Caja Madrid, o cómo atracaron y liquidaron una entidad pública que tenía unos fines muy sociales (y 2)

Con el estallido del caso Bankia se conocieron por la opinión pública algunos datos de la consumación del proceso de liquidación de las cajas de ahorro. En esta segunda parte recordamos el papel que ha jugado Rodrigo Rato para el desmantelamiento de Caja Madrid.

Vocación de banquero parece que tenía el ex vicepresidente del gobierno de Aznar, Rodrigo Rato, con una aureola bien trabajada de buen profesional y que hace tiempo que saltó por los aires, en particular desde que se ha conocido la naturaleza de sus negocios. Llegó al estrellato tras una carrera que se inició un día de abril del año 1996, en el molino que posee, o poseía, en la localidad de Carabaña, momento inmortalizado en una «foto de familia», con la plana mayor popular preparándose para la toma del poder, tras una apretada victoria electoral sobre el PSOE.

Lo que vendría después sería el llamado milagro económico español, merced a todas las desregulaciones realizadas por Rato, ya flamante ministro de Economía de Aznar; es decir, barra libre para construir en cualquier parte, fuese en un parque natural, en una ciudad protegida por la Unesco o en la playa más bella y virgen. Todo eso con el acompañamiento de reformas laborales y liquidación de derechos de los trabajadores.

Como premio a aquella ejecutoria ultra-liberal el ascenso al Fondo Monetario Internacional, con el apoyo acrítico del PSOE, y, para que sus conflictos domésticos se suavizasen, el nombramiento de su ex esposa como presidenta de los Paradores Nacionales, entidad que ha quedado como unos zorros, tras una gestión desastrosa, que ha desvirtuado el papel de estos hoteles modélicos y que ha provocado el cierre de unos cuantos y una situación económica ruinosa.

Cuando el zascandil se cansó de estar en los EEUU, la vuelta a casa por todo lo alto, para que pudiera controlar de cerca sus negocios, y la presidencia de Caja Madrid para que estuviera entretenido, no conspirase en el PP y, de paso, darle el capricho de cumplir el viejo sueño de papá, el de ser banquero.

Pero no era nuevo en la plaza este taimado vendedor de humo, frívolo, vividor y bastante ayuno de formación académica como economista, tal y como aseguran quienes han trabajado a sus órdenes. Pero por encima de su ambición política tenía de antiguo una espinita clavada, y era su frustración por ser del selecto club de los banqueros. Pudo haberlo sido por herencia familiar, pero aquello había terminado mal.

Los antecedentes de Ramón de Rato

Para no aburrir con la genealogía y las estirpes de tan linajuda familia me remontaré solo al progenitor de nuestro héroe, don Ramón de Rato y Rodríguez-San Pedro, nieto de un político y banquero conservador de la restauración, Faustino Rodríguez San Pedro, que fue ministro en varios gobiernos de Antonio Maura.

Pues bien, Ramón de Rato, con fuerte ascendencia asturiana, estudió Leyes y allá por los años treinta del pasado siglo ejercía la abogacía en Madrid, con bufete compartido con su hermano Apolinar, en el número cuatro de la calle Caracas. Los dos hermanos tuvieron veleidades literarias y viajaron por Europa, en particular por Alemania, donde conocieron bien el naciente Tercer Reich, régimen por el que sentían gran simpatía y así queda de manifiesto en dos libros de don Ramón, editados por aquellos años: Vagabundo bajo la luna. Rápida visión de Europa y sus problemas y Una generación a la intemperie: perfil juvenil de Europa.

Recién iniciada la guerra civil encontramos al patriarca de los Rato en la Salamanca franquista, incorporado al aparato de propaganda de la nueva España, donde compartió mesa y micrófono con aquel disparatado loco que quiso casar a Pilar Primo de Rivera con Hitler. Me refiero a Ernesto Giménez Caballero, gran escritor, a pesar de aquellas historias del Imperio Azul. Por entonces participó en la fundación de Radio Nacional y poco después ayudó al abuelo de José María Aznar, el periodista Manuel Aznar Zubigaray, a poner en marcha, bajo control del nuevo régimen, la Sociedad Española de Radiodifusión, actual Cadena Ser. No era empresa difícil, pues contaban con los locales y antenas incautados a la emisora republicana Unión Radio.

Años después, en 1947, la magnanimidad del Caudillo hizo posible que le fuera autorizada a don Ramón la compra de Radio Toledo (EAJ 49), que fue el germen de lo que pasó a llamarse Rueda Rato. Durante los cuarenta años de franquismo todas las emisoras, excepto Radio Nacional con el famoso «parte», tenían prohibida la emisión de programas con noticias de contenido político o social; la censura era muy rígida y eran obligatorios los espacios de carácter religioso.

