En el PSOE tocan a degüello: la corrupción económica completa el ciclo de corrupción política del sanchismo

¿Cometió delito el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al cesar de la noche a la mañana, sin explicaciones ni antes ni después, a José Luis Ábalos como ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana y como secretario de Organización del PSOE y no acudir a la justicia si conocía alguna irregularidad? ¿Conocía entonces Sánchez la supuesta trama corrupta nucleada en torno a Ábalos, con la cabeza centrada en el ‘militante socialista ejemplar’ –según definición del propio Sánchez- Koldo García Izaguirre? Si la respuesta es positiva y Sánchez ocultó la información a la justicia, aunque cesara a Ábalos, el presidente del Gobierno podría haber cruzado la línea que separa al justo del delincuente.

Si esto es así, podríamos estar ante un posible delito de Sánchez al ocultar la probable corrupción por la que supuestamente cesó a Ábalos. El ‘caso Koldo’ –enriquecimiento supuestamente ilícito con el tráfico de mascarillas y material sanitario mientras morían en España decenas de miles de ciudadanos por la pandemia del Covid- se está convirtiendo en el ‘caso Ábalos’. Pero como la justicia sigue investigando y descubriendo tantas más vertientes de esta gran trama supuestamente corrupta que traficaba con la muerte, el ‘caso Ábalos’ podría tornarse directamente en el ‘caso Sánchez’.

Con los resultados de la investigación judicial sobre las andanzas de Koldo García Izaguirre –el portero de un burdel que custodió los avales de Sánchez en el PSOE y colocó una urna tras una cortina para influir en las votaciones- resulta ya evidente que continúa imparable la degradación del régimen sanchista, una degradación que, tras la brutal pérdida de poder en las municipales y autonómicas del 28-M, la gran derrota en las generales del 23-J y la debacle nuclear en las gallegas del 18-F, podría tener su consiguiente remate en las autonómicas del País Vasco del 21 de abril, pero con traca final en las elecciones al Parlamento Europeo del 9 de junio.

Por eso, y no parece que por otras cuestiones, algunos dirigentes regionales del PSOE han comenzado a tocar a rebato: se vislumbra una pérdida de poder socialista tan absoluta que conllevaría hasta la pérdida de curul o de coimas, por un poner y según qué casos.

Lo que antes era sólo un rumor, ahora forma parte de una investigación judicial bastante potente y creíble: Koldo, que pudo ganar y hacer ganar a familiares y socios muchos millones de euros, habría actuado de conseguidor de otros contratos similares con el Ministerio del Interior, con un cuestionadísimo Fernando Grande-Marlaska al frente, y con los gobiernos de Baleares y Canarias, presididos en esos momentos de la supuesta corrupción por Francina Armengol -en la actualidad, una decepcionante y sectaria presidenta del Congreso de los Diputados-, y por Ángel Víctor Torres, actual ministro de Administración Territorial por la gracia de Sánchez.

Ante todas la informaciones que corren como ríos de tinta por los medios de comunicación, el ‘caso Koldo’ parece que empieza a convertirse en el ‘caso Ábalos-Marlaska-Armengol-Torres’, y, dada la calidad de los tales enunciados, podría apuntar a una enorme X por arriba en la trama de la corrupción.

Pero, volviendo al principio de esta columna, a estas alturas nadie, ni en Moncloa ni en el PSOE, le han pedido a Ábalos que dimita como diputado. ¿Por qué? Ábalos, el hombre que, junto con Koldo, bajó como un palafrenero en 2020 en Barajas varias decenas de maletas del avión de la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez sin que sepamos aún su contenido, ¿es, acaso, el hombre que sabe demasiado? ¿Es cierto que Delcy vino en 2020 a reunirse con el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero? ¿Para qué? ¿Qué encargo de Nicolás Maduro traía para Delcy?

En todo caso, lo realmente conocido es que Sánchez nunca explicó el fulminante cese de Ábalos como ministro y como secretario de Organización del PSOE, cargo este último en el que fue sustituido por el electricista –profesión honrada donde las haya- Santos Cerdán, precisamente el introductor de Koldo García en el circuito del PSOE y actualmente convertido en el principal negociador de Sánchez con el presunto delincuente y prófugo de la justicia Carles Puigdemont. ¿Es el cierre de algún círculo mafioso? La justicia está trabajando en ello y, sin duda, conoceremos sus conclusiones.

Elogio que Pedro Sánchez dedico a Koldo García allá por 2014

Parece ya evidente que la supuesta corrupción descubierta en el entorno del exministro Ábalos, y por la que presuntamente Sánchez lo cesó, completa el trípode de los desafueros con los que Sánchez se aferra para permanecer en el poder. En estos desafueros, más allá de la trama económicamente corrupta, destaca la compra de los votos de su investidura al prófugo Puigdemont, al golpista indultado Oriol Junqueras y al exetarra Arnaldo Otegui a cambio, entre otras muchísimas cosas más, de la ley de amnistía, que parece a todas luces inconstitucional.

Pero el presidente del gobierno de España pretende legitimar esa amnistía con un Tribunal Constitucional hecho a su medida, parece que con peones fidelísimos para el sanchismo, simultaneado la acción con un ataque frontal a los jueces y en contra del Estado de Derecho.

 

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