El lío del PP en Extremadura

Si el Partido Popular hubiese sacado un escaño más en las elecciones extremeñas, habría tenido mayoría absoluta y nadie le discutiría su derecho a gobernar. Si, sin obtener ese escaño, hubiese logrado unos cuantos votos más, al menos sería la lista más votada y tendría más difícil el que le contestasen a sus deseos de formar Gobierno en solitario.

Como no ha sucedido ni una cosa ni otra, la lógica consiste en tratar con consideración a tu único potencial aliado, Vox, y no atacarle con los argumentos con que ya lo hace el PSOE. De ahí el rebote de los de Abascal, de que se dé por descontado su apoyo después de haber sido maltratados verbal y políticamente por la candidata popular a la presidencia.

Y, como no hay nada gratis en política, ya tenemos un primer resultado de ese brutal desencuentro: la presidencia de la Asamblea sigue en manos del PSOE, que se considera con derecho, como lista más votada, a presidir además la Comunidad.

El lío es de tal tamaño que si no hay un acuerdo deberán repetirse las elecciones, sin saberse qué ventajas obtendría de ello María Guardiola, la candidata del PP que ha originado todo el embrollo. Por eso, a buenas horas, mangas verdes, ha moderado su tono y sus críticas hacia Vox, sin acabar de cambiar aún sus posibilidades de coalición con él.

Lo bueno es que, gústenos o no, con el único gran partido que puede pactar el PP es con Vox, al igual que el PSOE lo hará con Sumar, sin escándalos de ningún tipo.

Por eso es hipócrita el marginar a Vox en Extremadura con argumento ideológicos, en vez de ponerse a buscar confluencias en temas de infraestructuras, educación, sanidad y otras carencias en la región. Ese presunto purismo, además, perjudica a Núñez Feijóo, a quien las encuestas dan por encima de Pedro Sánchez en las generales, pero necesitando siempre a Vox para gobernar.

Es, pues, posible que Guardiola acabe por modificar el veto al partido a su derecha, pero el mal ya está hecho, con la demonización primera de su aliado, la humillación subsiguiente a su cambio de postura y la imagen de que los políticos a lo único que aspiran es a el poder y que son capaces de hacer cualquier cosa para conseguirlo.

 

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