Borrado de las mujeres el ocho de marzo

En vísperas del 8 de marzo ha habido un gran debate feminista que, sin embargo, no habló de feminismo. El debate fue, simplemente, de electoralismo. Que antes del 8 de marzo socialistas y podemitas no se han puesto de acuerdo tiene que ver con acudir a la calle a dirimir notable batalla política en día señalado. A estas alturas desconozco la notable contabilidad de las dos manifestaciones convocadas en Madrid, pero me temo lo peor.

El conflicto político es una necesidad de Podemos desde dos puntos de vista. Para mantener movilizado a su electorado y para presionar a Yolanda Díaz a la hora de organizar lo de la Suma. La proximidad de las elecciones de mayo también han animado a los socialistas al conflicto, en un aparente intento de tranquilizar al centro político, presionado por el PP. Partido, por cierto, al que le han regalado, desde el gobierno, centrismo político y, además, le han regalado la categoría de “facha” que podrá compartir con amplios sectores de la sociedad española, incluida la socialista.

Los efectos de la Ley del Sí es sí; o los cambios de la ley “trans” han sido entendidos por un amplio sector del feminismo tradicional como un intento de borrado de las mujeres como sujeto del feminismo.

La incorporación de la “ideología de género” a los derechos de igualdad de sexo se entiende por el movimiento feminista tradicional no tanto como una ampliación de los derechos de otras personas, que no se discute, sino a la posibilidad evidente de que buena parte de las mujeres sean preteridas en la escala de derechos.

Sin ir más lejos, el propio Ministerio de Trabajo anunciaba políticas de discriminación activa para transexuales y colectivo LGTBi que no incluirían, necesariamente, a las mujeres. Carmen Calvo, algo irritada en estas fechas, afirmaba que los derechos de estas personas no deben lanzarse sobre las espaldas de los derechos de las mujeres.

El debate sobre el borrado de las mujeres no es sólo español. Se produce en toda Europa y Estados Unidos dónde la radicalidad del denominado “feminismo queer” puede estar reduciendo el espacio de las mujeres.

El intento de aprobación de una ley “trans” en Escocia, cuyo rechazo por el parlamento británico provocó la dimisión de la lideresa escocesa, fue respondido con mucha agresividad por el movimiento de mujeres lesbianas en Escocia, que señalaban que la aparición de “hombres autodeterminados” les privaba de los espacios y relaciones autónomos que durante muchos años habían construido.

Una denuncia de borrado que se extiende en numerosos ámbitos de la vida de las mujeres, no solo en el de sus espacios privados y sus relaciones, sino en el deporte y otros.

Las asociaciones contra el borrado reivindican el derecho a espacios sólo para mujeres, como los refugios para víctimas de malos tratos y las cárceles segregadas por sexos. Insisten en que a la hora de determinar la condición jurídica del sexo de una persona, la identidad de género autodeclarada es insuficiente.

Han expresado su escepticismo, por no decir rechazo a frases como «personas que menstrúan» en referencia a las mujeres biológicas.

Las mujeres que defienden el feminismo tradicional consideran que el nuevo feminismo apunta “a la bruja equivocada” como se dijo por los defensores de JK. Rowling, a la que se acusó de transfóbica.

“El feminismo de gobierno” que se alienta desde el Ministerio de Igualdad, por teóricas modernísimas muy asesorado, ha caído precisamente en aquello que el feminismo tradicional reprochaba a la Iglesia: “no te metas en mi cama”.

Con la señora Rodríguez Pam a la cabeza de las ocurrencias, no solo se lanzan risas sobre los dramáticos efectos de la Ley del Sí es sí. Se ha animado a las mujeres a que abandonen la penetración, si les gusta es porque no saben: se ha presentado un juguete sexual como una máquina para matar “fascistas”.

La ministra ha decidido que debe empezar a hablarse, una ley se nos viene me temo, del sexo durante la menstruación.

Doctores tiene la iglesia, pero meterse en la cama de las señoras a decirles cómo deben comportarse es, precisamente, borrar su autonomía y no parece muy progre. Por cierto, PACMA, la cosa de los animalistas, ha animado el ocho de marzo con un cartel que extiende los derechos de las mujeres a las vacas. Cosas del nuevo feminismo que no parece muy progre.

Pero, claro, tendré que advertirles que debo figurar en la lista de fachas y heteropatriarcas del personal de la igualdad gubernativa y que no deberían hacerme mucho caso.

No obstante, por si acaso, les dejaré una cita que escribía la periodista Ana Bernal: “Si feminismo es todo, feminismo es nada”.

 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Time limit is exhausted. Please reload CAPTCHA.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.