El peligro de informar: 65 periodistas fueron asesinados en 2017, 326 fueron encarcelados y 54 secuestrados por decir la verdad

Escalofriante es la palabra: el informe anual de la ONG Reporteros Sin Fronteras respecto a la libertad de prensa pone los pelos de punta. Demuestra, un año más, que la libertad de expresión en el mundo existe cada vez en menor medida porque los poderes públicos establecidos, las mafias o las dictaduras no aceptan la más mínima crítica. El informe de RSF es demoledor: 65 periodistas fueron asesinados en 2017, mientras que otros 326 fueron encarcelados y otros 54 fueron secuestrados para impedir que realizaran su trabajo de informar a la sociedad. Ser periodista hoy en día es una profesión en riesgo de extinción.

Cada año, el informe de la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF) alerta de los mismos peligros ante la sordera de los poderes públicos. Y lo cierto es que cada año, en vez de mejorar la situación de los periodistas, aún empeora mucho más, si no es por el aumento de las cifras -en este año se han reducido- lo es porque entran en el ranking de depredadores de la prensa países que no están en conflicto, lo cual es más lamentable todavía. En definitiva, es como gritar en el desierto porque se ha levantado la veda de la caza del periodista. Ocurre en todos los regímenes, democráticos o no, aunque en los dictatoriales la cuestión acaba en una fosa y en los menos dictatoriales, en una celda.

Así, el Balance 2017 elaborado por RSF relatando los ataques cometidos contra periodistas muestra que 65 reporteros han sido asesinados a causa de su trabajo informativo, es decir, mientras realizaban su labor -víctimas de un bombardeo, por ejemplo-, o de forma deliberada porque sus investigaciones molestaban. La mayoría de los reporteros asesinados, el 60%, eran periodistas profesionales.

Es verdad que el informe de 2017 reconoce que este año ha sido el menos mortífero para los periodistas desde hace 14 años –un total de 50–, pero a pesar de todo las cifras siguen siendo alarmantes. Es verdad también que desde 2012 se ha observado un descenso constante en este apartado, pero este dato es engañoso: resulta que mueren menos periodistas precisamente porque se han visto obligados a huir de los países que se han vuelto muy peligrosos, como Siria, Yemen o Libia. Ésa y no otra es la causa del descenso en muertes, lo que demuestra que países que antes eran más seguros ahora se han convertido en nuevos depredadores de la libertad de prensa.

Pero, sensu contrario, también RSF observa una mayor toma de consciencia sobre la importancia de proteger a los periodistas. Desde 2006, la ONU ha aprobado diversas resoluciones relativas a su protección. Asimismo, en las redacciones de numerosos medios de comunicación se han establecido medidas de seguridad.

Aumentan las agresiones a mujeres periodistas

Por otro lado, aunque ha habido una disminución cuantitativa de las agresiones en términos globales, han aumentado las agresiones a mujeres periodistas: se ha duplicado el número de reporteras asesinadas con respecto a 2016: en ese año murieron cinco, mientras que en este año que termina la cifra se eleva a diez. Según el balance de RSF, la mayoría de ellas eran intrépidas y experimentadas periodistas de investigación y, a pesar de las amenazas que habían recibido, muchas seguían investigando y revelando casos de corrupción, como Daphne Caruana Galizia en Malta, Gauri Lankesh en India y Miroslava Breach Velducea en México, países que se han convertido en auténticos depredadores de la libertad de prensa.

En ese mismo sentido, otra tendencia notable del año 2017 es que ciertos países en paz han sido casi tan peligrosos para los periodistas como algunos que se encuentran en guerra: el 46% de los asesinatos de reporteros se han perpetrado en países donde no existen conflictos armados declarados, mientras que en 2016 fue del 30%. En México se ha registrado casi el mismo número de periodistas asesinados (11) que en Siria, el país más mortífero para los reporteros (con 12 asesinados).

Ante estos datos, Christophe Deloire, secretario general de RSF, lamenta que “los periodistas de investigación que trabajan sobre temas importantes como la corrupción o los escándalos ambientales, y que cumplen una función fundamental de contrapoder, sean convertidos en blanco de aquellos a quienes estas investigaciones incomodan. Esta alarmante situación nos recuerda la necesidad de proteger aún más a los periodistas, en un período de globalización de los desafíos de la información y de la internacionalización de la amenaza”.

Cuando el derecho -y el deber- de informar te lleva a la cárcel

Hasta el 1 de diciembre de 2017, nada menos que 326 periodistas se encontraban tras las rejas por haber ejercido su labor informativa. Al igual que en el caso de los periodistas asesinados, el número de reporteros encarcelados es menor este año (-6%), pero el problema es que, aunque la tendencia general es a la baja, ciertos países que hasta ahora no habían sido identificados como “países-cárcel” para los profesionales de los medios de comunicación se han distinguido por un número inusualmente elevado de periodistas encarcelados. Es el caso de Rusia y de Marruecos. A escala mundial, cerca de la mitad de los periodistas detenidos aún se concentra en cinco países. China y Turquía siguen siendo las mayores prisiones de periodistas en el mundo.

En ese mismo sentido, actualmente hay 54 periodistas secuestrados a manos de grupos armados o criminales, organizaciones no estatales como el grupo Estado Islámico o los Hutíes en Yemen. Cerca de tres cuartas partes de los reporteros secuestrados son periodistas locales, que a menudo trabajan en condiciones precarias y que arrostran grandes riesgos. Todos los casos de periodistas extranjeros secuestrados se registran en Siria y hasta ahora no se ha podido precisar el lugar donde se encuentran.

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