Los terroristas de Barcelona y el imán de Ripoll: políticos cobardes y moralmente miserables

A medida que se van conociendo más datos sobre los terroristas de Barcelona y Cambrils, más preocupación existe en personas con algún conocimiento del asunto sobre la incapacidad de las fuerzas de seguridad españolas (incluidos los Mossos), para hacer frente a este fenómeno. Los responsables políticos y los responsables del área de Información de todos ellos deberían dar explicaciones sobre lo que ha pasado con el imán de Ripoll porque todos han fallado estrepitosamente.

Ya sé que lo políticamente correcto es felicitarse por el buen trabajo de las fuerzas de seguridad, aplaudirlas, hacer minutos de silencio donde las autoridades políticas aparezcan como adalides de la lucha contra los malos, encender velas y colocar notas en los lugares donde cayeron las víctimas, pero así no vamos a ser más eficaces contra el terrorismo.

La ciudadanía, además de ser comparsas en una ópera bufa como la que nos representan en este teatro, puesto que es quien pone las víctimas debería exigir eficacia y la verdad, porque ni las instituciones, ni los partidos políticos, ni los sindicatos, ni las fuerzas de seguridad están cumpliendo mínimamente con su obligación.

La verdad, más allá de la propaganda del sistema y los medios de comunicación es que la Policía y la Guardia Civil no han sido eficaces contra ETA. Así lo atestigua que casi el 40% de sus crímenes, más de 300 personas, permanezcan sin autor conocido, arrumbados los sumarios en archivos judiciales y en muchas ocasiones, sin prácticamente diligencias de investigación.

Ésa es la verdad objetiva que nada tiene que ver con la propaganda política y corporativista de las fuerzas de seguridad. Que de 827 asesinatos haya más de 300 sin esclarecer y sin señalar autor era para que, desde hace ya muchos años, se hubiesen analizado las prácticas operativas de ambos cuerpos de seguridad del Estado en el combate contra el terrorismo. Y empieza a ocurrir lo mismo, la misma farsa, sobre la eficacia policial contra el terrorismo islamista.

Cataluña, escenario fundamental

Afortunadamente, ETA acabó. Ahora tenemos otro terrorismo, que ya existía entonces, aunque España no era objetivo para la comisión de atentados sino lugar de residencia de quienes los preparaban especialmente contra Francia. Que Cataluña es un territorio de reclutamiento, residencia y adoctrinamiento de terroristas islámicos es sabido desde hace décadas por todos los servicios de inteligencia y policías del mundo. Y que en Cataluña existen cuatro cuerpos de seguridad con competencias para combatirlo, que son el CNI, la Policía Nacional, la Guardia Civil y la Policía autonómica (Mossos), también. Los responsables políticos y los responsables del área de Información de todos ellos deberían dar explicaciones sobre lo que ha pasado con el imán de Ripoll porque todos han fallado estrepitosamente.

Según sabemos ahora, el posible responsable de los atentados pueda ser el imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, que debería llevar años “monitorizado”, controlado en lenguaje común, por uno o todos los cuerpos de seguridad competentes en la materia en Cataluña, que son los cuatro antes citados. No lo ha hecho ninguno, ¿Por qué? ¿Descoordinación? ¿Unos por otros la casa sin barrer?

Un tipo que ha salido de prisión tras cuatro años por tráfico de drogas estando en situación irregular en España, que fue investigado ya por ser conocido de uno de los detenidos en 2006 en la conocida como “operación Chacal” en Vilanova i la Geltrú (cinco detenidos por favorecer actividades del terrorismo islamista), no puede estar actuando varios años en Cataluña y que nadie lo detecte. Eso es un fallo clamoroso de todos los cuerpos en sus áreas de Información. Que los detenidos en la “operación Chacal” fueran absueltos en 2011 por el Tribunal Supremo no es razón para prescindir de su seguimiento.

