La regeneración obtusa

Sé que ustedes leen con cariño este blog, incluso las estadísticas del operador lo dicen. Pero debo confesarles que igual ustedes deben buscar iluminación en otro sitio. Señoras y señores, tengo que decirlo claro: o yo estoy obtuso o el Gobierno está obtuso.

Bajo el supuesto de que mi lucidez se encuentre en la media diaria y no haya sufrido un ataque súbito de demencia senil, comparezco ante ustedes tras la rueda de prensa de los cuatro magníficos del martes (Bolaños, Urtasun, Alegría y Redondo) y tras la lectura de los 25 folios acordados por el Consejo de Ministros.

Les confieso que no sé qué han aprobado. De hecho no han aprobado nada que pueda aprobar el Congreso de los Diputados.

Está claro que las leyes españolas de medios van a ser las europeas –con matices que enseguida refiero- y que, a partir de que se produzca la regeneración democrática anunciada por el enamorado en su momento más furioso, ustedes podrán insultar al Rey y al Papa, pero no a Begoña. Tampoco sé si podrán meterse con el Corán porque eso igual es delito de odio y no queda claro en el papelillo.

La cosa es que el Gobierno dice tomarse tres años para dialogar con los grupos parlamentarios y que ya nos irán contando. En el supuesto de que duren tres años.

Al parecer, estábamos enfadados con los malvados jueces, pero éstos se han salvado. Se supone que Bolaños tiene a sus amiguetes para expulsar de la carrera a quien haga falta. Seguimos sin saber que es un pseudomedio, pero eso sí: que los que sean buenos recibirán pasta pública.

Sobre este asunto, parece que ahora necesitamos un registro de medios, eso ya lo inventó Fraga. Y dicen los de Podemos que hay que saber si los que escriben son ricos. Los ricos, al parecer, no deben escribir y deben sujetarse a las mismas normas que los electos: registro de bienes para todos, dijo el jorobado Torroba que nos quería a todos jorobados.

Gobernado por una entidad independiente, independiente como la Comisión de los Mercados y la Competencia, cosa que a fecha de hoy no es posible y cuya independencia es tal que el nombramiento lo hace el Gobierno. Ustedes me entienden.

Los bulos están en las redes sociales, fundamentalmente. O sea, que quizá deberían llamar al señor Musk (X, antes Twitter, o a Zuckeberg, el de Facebook y Guasap) o, a lo peor, a los rusos de Telegram.

Digo esto porque todo el que hace negocios, incluido el de la comunicación, ya está registrado, lo diga la Unión Europea o su porquero, en el Registro Mercantil y que los delitos contra el honor o el derecho de rectificación ya están en la Ley.

Pero queda mono legalizar que se quemen banderas de España y fotos del Borbón que es muy elegante y gusta mucho en Catalunya. Lo de llorar por los contenedores quemados es un poco antiguo, para eso tenemos las amnistías que son finísimas de la muerte.

Es notablemente curioso que las medidas sobre transparencia pública las tiene que negociar el Gobierno consigo mismo, básicamente porque no cumple ninguna. No recuerdo que Sánchez haya dado las explicaciones de las que habla el documento y si recuerdo que la Junta Electoral le ha multado a él y a miembros de su gobierno en varias ocasiones, claro que siendo fachas, cual jueces que son, es normal.

Claro que digo yo que lo de cambiar la Ley electoral para que se cumpla lo que ya está o para pedirle a Tezanos que explique sus encuestas tiene su gracia. Lo de los debates obligatorios es un brindis al sol: harán en la pública el debate a 20 y en una privada el debate a dos, y todos tan contentos.

Lo de la financiación pública tiene también su aquel. Se supone que el Gobierno debería explicarlas ya, que no lo hace, y explicar aún más sus criterios de reparto. Lo que queda claro es que la autoridad controladora y las audiencias serán determinantes. O sea, que si usted tiene un panfletillo en Teruel dese por desaparecido.

Ley electoral, Código Penal, nuevos organismos, dineros a voluntad del ejecutivo y posibilidad de que sea pseudomedio o multado cualquier tuit o blog que no guste al poder. Es lo que se nos viene, pero no alcanzo a entender qué relación tiene todo eso con la “máquina del fango”.

Puestas así las cosas, la regeneración democrática es sencilla de entender: usted debe dejar de leer medios que insulten a Begoña Gómez y pasar a leer medios que insulten a la Corona, es decir al jefe del estado. Todo lo demás es un poco nebulosa.

Sabemos, eso sí, que, a cambio de un registro periodístico y de controlar contenidos, el gobierno, a través de un nuevo ministro, del todo independiente como cabe imaginar, pondrá millones encima de la mesa para repartir a quién se porte bien.

La batalla contra el bulo y la desinformación es un problema que sufre casi todo el mundo, de uno al otro confín. Después de cinco días de reflexión, un enfadado enamorado decidió algo drástico: aplicar un reglamento europeo de obligado cumplimiento. Qué audaz. ¿Ustedes creen en un cambio? El cronista tampoco, pero es que ando hoy un poco obtuso, aunque quizá es la regeneración obtusa lo que se nos propone.

A la calidad democrática española le falta un hervor. Cierto. No sé si es en comunicación o libertades de quemar banderas donde andamos más cojos. A uno le molesta más que al gobernador del Banco de España, por un poner, lo ponga a dedo el gobierno a que haya un periódico de derechas, de hecho lo ha habido toda la vida. Por cierto, se quieren cargar al máximo accionista de El País, para poner a un más amigo. Pero eso es libertad de mercado, no es que el periódico sea de la fachosfera.

No se preocupen, todavía quedan medidas, que los vascos y catalanes no han puesto ninguna. Lo veo venir.

Si usted quiere ser avalado por el Gobierno, financiado con dinero público, no lea medios que hablen de Begoña Gómez y pase a leer medios que insulten a la Corona. Es mucho mejor y ayuda a la causa, dónde va a parar.

 

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