A buenas horas, mangas verdes. Y nunca mejor dicho; la Guardia Civil se queda sin balas. Algún malvado sugiere que sus pistolas no funcionarán igual, otros que sufrirá su formación y cosas parecidas.
Pero esto no es lo relevante. Lo importante es que no hay amigos sobre las alfombras de amaranto sobre la que camina el enamorado. A Marlaska, defensor siempre de lo improbable, porque hay que darlo “todo por la causa”, le ha caído encima la balacera. Para humillarlo del todo, le piden que anule el expediente con el que condecoró a Aldama por el que, por cierto, nunca ha dado explicaciones.
La izquierda de verdad verdadera, se la tenía jurada a Marlaska y a Robles y ha pasado factura. Tengo para mí que la balacera no tendrá final aquí, los supervivientes del naufragio de la Balsa de Medusa (léase Yolanda, los de Pablo y los de Maíllo) han pillado el concepto: de auditoría en auditoría, hasta la victoria final. Puente, el ministro “punki”, dice que lo de Marlaska “no es su tema”. Pero no den por muerto al ministro, que rencoroso es un potosí.
Ahora que son días de El Quijote, recuerden aquel párrafo: “Vuesa merced habrá visto en sus libros de caballerías ser cosa ordinaria derribarse unos caballeros a otros, y el que es vencido hoy ser vencedor mañana”.
Lo que solo era una amenaza inane de los chantajistas habituales de la coalición, en la que no creían ni ellos y ellas mismos, se ha convertido en el motivo perfecto para que Sánchez diera un paso, eso cree él, hacia la recuperación de su reputación como príncipe de todas las causas, cosa que al mismo tiempo revelaba la notable hipocresía reciente.
La cuestión no es castigar a Israel con un boicot comercial. Somos muchos los que pensamos que la respuesta a Hamas, a la que no debieran jalearse sus lemas, son terroristas, se ha convertido en un genocidio inaceptable, merecedor de castigo.
Sánchez, últimamente el más rápido de los líderes europeos, tenía en esta materia su credibilidad tocada. Dos días antes de viajar a Palestina, a reconocer el estado palestino unilateralmente, había comprado unos pocos misiles israelitas. 46 contratos se han materializado desde los ataques a Gaza (mil millones). El doble lenguaje producía ciertas risas en Bruselas y en la embajada israelí.
¿Ha recuperado Sánchez su reputación, superado el cinismo? Lo dudo: se han suprimido contratos, sí, los pequeños. El gordo, los casi 700 millones para componentes de misiles se mantienen. Mucho mejor misiles que balas para los guardias, dónde va a parar. Si esperan protestas de la izquierda de verdad verdadera, por ahora no: hasta que Podemos apriete en las encuestas, silencio.
Han ganado una partida al ministro de la policía, se preparan contra Robles, a Sánchez le da lo mismo, pero no pueden presionar más al prócer que les deja sin subvención, dicen los restos de IU y el PCE; que nos deja sin votos, dicen los restos de Sumar.
Me pregunto si, ahora, el CNI, prescindirá de “Pegasus” y si toda la infraestructura israelí de nuestra defensa se sustituirá. Sí, se puede sustituir la infraestructura de defensa israelí por otra, norteamericana por un poner, no solo tendremos contento a Trump, sino que las balas norteamericanas matan mejor, dónde va a parar y, además, la OTAN nos mirará las trampas mejor.
No sé si Sánchez ha mejorado su reputación o la estabilidad de su presidencia, por un par de semanas, hasta el próximo chantaje. Lo que es seguro es que la de España, no.
Insisto, Netanyahu y su Gobierno merecen castigo, también comercial. Pero en el concierto internacional, los contratos se cumplen y las deudas se pagan. Lo contrario genera una incertidumbre jurídica que los distintos tribunales comerciales suelen castigar.
Mil millones desde la destrucción de Gaza (que no sepa tu mano derecha lo que hace la izquierda). La balacera es por seis millones. ¿Será por Palestina? ¿Vale más Gaza que el Sahara a Marruecos regalado, con silencio de la izquierda sobre Albares?
Nadie lo cree. Marlaska y Robles menos que nadie. Cuando decíamos que éticamente Sumar debía abandonar el Gobierno, debemos decir hoy que Marlaska debe marcharse, a diferencia de Puente, el Punki, sí es nuestro tema ¿Por cierto, alguien se cree que este contrato no lo conocía el Gobierno? No; nadie.
Un rapero madrileño al que hoy he escuchado (Dava) canta: “No hace falta disparar para sembrar el pánico”. No sé si se refería a Netanyahu, a Trump, a Sánchez o a quien chantajea a un Gobierno, ustedes saben de quién hablo.
Mi respeto a los contratos, mi amor a Palestina, mi desprecio a Hamas y al Gobierno de Israel. Espero que algún día la balacera dialéctica no sea contra un ministro.