La libre elección de diagnóstico

No entiendo las reticencias de mis conocidos y amigos liberales. El liberalismo ha obtenido una nueva victoria. Desde la libre elección de médico, la médica y madre (así se refiere a ella misma la ministra de la cosa) ha dado un paso liberal más: la libre elección de diagnóstico.

Más aún, ha llegado, imagino, la libertad de automedicación: porque, digo yo, que si uno se puede diagnosticar a sí mismo para no ir a currar, podrá recetarse la correspondiente cura para volver al trabajo. O quizá no; igual tiene la ministra un subsidio preparado para el caso de los enfermos.

Y todo ello con una “declaración responsable” como documento médico, que viene a ser como el justificante de la madre de uno que pedía el profe, para evitar los novillos.

La señora Ayuso, odiada lideresa autonómica por la ministra del ramo, no ha valorado bien la revolucionaria medida de la conocida médica y madre. Tampoco los sindicatos de la gripe: si hay libertad de diagnóstico, no es necesario aumentar el número de profesionales médicos.

La ocurrencia da para mucho y nos aliviarán, sin duda, de los abundantes virus pulmonares.

El mercado de trabajo recibe también una buena noticia: semana de cuatro días, con un justificante de su madre de usted, eso sí, muy responsable. Qué gran imaginación jurídica y qué liberación para los sistemas de salud y seguridad social que ya no tendrán que enviar los partes de baja a las empresas.

Salvado este irónico introito, a la altura de la ocurrencia ministerial y de una medida obviamente irreflexiva y que, jurídicamente, veo difícil que pueda ser adoptada, habrá que recordar que nos encontramos ante una medida de fuerte impacto laboral.

Naturalmente, siguiendo la lógica de Gobierno y Sindicatos, si los empresarios no lo aceptan, en lugar de un día se lo subimos a tres sin justificar. A ver, si se van a poner chulitos ahora.

El relajamiento que, suponemos temporal, del acceso al absentismo laboral está siendo una preocupación: en los últimos tres trimestres (cifras INE) estamos viendo que las horas trabajadas efectivas son menores que las pactadas, por un incremento muy importante en las bajas laborales.

Las horas no se han recuperado igual que el empleo en postpandemia. Los últimos datos del INE, corresponden al tercer trimestre del 2023, apuntan a que las horas perdidas en un mes como consecuencia de las bajas médicas entre los asalariados ascienden a 130,5 millones. En términos relativos, esto representa el 4,8% de todas las horas pactadas, una cifra que dobla de la 2013 (2,2%).

Sin cambios en prevención de riesgos laborales no estamos peor que hace una década y tampoco en términos de salud, luego hay cierto comportamiento inadecuado, habiendo médico por medio, con una justificante de la madre de uno, por un poner, las cosas pueden ir a peor.

Las horas efectivamente trabajadas en la economía española están ya por debajo de las 37,5 horas que se han determinado y el fraude se asume en la cercanía del 10%.

No tiene sentido que las dificultades del Sistema Nacional de Salud, que son abundantes, se afronten presionando sobre la productividad laboral, que es un serio problema. Por cierto, la izquierda en su momento reconoció este problema de fraude en las incapacidades laborales.

Tampoco tiene sentido invadir, vía decreto, competencias de las Comunidades Autónomas, vaciando las competencias de los médicos. Las cosas son como son: la libertad de diagnóstico desplaza a los usuarios de la medicina la responsabilidad médica, lo que tiene un punto de irresponsabilidad educativa bastante notable.

El manoseo de los sistemas de salud y las dificultades que atravesamos desde la pandemia, por cierto, en las Comunidades Autónomas de cualquier signo se ha convertido en un centro de debate político.

No sé si lo habrán notado, pero el debate produce escasos réditos electorales: de hecho, la ministra está donde está porque no coló el catastrofista discurso de la izquierda madrileña sobre la salud pública, como no ha colado en otras Comunidades Autónomas.

Quizá la ministra debiera, por un poner, echar un vistazo al sistema MIR y detectar las razones (salarios, condiciones y modelo universitario) que hacen que la medicina de familia sea la menos demandada por los servidores médicos del país, nacidos para ser especialistas hospitalarios, al parecer.

 

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