De los 700 detenidos aproximadamente desde el año 2000 por colaboración o actividades de terrorismo islamista, no más del 10% han sido condenados. Esto significa que las distintas policías no están obteniendo pruebas suficientes contra los arrestados, y, por lo que se ve con el imán de Ripoll, una vez puestos a disposición judicial no se hace ningún seguimiento de ellos, con lo que una detención infructuosa significa que se les saca del “radar” de investigación y seguimiento, se les “blanquea” con una detención que no conduce a nada y pasan a ser “liberados” del islamismo sin seguimiento y control.

Con ese criterio, a quienes quieran cometer atentados les basta con cometer un delito poco grave, ser investigados, detenidos, encarcelados por poco tiempo y, una vez en libertad, ya pueden actuar sin problemas, porque cuando aparezcan en el “radar” de uno de los cuerpos de seguridad saldrán antecedentes por estancia ilegal o narcotráfico y no serán vigilados por los del área antiterrorista.

Nadie monitorizó al imán

Que un personaje como este imán pueda estar ejerciendo en Ripoll sin que nadie lo haya controlado evidencia un agujero de seguridad que puede estar reproduciéndose en otros lugares, y que significaría que, gracias al control de armas y explosivos existente en esta sociedad por el fenómeno terrorista anterior, no se están produciendo atentados terroristas con más frecuencia, pero no se puede pensar objetivamente que esa poca actividad criminal se deba a la eficacia de las fuerzas de seguridad.

En el caso que nos ocupa de los atentados de Barcelona y el posible promotor de los mismos, el imán de Ripoll, los responsables de esa ineficacia son todos los cuerpos implicados en el control y desarticulación de estos grupos, los antes citados, pero si aplicáramos el criterio de la teoría nacionalista radical que diferencia entre víctimas españolas o catalanas, informa al mundo en su lengua que apenas hablan 10 millones de personas, o lo hace sin colocar la bandera del Estado, los únicos responsables serían su policía, los Mossos, porque desde hace años están tratando de que sea la punta de lanza de su futuro Estado soñado, y esa pretensión política es un objetivo prioritario por encima de la seguridad de su ciudadanía. Cualquier cosa para diferenciarse de España y los españoles.

Si se imparten instrucciones de cerrar con bolardos, maceteros u otros obstáculos que impidan el acceso de vehículos a zonas de gran aglomeración de personas, ellos deciden que no; si se coincide infiltrados en un comando yihadista policías del Estado y de la Comunidad Autónoma, el autonómico recibe órdenes de denunciar de inmediato a los nacionales por informar a los terroristas de que los siguen los Mossos; si explosiona una casa con un hongo de humo blanco y hacia adentro, no lanzando cascotes a cientos de metros sino acumulándolos en el centro de la explosión, anuncian que es una explosión de gas, a sabiendas de que mienten.

En las pruebas previas para ingresar en el TEDAX se aprende que el gas no produce humo blanco en forma de hongo y que los cascotes son lanzados a grandes distancias, siendo la forma de la explosión de Alcanar propia de cualquier explosivo menos de gas. No es que los TEDAX de los Mossos no sepan, que su cualificación profesional, como las de todas las especialidades, es homologable a policías y guardias civiles, es que sus dirigentes políticos y mandos hacen el mismo uso ruin de su tarea que los políticos y mandos de las policías del Estado.

Viajaron por cuatro países

Lo cierto es que durante más de un año un imán radical ha estado reclutando, instruyendo, alentando y preparando un atentado y que ni el CNI (que dedica ocho agentes a controlar la comida de un comisario jubilado), ni la Policía, ni la Guardia Civil, ni la Policía Autonómica han sabido nada de lo que se tramaba.

Los terroristas han viajado a Bélgica, Marruecos, Francia, Madrid, tanto el imán como otros miembros de la célula, han ocupado ilegalmente la casa de Alcanar durante más de un año, se han provisto de agua oxigenada, acetona, ácido sulfúrico, 106 bombonas y 5 vehículos, tres de ellos furgonetas alquiladas, y si no les revienta el explosivo en las manos ni nos enteramos hasta que hubiesen provocado una masacre brutal de varios cientos o miles de muertos.

