La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, célebre en la familia policial por insultar a sus miembros, se ha convertido en lamentable protagonista de un escrito sindical unánime de la Policía Nacional. En esta ocasión, por el castigo y limitación del trabajo de la Guardia Urbana de la Ciudad Condal en el ejercicio de sus funciones. Ante tal hecho, todos los sindicatos policiales sin excepción -SUP, CEP, UFP y SPP- han suscrito un documento contra una de las alcaldesas más polémicas mejor pagadas de España -cobra más de 100.000 euros anuales- por dejar a la policía municipal «a los pies de los manteros agresivos y okupas radicales de una infrasociedad catalana no representativa».
El estalinismo podemita no sólo no cumple sus programas electorales en los ayuntamientos en los que gobierna -casos flagrantes de Madrid, Barcelona o Cádiz-, sino que ha llevado consigo el caos. En el caso de Barcelona, Ada Colau ha conseguido lo que parecía imposible: unir a todos los sindicatos policiales, más allá de sus ideologías, contra sus ‘actuaciones imposibles’ en un ayuntamiento democrático y por llevar el caos a la Ciudad Condal.
En un durísimo escrito firmado por todos los sindicatos representativos del Cuerpo Nacional de Policía, se revela que Colau está atacando sin piedad la estructura funcional de la Guardia Urbana, minimizando sus cometidos y socavando su naturaleza, en detrimento de todos los vecinos de Barcelona y favoreciendo a los delincuentes y a sectores de ideología radical.
Entre otras medidas, Colau ha decidido eliminar la Unidad Antidisturbios de la Guardia Urbana y ha asumido el control de la Unidad de Asuntos Internos, renombrándola Unidad de Deontología. Asimismo, miembros de su equipo político, han presionado a integrantes de la Guardia Urbana por un caso de atentado muy grave en el que un mantero ha atacado a un funcionario policial.
Ante la actitud matona de Colau, los sindicatos de la Policía Nacional exigen que se investigue si los mandos y responsables de la Guardia Urbana pueden estar siendo «sometidos a algún presunto delito que les coaccione el ejercicio de su trabajo», mientras el barrio de Gracia, amanece cada día con destrozos millonarios «en una gestión de la seguridad pública que supera ampliamente la capacidad de la edil: con veintisiete heridos policiales en los disturbios, a la señora alcaldesa lo único que se le ocurre pedir a los Mossos es proporcionalidad y prudencia por ‘actuaciones no del todo adecuadas'».
En defensa de los guardias urbanos de los mossos, los policías nacionales afirman que Ada Colau «no apoya a sus trabajadores agredidos por delincuentes, desmantela su unidad antidisturbios, asume el control deontológico de sus servidores, pide proporcionalidad a los Mossos cuando se enfrentan a gravísimos desórdenes públicos que se saldan con numerosos policías heridos, insulta a la Policía Nacional con poemas en los que se anima a que mueran los policías…». Y acusan a la alcaldesa de vender «a sus leales servidores a los violentos a cambio del apoyo político de quienes desean fracturar España, hablan con terroristas y fomentan la desigualdad entre todos sus nacionales».
En su durísimo documento, los sindicatos policiales dicen de Colau que «ya ha menospreciado al Ejército y a todos los miembros de la familia policial sea cual sea la comunidad de España donde desarrollan su labor. A nosotros tampoco nos agradan las personas que usan su condición pública para imponer unos pseudovalores que socavan y atentan contra nuestra condición de ciudadanos».