Se le conoce por Nicolasito, el hijito del dictador Nicolás Maduro y en quien pretende perpetuar la segunda monarquía comunista del planeta. Maduro padre no aprendió a leer hasta los diez años, empezó la primaria a los once, lo echaron del instituto a los quince y acabó la secundaria pasados los veinte, cuando ya había alcanzado su máximo nivel de incompetencia intelectual: autobusero en la barriada Caricuao, un barrio dormitorio de Caracas. Año 1987.
Nicolasito, en cambio, es economista, aunque sin licenciar, por la Universidad Nacional Experimental Politécnica de la Fuerza Armada Bolivariana (UNEPFA), que existe desde 1999, creada por Hugo Chávez y que no figura entre las mil primeras universidades del mundo, ni siquiera entre las primeras cinco mil.
Nicolasito no ha trabajado nunca, ni un solo día de su vida: en el 2013, con 22 años, el muchachito fue premiado con su primera gabela, delegado del Partido Socialista Unido de Venezuela. Pero eso era sólo la mecha: a los pocos días de llegar Maduro padre a la presidencia de Venezuela, el chiquitín fue nombrado “Jefe del Cuerpo de Inspectores Especiales de la Presidencia de la República”, un cargo nuevo, creado ex profeso para el niño del pan pringao y vacío de contenido hasta el día de hoy.
Como el estipendio no era mucho y el niñato necesitaba más guita, se le nombró, simultáneamente, Coordinador General de la Escuela de Cine. No importaba que el chaval no supiera de cine ni lo que es una crispeta.
Por supuesto, es diputado desde antes de que dejara la teta de mamá y tiene en su haber actuaciones tan memorables como cuando le dijo a Trump que “si Estados Unidos mancilla el suelo patrio, los fusiles llegarán a Nueva York y tomaremos la Casa Blanca”. Por supuesto, todavía no sabe el muchacho, ni su padre, que la Casa Blanca está en Washington, no en Nueva Yol, mihelmano. Tampoco es que se lo dijera a la cara de Trump, los Maduro nunca van de frente, son venales, cobardes y tramposos, así que simplemente llamó a Telesur, que es como TVE pero por con más escrúpulos, y allí soltó su soflama.
El problema de la guita siempre ha sido una prioridad para Nicolasito, pero dada la cantidad de trabajos a su medida que parecen existir en la “administración venezolana” (perdón por el oxímoron), Nicolasito es también y desde 2018, Director del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles. Ni qué decir tiene que el muchacho no distingue una corchea de un plato de caraotas con chicharrón. En 2022 suma un nuevo cargo a su ya larguísimo currículo sin estudios: vicepresidente de la Comisión Permanente de Economía, Finanzas y Desarrollo de la Asamblea Nacional.
Al muchacho no puede faltarle de ná y por eso mismo es doctor honoris causa por la Universidad Rafael María Baralt en la que tienen como catedráticos a gentes que no serían admitidas ni como alumnos en el sistema universitario español. Sus méritos académicos son ningún libro, ninguna tesis, ningún artículo científico. Vamos, como Begoña monclovita, pero sin una ley para amordazar a los medios que publiquen su posible sinvergonzonería (su de ella).
En 2019 la inflación (1.990%, no es un error) en Venezuela arrasaba los salarios, así que Nicolasito volvió a acudir a papá y, a pesar de la denuncia pública de nepotismo por parte de la oposición y la mayoría de medios de comunicación, Maduro paterfamilias le concedió otro puestico creado especialmente para el chaval: Director General de delegaciones e instrucciones presidenciales del Vicepresidente. Y van seis sueldos.
Nicolasito siempre ha demostrado ser un chico discreto, como cuando en su boda, a la entrada del hotel Gran Meliá de Caracas, orquestó una llegada de novios espectacular con una lluvia de billetes de veinte dólares que indignó a una sociedad en hiperinflación y con sus ciudadanos escapando por centenas de miles hacia Colombia, Estados Unidos y España.
Por supuesto, todo en él es tan limpio como en su padre y que sus socios Ricardo José y Santiago José Morón Hernández hayan sido investigados por fraude, corrupción en los negocios, soborno y falsedad en documento público a través de una sociedad instrumental de la que Nicolasito es la mano negra, no significa nada porque ahora papá lo está preparando para ser presidente heredero. Veremos qué dicen los perros de Diosdado Cabello y Vladimiro Padrino López que también tienen su corazoncito y sus ojos puestos en la presidencia del peor país del mundo.
Nicolás Maduro júnior es un sinvergüesa que se ha robado la plata de PEDEVESA junto con su papá, Delcy Rodríguez y Diosdado cabello. Ojalá un día lo juzguen para que pague por todo lo que ha robado.