El viaje de la madre superiora

Yolanda Díaz, al parecer y de momento, resta más que suma. Para enfado del áureo padre prior del que ayer les hablé: la lentitud de la vicepresidenta y su evidente desprecio por el podemismo realmente existente le resultan al prócer exasperantes.

Ella siempre ha sido pelín burócrata lenta, experta en deshacer en despachos lo que construido estaba, sean mareas o expulsar en oficio de folio y medio a cinco mil militantes de IU, para qué sancionar individualmente como manda la ley, eso es currar mucho.

Afirma, en consecuencia, que lo suyo no es lentitud, sino que no trabaja para los titulares, cosa que, debe deducirse, hace el padre prior; es decir, Pablo Iglesias. Impera el buen rollito en los dos lados de la barrera.

Sostiene Yolanda que su lentitud aprovecha al convento, pero lo que temen en Podemos es que regale posiciones en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas a las mesnadas de Errejón, Baldoví y compañía, que negociarán con fuerza frente a las señoras que gobiernan Podemos (dicho sea de paso, el machote larga pero no curra).

La lentitud tiene otra dimensión política: espera la vicepresidenta, y razón no le falta, una compulsiva fase final de legislatura, codazos de Podemos a todo lo que se mueva.

Una actitud que deteriorará las expectativas electorales del partido de Ione Belarra, ya a la altura porcentual de la antigua Izquierda Unida, para irritación de Monedero y Pablo Iglesias, que creen que les debemos algo, pero son los de la izquierda de la izquierda, como hemos sido todos estimada muchachada, antes joven, ahora ya mayorcita.

La ubicación podemita al lado de Esquerra, Bildu y otras compañías – despreciando siempre a los socialistas y la izquierda tradicional, cosa sorprendente tras su creciente podemización-, complica la vida en muchos espacios políticos regionales. Allí donde la proporcionalidad les habría permitido sobrevivir o han fracasado (Andalucía) o han dejado a Errejón que se quede con la fiesta (Madrid).

Pero este cálculo político no es todo en la explicación de la lentitud vicepresidencial. No es fácil sustituir partidos políticos por movimientos cívicos.

De hecho, la aparición movimentista de Podemos exigió la voladura previa de Izquierda Unida –Garzones y Yolandas, y sus mentores, por medio- y, segundo, la desaparición de la socialdemocracia realmente existente, el ocaso del “zapaterismo”.

Solo queda una estructura en España con cuadros sociales para sostener un movimiento cívico: las Comisiones Obreras. El que crea que puede pastorear afiliación sindical cometerá el error izquierdista de siempre. Pero los cuadros, las sedes y los contactos existen a disposición de la vicepresidenta.

El sindicato le llenará el país a la vicepresidenta de plataformas de apoyo, pero esto no puede ser sostenido en el tiempo. Esto explica parte de la lentitud y la confianza que tenían los de Podemos en ser la base de operaciones de Yolanda Díaz.

El resto del tejido social fue, paradójicamente, metabolizado e instrumentalizado por Podemos que, una vez en las instituciones, vació las calles y el asociacionismo.

Por otro lado, Yolanda Díaz busca un movimiento ilustrado, algo elitista, heredando las viejas culturas organizativas del PCE o de Izquierda Unida. Esa base ilustrada a la que aspira Yolanda, por otro lado, está fracturada en innumerables chiringuitos administrados por distintas formaciones que ponen precio a sus colaboraciones.

Pero no solo es cuestión de base social. Es, también, de necesidad social: si ésta desaparece, los espacios políticos se volatilizan. La caída del muro arrasó la historia de los partidos comunistas sin más remedio. Los populismos de izquierda se han ido volatilizando en toda Europa, gracias Varoufakis por ayudar a los populismos más reaccionarios.

A la izquierda del PSOE hay un espacio político. Tiene razón la madre superiora: hay convento que fundar. Pero no será el espacio que la disolución del bipartidismo creó. Se ha reducido. Si los conventos se crean sobre las migajas o si existe más de un chiringuito, los socialistas no podrán sostener sus gobiernos.

Los contenidos políticos a la izquierda del PSOE, salvo los ramalazos de cambio de régimen que se ondean cual banderas, no son tan plurales como para encontrar distintos continentes., con la excepción de las disoluciones confederales. Tampoco las alianzas ofrecen caminos distintos a los socialistas. Blanco y en botella, dice la vicepresidenta.

El padre prior no sabe irse, cierto, pero el viaje de la madre superiora aún no tiene contenidos mensurables de ningún tipo, excepto ser la favorita del Consejo de ministros y ministras. Cuidado madre superiora no sea que no encuentres el camino al cielo.

https://peregrinomundo1.webnode.es/l/el-viaje-de-la-madre-superiora/

 

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