Don Ramón giraba una visita anual a Toledo, para invitar a almorzar al Cardenal Primado, Enrique Pla y Daniel, y asegurarle la confesionalidad de la emisora y la total e incondicional adhesión al nacional-catolicismo de la cruzada; no fuera a ser que a algún obispo se le ocurriese poner en Toledo una sucursal de la COPE. Puede que éste sea el mejor negocio que nunca hicieron los Rato, pues andando el tiempo, allá por 1990, vendieron el imperio radiofónico, un total de 66 emisoras, por cinco mil millones de pesetas, a la entonces potente ONCE. Esta cadena sería el origen de la actual Onda Cero.

Cuando don Ramón quiso ser banquero

Pero no quedaban ahí los negocios de don Ramón y también, como ya hiciera su abuelo, tuvo la tentación de ser banquero. Tres fueron los bancos que el clan familiar, como veremos, llegó a controlar: Banco de Siero, Banco Murciano y Banco de Medina. A través del primero se tejió una trama de evasión de divisas, cuya sede se encontraba en Suiza, donde operaban a través de la Banque de Siero.

Lo cierto es que los controles del hoy denostado Banco de España descubrieron el tinglado y se inició una investigación en el Juzgado Especial de Delitos Monetarios, que declaró probados varios delitos de exportación ilegal de pesetas, en cuantía de 81 millones y medio (mucho dinero entonces), más otro de ocultación por más de 11 millones, y varios más que no enumero para no cansar.

Fueron entonces imputados y en algunos casos encarcelados, don Ramón y varios familiares y socios, como Ramón de Rato Figaredo, hermano mayor de Rodrigo, Faustino Rato Rodríguez San Pedro, hermano de don Ramón, y socios como Ignacio Gutiérrez Ovejero, Francisco Bengoechea y Bernabé Pendas. Las multas fueron superiores a los 200 millones de pesetas, con penas de prisión, la mayor para el patriarca, de tres años. Esto ocurría en los años de 1966 a 1967, y la historia judicial acabó con la liquidación de los bancos y los vidrios rotos pagados por cuenta de los contribuyentes.

Pero como en muchos casos de nuestra historia, de la necesidad se hizo virtud, y don Ramón pasó a ser un sufrido y esforzado opositor a Franco que había sido encarcelado por ser uno de los pagadores de la «derrama» que nobles y banqueros hacían todos los años para sostener con dignidad Villa Giralda, residencia de otro «sacrificado» antifranquista, don Juan de Borbón. También se dijo que la causa inmediata había sido la ejecución de un crédito, en situación de morosidad, otorgado por el Banco del Siero a Nicolás Franco, hermano del dictador.

Ruinosa gestión en Caja Madrid y Bankia

De estos antecedentes se ha hablado poco, a propósito de la ruinosa gestión de Rodrigo Rato al frente de Caja Madrid y Bankia. Puede que importe poco esta pequeña historia, como tampoco parece que importe el currículo de más de cincuenta altos cargos de Bankia o sus entidades asociadas, con nula experiencia bancaria, pero con los rasgos comunes de haber sido políticos profesionales y haber accedido con contratos multimillonarios y con fabulosas indemnizaciones pactadas por despido o pensiones de jubilación superiores al del presidente de cualquier multinacional.

Todo lo anterior, efectivamente, no tiene importancia, sobre todo si lo ponemos al lado de los diecinueve mil millones de euros que aportó inicialmente el gobierno para sacar a flote un barco que, a buen seguro, se habría dejado hundir en cualquier país de nuestro entorno.

Rodrigo Rato es al día de hoy uno más de los cadáveres que, como Bárcenas, va dejando a su paso el señor Registrador de la Propiedad de Santa Pola [Mariano Rajoy], si bien nadie ha dicho que en este linchamiento ha habido algo de “ajuste de cuentas” entre mafias de poder, y que una de ellas daba precisamente título a un libro de gran éxito en España a finales de los años sesenta, a pesar de que había sido editado en París y que su circulación y venta estaban prohibidas en España. Me refiero a La prodigiosa aventura del Opus Dei. Génesis y desarrollo de la Santa Mafia, de Jesús Ynfante. Pero de esa secta ya hablaremos, ahora que ha fallecido uno de sus más esclarecidos ejemplares: José María Ruiz Mateos.

Vean también:

¿Se llevó Rato dos millones por comisiones de la publicidad de Bankia? UPyD exige al juzgado que pida los correos de Rato

Caja Madrid, o cómo atracaron y liquidaron una entidad pública que tenía unos fines muy sociales (1)

 

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