¡Válgame Vesta, diosa menor del Panteón romano, protectora del ambiente doméstico! Dos milenios después del tránsito por este mundo aquende el Mas Allá de mi antepasado (glorioso of course) Petronius Arbiter, en una pequeña parte del territorio de lo que fuera la Tarraconensis, se vuelve a autoerigir la figura de la Virgo Vestalis Maxima. Sí, como les cuento a ustedes/vosotros, algo iletrados/as en cuestiones clásicas. Pongamos, por tanto, que escribo de Carme Forcadell, neopresidenta del Parlament de Catalunya. O sea, la Madre de la Patria Catalana, o tal que así.
Aprovechando el curso natural de unos cuantos ríos (Ebro, Pisuerga, Llobregat, Guadalquivir, Besòs, Miño, Manzanares, Guadiana, Ter, etc) discurren por diversos predios del a Hispania de toda la vida romana, pues va y, desde su magistratura, sin cortarse ni un vello púbico, proclama la República Catalana. Así, sin más; sin matices. La República Catalana y sanseacabó.
Lanzada la cosa, vino el lío. El desmelene celtibérico talmente. ¿Pero qué ha dicho la susodicha? (pregunta monclovita, en ese sitio en el que dicen que reside pro tempore Mariano Rajoy Brey) Ídem de lienzo para la insoportable levedad del ser de Pedro Sánchez (digamos que mascarón de proa del socialismo hispano capitidisminuido). ¡Ya lo habíamos advertido nosotros! (Albert(o) Rivera, bendecido por los capos del Ibex-35 y listo para resucitar a la UCD, invocando, en necrofílica sesión abulense de este último finde el espíritu de Adolfo Suárez).
Seamos justos, el órdago, si no a la grande, era a la gorda. ¡Y qué gorda!. Una señora surgida de los movimientos populares, los de formar cadenas humanas en pro de la independencia y esas cosas, se había visto catapultada a la condición de segunda autoridad institucional de Catalunya, pero… (siempre hay uno), en época de sede vacante, con Artur Mas i Gavarró de president de la Generalitat en funciones, pues como la condición de mascarón de proa le toca a la señora Forcadell.
Virgo potens, obviamente… ¿Virgo clemens?, pues tal que no, que ése es un concepto letánico del catolicismo pelín meapilas o no. Vamos, que hay que volver a los clásicos, a la República romana anterior a los desbarajustes de Julio César, Pompeyo y Craso. Y ahí, justamente ahí, es donde Carme Forcadell, presidenta del Parlament de Catalunya, brilla con luz propia: la Virgo Vestalis Maxima, la cuidadora del sagrado fuego de la catalanidad.
Dos mil años después, la jefa de las vestales (ahora son otros tiempos) puede (y debe, coño) ser eximida de su obligación de virginidad física, que el himen es sólo una membrana, pero no así de su condición de Vestal Maxima. Ella es quien debe defender la esencia de la catalanidad, cosa que viene a ser como el sexo de los ángeles. ¿Qué es Catalonia/Catalunya? Y, por cierto, ¿qué es Hispania/España? ¿Entelequias ambas en un mundo mundial globalizado? A saber.
[N. de la R.: Nuestro autor Franciscus, todo cultura, conocimiento y virtud, se refiere, naturalmente, a Vestal (del latín, Vestalis y plural, Vestales) que en la Religión de la Antigua Roma, era una sacerdotisa consagrada a la diosa del hogar Vesta. De su importancia dan prueba que el Colegio de las Vestales y su bienestar eran considerados fundamentales para la continuidad y seguridad de Roma. Ahora bien, las vestales debían ser vírgenes, de padre y madre reconocidos, y de gran hermosura. Estaban liberadas de las obligaciones sociales habituales de casarse y tener hijos, y tenían voto de castidad para dedicarse expresamente al estudio y correcta observancia de los rituales estatales que no podían efectuar los colegios sacerdotales masculinos, como la preparación de la mola salsa que era utilizada en sacrificios estatales. Estaban tocadas con un velo en la cabeza y portaban una lámpara encendida entre las manos].
