigo no es la izquierda sino los populares. Cierto, el PSOE empieza a estar agobiado por el poder territorial del PP, pero la agenda política de la legislatura no parece ayudar mucho, mientras que Feijóo se ha quitado de encima un fardo que pesaba mucho, aunque el relato de la fachosfera sigue, de momento, anclado en buena parte de la sociedad española.
Abascal y el aquelarre patriótico igual acaban siendo un respiro para el personal.