Que 17 horas después de la explosión entren en las Ramblas sin que se hubiese alertado de la existencia de un comando por la explosión de Alcanar es un error injustificable. Aunque en la doctrina nacionalista radical si los Mossos hacen todo los Mossos serían responsables, lo cierto es que, además de responsables políticos y mandos de Mossos, esta negligencia debe ser compartida por todos los servicios de información contraterrorista, de Mossos, Policía y Guardia Civil, y también especialmente por el del servicio secreto, el CNI.

Es responsabilidad de esos responsables políticos que comparecen a anotarse medallas cuando se desarticula un grupo o un lobo solitario, y se olvidan cuando la mayoría de ellos son puestos en libertad sin cargos. Es responsabilidad de quienes permiten organizar montajes como el reciente de Madrid desmontado por la Audiencia Nacional que llevó unas semanas a la cárcel a musulmanes inocentes, cuyo muñidor recibe una medalla roja y es ascendido a jefe superior de Policía en dicha comunidad. Eso sí, es policía de confianza de la presidenta de la comunidad autónoma y ese es el mejor criterio hoy para nombramientos en cualquier cuerpo policial, en Madrid o Cataluña.

Lo que ocurrió después del atentado no mejora el análisis de la gestión de inteligencia previa del mismo; no se sabe todavía si uno o varios terroristas superaron un control policial de aislamiento de la zona del atentado, dejando a un mosso herido y el coche abandonado con una persona muerta por apuñalamiento en su interior. Eso significa que estaba mal organizado el control y seguramente no por responsabilidad de quienes allí estaban sino porque faltaban efectivos para organizarlo como se debía.

Si la Generalitat hubiese pensado en la eficacia y no en subordinar la seguridad de la ciudadanía a sus delirios independentistas, la noche del miércoles, nada más saber que en la casa del Alcanar se produjo una deflagración de explosivos y conocer la identidad de quien quedó vivo, debería haber comunicado a la delegación del Gobierno central en Cataluña para que se pusieran en alerta todos los efectivos de Policía y Guardia Civil, y el jueves, inmediatamente después del atentado, coordinar un trabajo conjunto donde los tres cuerpos tenían más posibilidades de impedir las fuga de terroristas que los Mossos solos.

Lejos de eso, la Generalitat parece preferir muertos y que solo actúen los Mossos, que impedirlos si para ello necesita la ayuda de la Policía y la Guardia Civil.

La misma responsabilidad corresponde a la delegación del Gobierno de España en Cataluña y a los responsables políticos de Interior, que, teniendo a las cúpulas de ambos cuerpos descabezadas, sin DAOs y fraccionados los servicios en compartimentos estancos que permitan la injerencia política en asuntos policiales, no fueron capaces de activar sus efectivos, y en el caso de la Policía Nacional, de establecer controles en la frontera con Francia puesto que es competencia de este Cuerpo, controles que montó la policía francesa el viernes, casi 24 horas después del atentado.

La Policía Nacional de España, a pesar de que hay tres fugados, sigue sin montarlos 72 horas después del atentado. Puesto que no hay DAO por decisión política, corresponde al Director General de la Policía la responsabilidad de haber permitido esta situación. A este, un tal Germán López Iglesias, parecen importarle menos los muertos que puedan ocasionar los terroristas huidos que importunar a los políticos independentistas de Cataluña.

Habrá más atentados, habrá más muertes inocentes y siendo los únicos culpables los asesinos, corresponde también responder por sus comportamientos a políticos como los citados y a mandos policiales politizados, a los que les importa más su cargo y prebendas que la seguridad y la vida de la ciudadanía.

Y entre tanta miseria política, la imagen de ayer de unos soldados libaneses que conquistan una colina a miembros del DAESH y enarbolan junto con su bandera la de España en señal de solidaridad, es el contrapunto a la podredumbre moral de las autoridades catalanes ocultando la bandera de la nación en todos los actos. Políticamente cobardes y moralmente miserables, así han actuado políticos del Estado y nacionalistas y algunos mandos policiales de en este brutal atentado de Barcelona.

 

  • José Manuel Sánchez Fornet es policía. Exsecretario general del SUP. Portavoz en Andalucía del Observatorio contra la Corrupción.

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